


Nueva York gira a la izquierda
Por: Editorial Política EJE 21
Nueva York, 5 de noviembre de 2025 — La ciudad que representa el corazón del capitalismo global acaba de elegir a un socialista como alcalde. Zohran Mamdani, de 34 años, derrotó al exgobernador Andrew Cuomo con el 50,4% de los votos para convertirse no sólo en el alcalde más joven en un siglo, sino también en el primer alcalde musulmán en la historia de la ciudad. Su victoria marca un punto de inflexión en la política estadounidense: una revuelta popular contra la élite tradicional del Partido Demócrata y una respuesta directa a la era de Donald Trump.
Una victoria que reescribe las reglas del juego
Mamdani, hasta hace poco un legislador poco conocido en la Asamblea del Estado de Nueva York, ascendió en un tiempo récord gracias a una campaña que combinó activismo digital, movilización popular y un discurso que comunicaba el cansancio urbano con el costo de vida y la desigualdad. Su victoria es la culminación de un fenómeno político más amplio: la consolidación de un nuevo progresismo estadounidense que, lejos de la retórica académica, apela al lenguaje emocional y cotidiano de los ciudadanos.
La escena de su victoria fue cuidadosamente elaborada: un breve vídeo publicado en X (antes Twitter) que muestra un vagón de metro y el anuncio: «La próxima y última parada es el Ayuntamiento. Sin conversaciones, sin pompa, sin euforia vacía. Sólo una metáfora precisa: el poder político viajando en transporte público».
El ascenso de un nuevo tipo de líder
Zohran Mamdani no encaja en el molde clásico del liderazgo estadounidense. Nacido en Kampala, Uganda, hijo de la cineasta india Mira Nair y del intelectual Mahmood Mamdani, representa una fusión de pensamiento global y activismo local. Su biografía, que abarca la migración, el arte y la política, lo ubica en la intersección de múltiples identidades que desafían la homogeneidad política estadounidense.
Antes de entrar en política, fue rapero bajo el nombre artístico Sr. cardamomoun detalle que demuestra no sólo su eclecticismo, sino también su comprensión de la cultura popular como vehículo de transformación política. En un país donde la autenticidad es el nuevo capital simbólico, Mamdani la ha convertido en su arma electoral más poderosa.
La campaña que sacudió al establishment
La victoria de Mamdani no fue un accidente ni un milagro: fue el resultado de una cuidadosa estrategia. Su equipo logró movilizar a 100.000 voluntarios -una cifra sin precedentes en el gobierno local- y tocar más de tres millones de puertas en sólo seis meses. Sin grandes donaciones corporativas, pero con una red digital explosiva, su campaña demostró que la organización de base puede competir con las herramientas tradicionales.
Su programa, simple y poderoso, fue diseñado para atacar donde más duele: la economía cotidiana. Transporte público gratuito, congelación del alquiler hasta 2030 y guardería gratuita. Más que promesas, fueron símbolos de un cambio de prioridades: del beneficio privado al bienestar colectivo.
Esta claridad contrastaba con la confusión de sus competidores. Cuomo, exgobernador demócrata, intentó presentarse como un defensor de la estabilidad, pero su imagen se vio empañada por los escándalos de acoso sexual que truncaron su carrera en 2021. Su alianza de último momento con Donald Trump, destinada a recuperar el apoyo de los votantes moderados, resultó ser un error fatal: para un sistema progresista que representaba ambos el cansancio progresista de los neoyorquinos.
Trump, el adversario inevitable
El presidente Donald Trump, que regresó a la Casa Blanca hace un año, respondió con una mezcla de furia y cálculo político. En su red Truth Social, primero se distanció de las derrotas republicanas la noche de las elecciones y luego publicó un mensaje vago: «Bueno, allá vamos». Detrás de esas tres palabras, muchos vieron una amenaza.
Fuentes cercanas a la Casa Blanca dicen que Trump está considerando recortar la financiación federal a la ciudad y enviar a la Guardia Nacional «para restablecer el orden», un gesto que apunta a un choque directo con los alcaldes progresistas de Los Ángeles, Chicago y Washington. Mamdani, lejos de evitar el conflicto, respondió con calma desde Queens: «Defenderemos nuestra ciudad con dignidad. No nos dejaremos dominar por el miedo».
El resurgimiento de la izquierda estadounidense
La victoria de Mamdani confirma la maduración política del movimiento socialista democrático, una tendencia nacida en el calor de la frustración que siguió a la derrota de Hillary Clinton en 2016 y la fallida misión del neoliberalismo en el Partido Demócrata. Inspirándose en figuras como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, la nueva alcaldesa forma parte de una generación que acepta la palabra «socialismo» sin complejidades en un país donde durante décadas fue sinónimo de traición nacional.
La DSA, su organización de referencia, es hoy el principal motor de renovación de la izquierda estadounidense. Su narrativa, que se centra en la redistribución de la riqueza, el acceso universal a los servicios públicos y la justicia climática, conecta con una juventud insegura que ve en el capitalismo contemporáneo no un horizonte de prosperidad, sino una trampa de desigualdad estructural.
La fractura dentro del Partido Demócrata
Para el establishment democrático, la victoria de Mamdani es a la vez una amenaza y una oportunidad. En medio de una crisis de liderazgo tras la derrota de Kamala Harris, el partido se enfrenta a un punto de inflexión: adaptarse a la ola progresista o convertirse en un refugiado de ella.
El caso de Nueva York es ideológico. Lo que comenzó como una campaña marginal terminó remodelando el equilibrio interno del partido, mostrando que el futuro del progresismo estadounidense no se podía escribir desde Washington, sino desde las ciudades.
Sin embargo, la gran pregunta sigue abierta: ¿puede el modelo de Mamdani –urbano, multicultural y fuertemente ideológico– trasladarse al interior, donde la cultura política es más conservadora y el trumpismo sigue profundamente arraigado?
Un símbolo global de los tiempos cambiantes
La llegada de un socialista musulmán a la alcaldía de Nueva York no es sólo una noticia nacional: es un acontecimiento internacional. En un momento en que las democracias occidentales enfrentan el ascenso del autoritarismo, Mamdani ofrece la posibilidad de una alternativa: una política que no niegue la identidad, sino que la ponga al servicio de la justicia social.
Su victoria es también un reflejo de las tensiones contemporáneas: el declive del sistema bipartidista tradicional, el poder transformador de las redes sociales y el resurgimiento del populismo, ya sea de derecha o de izquierda. Mamdani es en muchos sentidos el anti-Trump y su reflejo: ambos populistas, ambos productos de la era digital, ambos símbolos de un Estados Unidos que busca respuestas al margen del sistema.
Futuro próximo
El 1 de enero, cuando Mamdani preste juramento en el Ayuntamiento, el mundo observará cómo el experimento de Nueva York enfrenta una prueba de fuego. Entre las expectativas de los jóvenes y la desconfianza hacia Wall Street, el nuevo alcalde debe demostrar que su revolución puede traducirse en una gestión eficaz.
De su éxito o fracaso dependerá mucho más que el futuro de una ciudad: lo hará la dirección ideológica de todo un país.
Porque si Nueva York es un espejo de Estados Unidos, ese espejo refleja hoy una nación que, después de décadas de desigualdad y desilusión, está empezando a buscar cambios en un lugar inusual: la izquierda.