Política

Washington y Mirage of Peace – En un click

Washington y Mirage of Peace

 – En un click

La reunión del 18 de agosto en la Casa Blanca se presentó como un progreso de gesto hacia la paz en Ucrania, pero en realidad señaló las fracturas y la supervisión del conflicto. Donald Trump, al proponer una cumbre de tres vías con Putin y Zenski, buscó ubicarse como árbitro en un proceso que ahora ha pasado por alto a todos los actores. Sin embargo, los antecedentes de su oferta revela más cálculo político que el compromiso real: la paz que plantea requiere las concesiones costeras que Kiev rechaza plana y que en el fondo significaría la recompensa de la agresión rusa.

La propuesta de «intercambio regional» es un shock directo a los principios del derecho internacional. Lo que Trump exige negociaciones, de hecho, es equivalente a legalizar la ocupación rusa. Ucrania no puede aceptar esa fórmula sin traicionar a sus habitantes y la Constitución. Zenski fue una fiesta: no hay paz posible si implica renunciar a la soberanía. Y ahora, la presión en Washington y la fatiga europea que amenaza con empujar al país a bordo, donde el precio de la estabilidad sería la amputación de su propio territorio.

Europa llegó a Washington debilitada, con discursos fijos pero con poco margen. Macron describió claramente la sospecha europea sobre la verdadera voluntad de Putin de negociar, pero Londres y Berlín se adhirieron a la idea de garantías de seguridad «adaptadas» para Kiev. Pero esta misma demanda confirma la impotencia estratégica del antiguo continente: la Unión Europea depende de Estados Unidos para mantener un ejército en Ucrania y lo económico y su papel se redujo en un mediador sin fuerza vinculante.

El Movimiento Trump también responde a su política exterior: predecir el poder como negociador, pero trasladar costos a sus aliados. Al exigir que Europa tome la mayor parte del apoyo a Ucrania, los republicanos aseguran un doble beneficio. Por un lado, nos reduce el gasto y fortalece el mensaje interno de que no debería ser Estados Unidos lo que se carga solo con el peso de la guerra alienígena. Sin embargo, abre el mercado europeo para la adquisición de armas estadounidenses y fortalece la agencia militar del Atlántico.

Putin, por otro lado, juega pacientemente. Al estar feliz de transmitir e incluso aceptar observadores europeos y estadounidenses en Ucrania, busca hacer que busque flexibilidad, pero mantenga sus políticas sin cambios: preocupar a Kiev, romper el apoyo occidental y el control de la confianza en las regiones ocupadas. Kremlin entiende que cada día de guerra sin resolución debilita más que Rusia y que la historia de la fatiga llega a la capital de Europa.

El gran problema es que en este régimen, la voz de los ucranianos parece ser cada vez más pobre. Los residentes que resisten las bombas, que hacen una fecha límite y defienden su derecho de existencia como una nación independiente, corren el riesgo de convertirse en moneda. La promesa de responsabilidad de seguridad fuera de la OTAN es solo un parche: no impide que Moscú vuelva a atacar y no pone a Kiev bajo el mismo escudo que protege a Polonia o el Báltico.

La Cumbre de Washington, más de un paso hacia la paz, es un espejo de la inestabilidad global que define el conflicto. Trump está buscando una foto que lo muestre como el arquitecto al final de la guerra; Putin intenta aprovechar la ropa occidental; Europa no trata de ser marginado, a pesar de que carecía de las fuerzas para usar circunstancias. Y Ucrania, atrapada en el medio, enfrenta la amenaza más peligrosa: que el mundo se acostumbra a sus préstamos y lo compensa como un acuerdo. Por lo tanto, la verdadera batalla no es solo un ejército: es porque no puede mostrar paz.

Xg

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