Economía

«Ya no puedo ir a la oficina»: el grito silencioso que quiere escuchar la nueva ley – En un click

«Ya no puedo ir a la oficina»: el grito silencioso que quiere escuchar la nueva ley

 – En un click

María presionó el teléfono. Ahora son las 22:03 y hay un nuevo mensaje. No del grupo de trabajo, sino de él. Tu jefe. Cuarta vez esta semana. «¿Trabajar hasta tan tarde otra vez, hermosa? No puedo esperar para hacerte compañía…» Un escalofrío recorre su espalda. Recuerda su mano «accidental» en su cintura en la cocina de la oficina, «cumpleaños sorpresa» donde siempre la invitaba a bailar muy cerca, preguntas sobre su vida amorosa en cada encuentro uno a uno.

Antes de eso, a María le encantaba su trabajo. Ella era buena en lo que hacía. Pero ahora cada mañana es una lucha contra las náuseas. Abre la puerta de la oficina y su cuerpo se tensa. Su mente, en lugar de centrarse en sus proyectos, está siempre alerta: ¿Dónde está? ¿Volverá a tocarme el hombro? ¿Qué comentario harás hoy?

Se siente atrapada en una red invisible. «Si me quejo, no me creerán. Es mi director favorito, existe desde hace años. Dirán que no lo entiendo, que estoy exagerando, que él es ‘como es'». La silencia el miedo a ser señalada, a que la llamen «problema» y, lo más importante, a que la despidan. Su productividad ha disminuido, duerme mal y ya no reconoce la persona asustada en la que se ha convertido. «¿A dónde puedo ir?» pregunta, sintiendo la desesperación cerrando su garganta.

Cambiador de juego: la ley que dice basta

La historia de María, lamentablemente común, ya no tiene por qué terminar en el rincón oscuro de la renuncia o la salida forzosa de talentos valiosos. A junio de 2024, Colombia cuenta con la Ley 2365, una poderosa herramienta que convierte «no sabía a quién acudir» en «sé que mi empresa tiene el deber de protegerme».

Esta ley no es sólo un documento; Es un mensaje claro: el acoso sexual en el trabajo es inaceptable y las organizaciones tienen la primera responsabilidad de erradicarlo.

¿Cómo cambiaría la historia de María con esta ley?

Imaginemos que la empresa de María ya tiene implementada la Ley 2365.

1. Se rompe el muro de silencio: al entrar, María recibiría claramente la política antiacoso sexual. Sabrías, sin lugar a dudas, que lo que estás viviendo es acoso sexual y que la empresa lo prohíbe. Ya no se sentirá confundida ni sola.

2. El camino es claro y confidencial: en lugar de tragarse su dolor, María conocería un canal seguro y confidencial para denunciar lo que está pasando. Puede hacerlo verbalmente, por escrito o digitalmente, sabiendo que su identidad estará protegida.

3. Protección inmediata, no palabras vacías: Al presentar su denuncia, María podría solicitar medidas de protección inmediatas. La ley exige que su empleador responda en menos de 5 días. Podría ser cambiar de área, cambiar al teletrabajo o, lo más importante, asegurarse de que no tenga que comunicarse con su acosador mientras la investigan. Tu bienestar sería una prioridad.

4. El poder ya no es del acosador: la ley establece que si María es despedida dentro de los seis meses de su denuncia, se presume que es represalia y es nula. Este escudo legal devuelve el poder a la víctima y le quita al agresor la principal arma: el miedo a perder su medio de vida.

Más que una obligación: la prevención como camino

La verdadera transformación no comienza cuando se presenta una denuncia, sino mucho antes. La Ley 2365 entiende esto y por ello promueve la promoción de la convivencia y el buen trato como pilares fundamentales.

Las empresas que realmente quieran cambiar su cultura organizacional deben implementar:

  • Formación continua y permanente. en igualdad de género, respeto y limitaciones en el entorno laboral.
  • Inducciones robustas donde desde el primer día los nuevos empleados entienden qué es el acoso sexual y los canales para denunciarlo.
  • Reinducción periódica personal para reforzar protocolos y conductas desnormalizadas que, aunque arraigadas, son inaceptables.

Estas acciones no son un gasto, sino una inversión en un entorno donde la confianza y el respeto son la norma, no la excepción. Se trata de construir organizaciones donde las relaciones se basen en la dignidad y donde el talento pueda florecer sin amenazas.

Una oportunidad de ser el cambio.

La implementación de la Ley 2365 no es sólo un proceso legal para las empresas. Es una gran oportunidad para:

  • Demuestra con hechos que tu gente es lo primero. Cualquiera que se sienta seguro en su trabajo es una persona dedicada, leal y productiva.
  • Atraer y retener a los mejores talentos que buscan hoy un entorno ético y saludable.
  • Reforzar una cultura de respeto donde la dignidad de cada persona sea innegociable.

La ley proporciona el marco, pero la verdadera transformación la construyen organizaciones que eligen ser un lugar donde una persona, en lugar de presionar el teléfono desesperada, pueda alzar la voz con la certeza de que será escuchada, protegida y respetada.

El mensaje ya no es un secreto a voces en los pasillos. Ahora es ley: el acoso sexual no tiene cabida en el lugar de trabajo en Colombia.

Cristina Plata Pérez

Director de Innovación y socio de EQUILATERA

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