
Colombia atraviesa un momento decisivo. Después de más de dos siglos de exclusión política y desigualdad social, el gobierno del Sr. Gustavo Petro y Francia Márquez marcó el punto de inflexión. No es sólo un cambio de gobierno, sino el inicio de un cambio de era: el de un país que comienza a reconocerse en la diversidad, a poner la vida por encima del mercado y a hablar de justicia social como una política de Estado, no como una promesa electoral.
Sin embargo, todo proceso transformador enfrenta resistencia. Los sectores que han utilizado el modelo de desigualdad durante décadas no renunciarán fácilmente a sus privilegios. Por eso, más que nunca, necesitamos el Frente Amplio Democrático: un espacio plural donde fuerzas progresistas, populares, feministas, sindicales, docentes, profesionales de la salud, campesinas, indígenas, afrodescendientes, ambientalistas, animalistas y urbanas se unan para defender la democracia, la justicia y la paz.
¿Qué obtuvimos con el gobierno del cambio?
Durante estos tres años, Colombia ha avanzado en áreas que antes parecían inmóviles. La paz volvió a ser el eje de las políticas públicas. El país siguió respetando el Acuerdo de 2016, avanzó en los diálogos regionales y en la política de «paz completa», no perfecta sino paz, y puso la vida en el centro de las decisiones.
La justicia social ya no es un discurso abstracto: las transferencias directas están fortaleciendo la economía popular, la reforma agraria está comenzando a convertirse en realidad y las mujeres, las comunidades étnicas y los jóvenes han ganado un lugar real en el poder. Por primera vez se consideran decisiones nacionales desde territorios históricamente olvidados y las inversiones públicas comienzan a reflejar la transformación de una Colombia profunda en una Colombia plural.
El programa de protección ambiental se ha convertido en una prioridad nacional e internacional. Petro fue una voz global en defensa AmazonasTransición energética y justicia climática. y además Francia Márquezel país demostró al mundo que la dignidad también puede gobernar.
¿Por qué deberíamos permanecer en el poder?
Porque el cambio apenas comienza. Los procesos sociales y políticos no se consolidan en un solo período de gobierno. Requieren continuidad, organización popular y poder ciudadano. Si volvemos hoy, no sólo se detendrán las reformas: también se vería amenazada la esperanza misma de millones de colombianos que se sienten parte del proyecto nacional por primera vez.
Mantenerse en el poder no significa perpetuar nombres, sino defender un proyecto histórico: uno que busca la paz total, la igualdad económica, la justicia ambiental y la inclusión real de toda la diversidad. Esto significa no permitir que el miedo y la desinformación nos devuelvan a un pasado de exclusión y violencia.
Un frente amplio como horizonte político y ético
Un frente democrático amplio no es un eslogan, es una necesidad histórica. Debería ser un lugar donde se reúnan quienes creen en el cambio, aunque vengan de caminos diferentes. Donde la diferencia no sea un obstáculo, sino un activo. Donde el pueblo, los movimientos sociales y las nuevas generaciones tomen las riendas de la democracia.
Sólo con una fuerza amplia, diversa y organizada podremos garantizar que el progreso en la sociedad, el medio ambiente y los derechos humanos no sea reversible. La democracia se defiende en los colegios electorales, pero sobre todo en las calles, en las comunidades, en los territorios, con la palabra y la acción colectiva.
Una invitación a seguir caminando juntos
Colombia ha ganado dignidad, conciencia y participación. Por eso no podemos rendirnos. Es hora de unirnos en torno a un objetivo superior: consolidar el cambio, proteger los derechos alcanzados y seguir caminando hacia una Colombia pacífica, justa, feminista, diversa y viva.
Un frente democrático amplio no es sólo un acuerdo político; Es un pacto con la historia.
Porque las personas que conquistan la esperanza no pueden permitirse volver al pasado del miedo y mucho menos olvidarlo.
Marcela Clavijo