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Trump endurece su retórica mientras Venezuela fortalece sus defensas fronterizas – En un click

Trump endurece su retórica mientras Venezuela fortalece sus defensas fronterizas

 – En un click
Crédito: POTUS – La Casa Blanca – Donald Trump

Washington y Caracas en un momento crítico

Por: Editorial Política EJE 21

Washington, DC, 18 de octubre de 2025. Las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela atraviesan uno de sus momentos más sensibles de los últimos años. El expresidente Donald Trump volvió a poner a Caracas en el centro del debate político estadounidense al asegurar que Nicolás Maduro «ha ofrecido todo» para evitar un refuerzo militar, en medio de crecientes tensiones diplomáticas y operaciones militares que involucran a ambas naciones.

Las palabras de Trump, pronunciadas el 17 de octubre en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, no son un simple estallido mediático: son parte de una estrategia retórica de alto voltaje que combina la retórica del poder, la presión diplomática y la postura militar. Detrás de la frase “Maduro lo ha ofrecido todo, porque no quiere meterse con Estados Unidos” se esconde un pulso geopolítico donde convergen intereses económicos, rivalidades históricas y cálculos electorales.

Militarizar el Caribe y un mensaje a América Latina

Desde agosto, Washington ha desplegado una flota de buques de guerra en aguas internacionales del Caribe, con el pretexto de luchar contra el narcotráfico. Los observadores internacionales, sin embargo, interpretan la medida como una demostración de fuerza dirigida a Caracas, que mantiene alianzas con potencias rivales de Estados Unidos, como Rusia, China e Irán.

El Pentágono ha reconocido seis ataques en las últimas semanas contra embarcaciones sospechosas, en los que murieron al menos 27 personas. Uno de los episodios más sonados fue la destrucción de un «submarino construido para transportar drogas», confirmado por el propio Trump. A pesar de los informes periodísticos que sugerían que podría haber estado vivo, el Secretario de Estado Marco Rubio se negó a confirmarlo, lo que aumentó el misterio de la verdadera naturaleza de la operación.

En un contexto regional, esta distribución no se centra sólo en Venezuela. Estados Unidos busca afirmar su presencia estratégica en el Caribe y América del Sur, regiones donde la influencia china y rusa ha crecido a través de inversiones, acuerdos energéticos y cooperación militar. La «guerra contra el narcotráfico» vuelve a convertirse así en la coartada diplomática para mantener el control en la región.

Caracas fortalece sus defensas y revive el antiimperialismo

En respuesta a la presión estadounidense, el gobierno venezolano ha reforzado su presencia militar en los estados fronterizos de Táchira y Amazonas, además de reforzar la vigilancia en las zonas costeras de Nueva Esparta, Sucre y Delta Amacuro, áreas clave por su proximidad a Trinidad y Tobago y rutas marítimas en el Caribe.

Las autoridades locales hablan de medidas para «proteger la soberanía» y «garantizar la estabilidad interna», pero los expertos militares interpretan las medidas como un mensaje de oposición al avance estadounidense. En un país que ha soportado años de sanciones, crisis económica y aislamiento internacional, la militarización vuelve a ser un recurso político: un símbolo de cohesión interna en torno a una narrativa de defensa nacional.

Maduro ha afirmado en discursos recientes que Washington planea derrocarlo mediante una «estrategia de guerra híbrida» que combina presión diplomática, sabotaje económico y campañas mediáticas. Según el presidente venezolano, el objetivo final de Estados Unidos es controlar las mayores reservas de petróleo del mundo, argumento que ha fortalecido las políticas antiimperialistas del chavismo durante más de dos décadas.

El frente interior: entre la narrativa de resistencia y la transgresión política

Mientras el gobierno endurece su tono, la oposición venezolana está tratando de utilizar la crisis diplomática para proyectar un cambio de política. La líder María Corina Machado, quien recientemente ganó el Premio Nobel de la Paz, se ha convertido en un símbolo de resistencia al autoritarismo. Sin embargo, su ascenso político también enfrenta contextos adversos: extralimitaciones judiciales, tergiversaciones públicas y un electorado desgastado por años de frustración.

Machado ha reiterado que «Maduro se irá, con negociaciones o sin ellas», frase que ha tenido eco en la comunidad internacional, pero que en la práctica carece de respaldo institucional dentro del país al estar las instituciones controladas por el chavismo.

En este panorama, el chavismo también busca cerrar filas ante la presión internacional. La vicepresidenta, Delcy Rodríguez, desmintió rotundamente la versión del diario El Heraldo de Miamique afirmaba que Caracas había iniciado conversaciones secretas con Estados Unidos para negociar la salida de Maduro. «Un medio más que se suma al basurero de la guerra psicológica contra Venezuela», escribió Rodríguez en Telegram, acompañando su mensaje con una foto junto al presidente y el lema «Juntos y unidos con el presidente Maduro».

Crédito: Donald Trump – Instagram – Potus

Washington duplica su apuesta y la CIA vuelve al control

El expresidente Trump confirmó que había autorizado la acción de la CIA contra Venezuela, una declaración poco común en la diplomacia estadounidense, donde este tipo de acciones suelen confirmarse años después. La sentencia, más que una revelación táctica, sirve como una advertencia política: Estados Unidos estaría dispuesto a volver a los métodos de intervención indirecta que caracterizaron gran parte de la historia latinoamericana durante la Guerra Fría.

El Departamento de Justicia también está presentando cargos de narcotráfico contra Maduro, con una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca a su arresto. Washington afirma que el presidente lidera el Cartel de los Soles, una organización criminal vinculada al ejército venezolano y al narcotráfico hacia América del Norte.

Esta intensificación coincide con la época electoral en Estados Unidos, donde la retórica antichavista y las promesas de una dura lucha contra los regímenes autoritarios en todo el mundo siguen siendo argumentos poderosos, especialmente entre los votantes latinos en Florida.

Una lectura política, una confrontación útil para ambos

Aunque el tono combativo parece presagiar una crisis mayor, varios expertos coinciden en que tanto Trump como Maduro se están beneficiando de esta tensión. Primero, el conflicto con Venezuela refuerza su imagen de líder fuerte y restablece la narrativa de seguridad nacional, clave para su campaña política. En segundo lugar, el conflicto con Estados Unidos sirve como herramienta para la cohesión interna, desviando la atención de la crisis económica y alimentando la retórica del enemigo externo.

Esta dinámica –de confrontación controlada y retórica provocadora– ha sido una constante en las relaciones entre los dos países durante los últimos veinte años. Sin embargo, el escenario actual muestra un tono diferente: la militarización real del Caribe y las operaciones activas de inteligencia marcan un regreso a la diplomacia de coerción que parecía declinar en la historia.

En palabras de un experto del Instituto de Estudios Estratégicos de Bogotá, «lo que estamos viendo no es sólo un conflicto entre Washington y Caracas, sino una recreación del tablero geopolítico de América del Sur, donde Estados Unidos intenta recuperar el terreno perdido frente a China y Rusia».

Crédito. EFE/PRENSA MIRAFLORES/ NO VENTA/ SÓLO USO EDITORIAL

Escenarios regionales y riesgos futuros

Las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela traspasan fronteras. Países vecinos como Colombia y Brasil observan con preocupación el aumento del poder militar de ambos lados. En los pasos fronterizos del Táchira, particularmente en el Puente Internacional Simón Bolívar, la presencia de tropas venezolanas ha aumentado a medida que las autoridades colombianas refuerzan la vigilancia ante posibles éxodos o incidentes armados.

A corto plazo, no se vislumbra ninguna solución diplomática clara. Trump ha insinuado la posibilidad de operaciones terrestres en territorio venezolano, afirmando que «prácticamente no quedan barcos para atacar en el Caribe». Aunque la Casa Blanca no ha confirmado estos planes, la sentencia muestra el tono con el que se está afrontando una crisis que, más allá de declaraciones, podría tener consecuencias reales sobre la estabilidad regional.

Entre acciones militares, negacionismo y operaciones de inteligencia, Venezuela vuelve al centro del tablero de ajedrez. Lo que está en juego no es sólo el futuro del régimen de Maduro sino la definición de un nuevo equilibrio de poder en América Latina, mientras Washington busca afirmar su influencia y el chavismo intenta sobrevivir entre la presión externa y su propio desgaste interno.

En este pulso de declaraciones y movimientos estratégicos, las líneas entre política y provocación se vuelven cada vez más borrosas, y el Caribe vuelve a convertirse en el escenario simbólico de una Guerra Fría que nunca terminó del todo.

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