




La verdad es que en el Caribe, a veces, la realidad es solo un rumor adornado por el viento … así es como llegas a Buenavista y Nueva Venecia, pueblos nacidos de la obstinación y el agua, donde el tiempo no se mide por las campanas, sino por la cadencia de las mareas. Aquí, Flotar no es un acto de fe, sino la única forma de existir. Las casas se paran en estacas, sus pasillos no son del continente sino del agua, y el aire huele a sal, pescado fresco que todavía sueña con el mar abierto y el viejo perfume de cocinas de leña que ardían el pasado para el desayuno.
Durante mucho tiempo, estos pueblos en el Ciénaga Grande de Santa Marta fueron testigos de un amor fugaz: el ‘Turismo de Paso’.
Los viajeros con prisa grabados en la piel llegaron en botes rápidos, devoraron el paisaje con el alumno hambriento y se fueron antes de que el sol terminara de secar su alma, sin dejar más que un sendero de espuma y la sensación de que habían profanado un secreto.
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Fotos del taller de fotos en Nueva Venecia Foto:Talleres documentales
Pero, desde 2023, Ciénaga Grande comenzó a sentir el milagro de una lenta resurrección. El proyecto de la alianza entre la FAO y la Unión Europea, con la ciencia silenciosa de Invemar, no llegó a imponer normas, sino recordar a los habitantes que el oro no está en los cofres, sino en el mangle que las sostiene. El milagro se llamaba ‘paisajes sostenibles’, y su magia era simple: El turismo dejó de ser un espectáculo extranjero para convertirse en una historia contada por sus propios dueños.
El colibrí que justifica la masa y el recuerdo anfibio
La voz de Gabriela Mejía, guía local y líder de viajar con Gaby, es la llave de agua que abre esta nueva era. «Aprendimos que lo que tenemos vale y que tienes que cuidarlo y compartirlo con respeto», dice, y su voz tiene la certeza de quién ha visto a Dios en la escala de un pez.
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Fotos del taller de fotos en Nueva Venecia Foto:Talleres documentales
La visita se transformó en Un ritual iniciador. En la ruta de restauración para Buenavista y Nueva Venecia, el viajero ya no es un espectador, sino un aprendiz que debe ensuciarse las manos. El mangle, ese ‘bosque anfibio’ Con raíces que abrazan el lodo como si fueran venas de tierra, se revela como el gran protector, el guardián de la vida que evita que el mar, por la fuerza del olvido, la gente traga.
El visitante trabaja en la guardería comunitaria, Sembrar plántulas y, al final, recibe el distintivo simbólico del Manglar Guardian, un título que, aunque el cartón, tiene el peso de una promesa ancestral.
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Fotos del taller de fotos en Nueva Venecia Foto:Talleres documentales
Dawn, por otro lado, se revela por la ruta de ‘Birds y Palemeras Historias ‘.
La canoa se desliza en la tubería de Clarín como una sombra en un espejo mágico. Las Garzas, blancas como las sábanas lavadas con rocío de luna, cruza el cielo. Y a veces, como un regalo que solo el pantano da a los verdaderos devotos, el fugaz Flutter aparece del Ventrizafiro colibríUn punto de fragilidad y belleza que temblan en el aire, justificando con su existencia única todo el misterio del territorio. La guía teje una historia de memoria anfibia donde el paisaje y la cultura son un solo hilo, y la canoa se revela como lo que realmente es: «Para nosotros, la canoa son los pies: con él se estudia, es pesca, falsa, se enamora», como dice el artesano edrulfo Pacheco.
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La canoa hizo las manos y el condimento de la nostalgia
donde se observa la proliferación de plantas invasoras que alteran el equilibrio del ecosistema. Foto:Maxdrone cortesía
En Venetian Paradise’s Kitchen, Elsy Rodríguez no solo la temporada, sino que también tiene en cuenta la memoria. Ella cuenta cómo el proyecto forzó el «salto digital». Internet, ese alambre invisible que conecta el pueblo flotante con el mundo, le permite confirmar las reservas «en minutos», sin esperar «que ‘el bote» sea bote «con noticias inciertas. Su cocina ahora es un salón de clases vivo, donde los bollos de mazorca y el pescado del día no son solo comida, sino una lección de pesca responsable y cuidado del ecosistema.
Y mientras Elsy cocina el futuro con una leña, Edrulfo Pacheco Cinsel el pasado. Donde antes había troncos muertos que conectaban las tuberías con la promesa de podredumbre, ahora hay canoas en miniatura y piezas talladas que arena con paciencia de la santa hasta que la madera brilla «como el agua al amanecer». Con su arte, Edrulfo no solo libera las tuberías; Siembra orgullo. Si un joven se acerca y pregunta: «» ¿Me enseña? «, Siente que las artesanías son solo la excusa para perpetuar el comercio y la pertenencia.
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Fotos del taller de fotos en Nueva Venecia Foto:Talleres documentales
La crónica se cierra con el tambor. El Congo Buenavista ha reactivado canciones, vestuarios y tambores que suenan para secar la tierra y la lluvia repentina. Su ritmo es el pulso vivo de la identidad que se baila y remunera.
Ahora, los jóvenes ya no sueñan con irse. Como dice Gabriela: «Ven aquí, hay una oportunidad si la construimos en un colectivo. Esa es la huella positiva que se puede contar: no solo las plántulas sembradas o los desechos valiosos, sino la energía invisible que convierte el viaje en co -respuesta, donde cada visita financia una familia hace que visible sea una cultura única y el cuidado de un santuario de biodiversidad».
El turismo, finalmente, se ha convertido en una transformación sostenible, y en las inundaciones que flotan, El milagro es todos los días.
Además, lo invitamos a ver nuestro documental ‘Explotación sexual en Cartagena: Voces silenciadas’
Documario del periodista Jineth Bedoya. Foto:
Cartagena