

Por: Editorial Política EJE 21
Bogotá, 3 de noviembre de 2025. El expresidente estadounidense Donald Trump ha vuelto a poner a Venezuela en el centro de la agenda internacional. En entrevista con el programa 60 minutos En la cadena CBS, el republicano aseguró que los «días como líder de Nicolás Maduro están contados», aunque descartó que su país esté cerca de una guerra abierta con la nación caribeña.
Las declaraciones, realizadas en el contexto de crecientes tensiones militares en el Caribe, han generado preocupación entre los analistas que advierten de un posible endurecimiento de la política estadounidense hacia Caracas.
El poder se muestra en el Caribe
Desde hace semanas, Estados Unidos mantiene presencia naval en aguas internacionales cercanas a Venezuela, con al menos diez barcos, aviones F-35 y cerca de 10.000 soldados. En los próximos días se sumará el portaaviones USS Gerald R. Ford, el más moderno y capaz de la Armada estadounidense.
El Pentágono dice que la operación es un esfuerzo para combatir el tráfico de drogas en los océanos Atlántico y Pacífico, pero varias fuentes diplomáticas creen que la misión también tiene un objetivo político y de disuasión: aumentar la presión sobre el gobierno de Maduro en un momento de vulnerabilidad interna.
Desde principios de septiembre, Washington ha llevado a cabo al menos 16 ataques contra barcos que, según afirma, transportaban cargamentos de drogas ilegales. Sin embargo, no se han aportado pruebas verificables y la operación ha dejado más de 60 muertos y ha generado críticas por falta de transparencia y posibles violaciones del derecho internacional.
Dirección poco clara, entre palabras y amenazas
En la entrevista con la periodista Norah O’Donnell, a Trump le preguntaron sobre la posibilidad de un conflicto militar con Venezuela. «Lo dudo. No lo creo. Pero Venezuela se ha portado muy mal con nosotros, y no sólo en el tema de las drogas», respondió el expresidente sin descartar operaciones encubiertas en el futuro.
Cuando se le preguntó si Maduro «tiene los días contados», Trump respondió secamente: «Creo que sí. Sin embargo, se negó a dar detalles, alimentando especulaciones sobre una posible ‘segunda fase’ de operaciones que, según fuentes de inteligencia, podrían incluir operaciones encubiertas en territorio venezolano».
El expresidente también reiteró acusaciones infundadas contra el gobierno de Caracas, diciendo que el gobierno «vació prisiones y hospitales psiquiátricos» para enviar criminales y enfermos mentales a Estados Unidos, un argumento que ya había utilizado durante su administración y que los expertos consideran parte de su campaña populista y electoral.
Control geográfico detrás de la actividad
Más allá de los ataques y declaraciones, la disputa entre Washington y Caracas refleja un conflicto geopolítico de larga data. Estados Unidos acusa a Maduro de liderar un «estado narco» aliado al crimen organizado transnacional y ofrece una recompensa de 50 millones de dólares por su captura.
El Departamento de Estado designó recientemente al grupo venezolano Tren de Aragua y a seis exiliados mexicanos como organizaciones terroristas.
Pero para los analistas internacionales, la represión va más allá de la lucha contra el narcotráfico. Washington busca afirmar su influencia en el Caribe y América del Sur, una región donde China, Rusia e Irán han aumentado su presencia política y económica. Venezuela, con sus vastas reservas energéticas, se ha convertido en un actor clave en esta nueva competencia global.
Venezuela, entre la resistencia y el desgaste
Al mismo tiempo, el país latinoamericano enfrenta una crisis económica y social continua, con millones de ciudadanos desplazados y un deterioro institucional que se ha vuelto crónico. A pesar de las sanciones, los bloqueos financieros y los intentos de aislamiento, Maduro ha resistido el poder, apoyado por su alianza con Moscú y Beijing y por su estricto control del ejército.
Trump, por su parte, busca reposicionarse como un líder duro en política exterior, enviando una señal de determinación a sus votantes y a los sectores conservadores que ven a Venezuela como un símbolo del socialismo fallido en América Latina.
Entre la disuasión y la provocación
A pesar de las seguridades de Trump de que «no habrá guerra», los movimientos militares y el tono de sus declaraciones mantienen al Caribe en un clima de incertidumbre. Las acciones de la Marina, así como las acusaciones de narcoterrorismo, podrían conducir a una escalada diplomática o incluso a incidentes más graves.
El desafío de Washington a Caracas no sólo pone a prueba la estabilidad de Venezuela, sino también la capacidad de la región para evitar un nuevo ciclo de conflicto.
A medida que aumenta la presión y los canales diplomáticos se adelgazan, la línea entre disuasión e intervención se vuelve cada vez más borrosa.