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Uribe exige que su inocencia sea y acuse justicia para condenarlo con falsedad – En un click

Uribe exige que su inocencia sea y acuse justicia para condenarlo con falsedad

 – En un click

Bogotá, 17 de agosto de 2025. El ex presidente de Álvaro Uribe Vélez regresó al público con mensajes cargados de disputas y despido político. Lo hizo después de conocer el veredicto contra su ex libro Diego Cadena, absuelto en tres lugares y condenado en uno, un fallo que inevitablemente revivió el debate sobre la condena contra el ex presidente de soborno del crimen para presenciar.

«Me condenaron con falsedades notorias», dijo Uribe en un extenso testimonio publicado el domingo, donde revisó sus elementos principales de su proceso y exigió que nunca designó o determinó a nadie para ofrecer beneficios a cambio de testimonios incorrectos. Su defensa se adjunta, una vez más, en la idea de que el teléfono intercepta a más de 20,000, donde recuerdan, no contiene una palabra que implique inducción o silencio.

La colisión entre oraciones: cadena y urbe

Lo contrario de los juicios es, sin duda, el punto que abrió las nuevas disputas. Aunque la cadena solo fue condenada por un puesto, porque el dinero envía a los testigos, lo que justificó como ayuda humanitaria, un ex presidente enfrente en la corte por un arresto de 12 años en la casa. Para las industrias relacionadas con la industria, esta diferencia es una prueba de que es un sesgo en la justicia. Por el contrario, por el contrario, es una señal de que el poder político del ex presidente aún logra reducir las obligaciones en su círculo inmediato.

El ex presidente exige que las decisiones sean forzadas con motivos políticos y no con evidencia material. Su crítica está dirigida a cómo la corte y la oficina del fiscal evalúan el testimonio e incluso las preguntas que a pesar de los exámenes de video y las declaraciones directas, como hoy, el representante de Hernán Cadavid, el fallo se inclinó a la acusación de que estaba organizado.

Antecedentes legales: ¿intención o involuntario?

Uribe enfatiza que su relación con una cadena ha sido desarrollada por sí misma y sin cálculo. Según su historia, la idea de presentar acciones legales estaba a favor de testigos como Juan Guillermo Monsalve directamente de la cadena pero no de él. Para el ex presidente, el hecho es decisivo: si había dinero o promesa de asistencia legal, fueron la campaña de independencia de su abogado y no son un delito de su decisión.

Los argumentos tienen como objetivo eliminar la «intención» del elemento, indispensable en el crimen de soborno. En palabras del ex presidente, no puede haber responsabilidad penal cuando el hecho no es designado o conocido. Sin embargo, la justicia colombiana entendió lo contrario: que era una política organizada de su entorno, con o sin órdenes claras, que pagaran sus tribunales contra los testimonios que lo comprometieron al paramilitarismo.

Influencia política: Uribe como símbolo y como problema

Además de complicar legalmente, el problema tiene un efecto devastador en el campo político colombiano. Álvaro Uribe no es un ciudadano común: es un ex presidente que marcó la política del siglo XXI, el líder de la naturaleza de Uribismo y el indicador que, incluso hoy, organiza la oposición a Gustavo Petro. Su convicción no solo se lee como un proceso judicial, sino como un elemento de consecuencias institucionales que profundizan la división del país.

Uribe habla de persecución, falsedad, justicia utilizada como arma política. Sus oponentes, por otro lado, ven en su condena una señal de que nadie está sobre la ley, ni siquiera el ex presidente más poderoso en una historia reciente. La verdad es que cada declaración de Uribe no solo elimina las fibras de sus seguidores, sino que es cuestionada por la credibilidad del sistema de justicia: si cada uno era un jefe de estado, afirma ser víctima del parlamento, ¿qué confianza puede tener el ciudadano común?

Justicia y política

El caso de Uribe plantea una paradoja central en Colombia: justicia que intenta demostrar la independencia en procesos de alta calidad, pero al mismo tiempo atraído por la polarización política. El ex presidente cambia su carrera en la lucha por su herencia y su dignidad, pero el país afirma cómo el derecho penal se convierte en una disputa política.

La convicción de parte de la cadena y la convicción de Uribe muestra que la justicia no solo se enfrenta a evidencia y testimonio, sino también la percepción de la imparcialidad. El ex presidente sabe que sus palabras no se limitan a la protección legal: son mensajes políticos que buscan mantener vivo su movimiento, para unir a sus seguidores y fortalecer la idea de que Colombia pasa por el tiempo cuando la justicia se usa como otra herramienta eléctrica.

Un proceso que limitará el tiempo

La verdad es que la historia no termina aquí. Al revisar las medidas mencionadas por el ex presidente, se podría buscar una carta final para buscar su condena. Pero incluso más allá de la cancha está lo que está jugando entre la justicia y la política en Colombia.

Uribe afirma que su condena se basa en falsedades notables. Sus críticos, donde la justicia finalmente lo alcanzó. Y en el medio de esa colisión, el resto se rompe constantemente, donde cada fallo reduce la confianza en las instituciones y con cada afirmación.

La sentencia contra Álvaro Uribe no es solo un tema legal: es quizás uno de los capítulos decisivos para comprender qué se dirige la democracia colombiana.

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