Economía

Reevolución ética y social, por la paz – En un click

Reevolución ética y social, por la paz

 – En un click

Colombia osciló entre conflictos armados y esfuerzos armonizantes, pero la paz aún no es realidad. Está confundido por el silencio de rifles, desmovilización o pactos parciales entre el estado y algunos grupos armados. Esta visión reducida ha impedido el progreso en la paz permanente y verdadera, con amplias y mantenidas obligaciones de todos los sectores sociales, políticos y económicos para determinar los privilegios y redistribuir el poder, el bienestar y el territorio.

La paz requiere un enfoque estructural y multidimensional. No es suficiente detener la violencia armada por un momento si duran la injusticia social, las desviaciones territoriales, las carreras políticas, el racismo sistémico, los patriarcas, la corrupción y la agravación. El Proyecto Nation Basado en la nación debe ser renovado sobre el poder constitutivo de los ciudadanos, la dignidad humana, la sostenibilidad ambiental y el reconocimiento de la diversidad cultural y étnica.

La consolidación de la paz requiere la realización de los pilares de la verdad, la justicia, las reparaciones integrales y las garantías del Unretador. Las víctimas del conflicto deben estar en el centro de la memoria de la memoria y no son tratadas como símbolos silenciosos. El estado debe fortalecer el sistema de reparación y cumplir efectivamente sus obligaciones. La paz no puede construirse a partir de la exclusión o por el olvido.

Es necesario continuar el avance en negociaciones inclusivas y multilaterales con todos los actores armados, incluidos ELN, discos de FARC, estructuras paramilitares y grupos urbanos y rurales que realizan control territorial. La permanencia de las economías ilegales y las redes penales que hacen de los gobiernos locales conjuntos un obstáculo para un gran tamaño. Sin una empresa y voluntad colectiva de la empresa para desmontar estas estructuras, la paz seguirá siendo difícil de lograr.

Es necesario desmontar la política económica para alimentar el conflicto. La privatización y el neoliberalismo extractivista promovieron la acumulación de riqueza en unas pocas manos, destrucción del medio ambiente, rechazo e inseguridad de tratar la inseguridad. La paz requiere una reforma agraria integral, soberanía de alimentos, empleo digno, ética de los medios, acceso universal a los derechos y la transición a la solidaridad, la economía feminista y ambiental.

Políticamente, Colombia necesita una democracia radicalmente diferente. La participación debe dejar de ser decorativa y convertirse en un verdadero ejercicio de ciudadanos de poder. Se necesitan descentralización efectiva, reforma política profunda y vinculación de los mecanismos de control social. La democracia debe estar al servicio de la paz, no al clientelismo o la élite certificada en el poder.

El eje central de la paz es la seguridad basada en la protección de la vida. La violencia contra los líderes sociales, los firmantes de mantenimiento de la paz y las comunidades organizadas continúan y tiene un sofisticado. Es necesario reemplazar la lógica del enemigo interno con seguridad humana, centrada en la prevención, el respeto por los derechos humanitarios y los acuerdos en los territorios.

Las organizaciones cívicas deben construir agendas conjuntas y coordinarse en todos los niveles. La articulación social es necesaria para el ejercicio de la presión sobre el estado, los grupos armados y el patrocinador de la violencia y garantizar que la paz no permanezca en los discursos o en promesas no cumplidas.

La paz debe ser territorial, construida a continuación, con autonomía y diálogo intercultural. Las necesidades son diferentes en cada región y, por lo tanto, la planificación y el presupuesto participativo, así como los programas para reemplazar los cultivos ilegales, deben fortalecerse y adaptarse a las realidades locales. La paz debe tomarse como una política estatal integral, con coordinación entre los departamentos nacionales, de los departamentos y el nivel local, y con la participación activa de todas las autoridades estatales.

Finalmente, es crucial insistir en la cultura de la paz, fuera del programa. Esto implica educación en valores como diálogo, empatía, solidaridad y respeto por los derechos humanos. La política de paz debe ser diferencial e intersección. La violencia no afecta a todos los sectores sociales por igual. Las mujeres, jóvenes, LGBTIQ + personas, comunidades étnicas y personas con discapacidades enfrentan condiciones especiales que deben reconocerse para garantizar los derechos con capital.

La paz de la paz implicará disputas, resistencia y acuerdos, pero el único camino digno para la sociedad que no quiere enterrar a sus hijos muertos o la normalización de la injusticia. Colombia no necesita una tregua, sino una reevolucación ética y social que hace que las paces con la realidad viva, común y sostenible.

Luis Emil Sanabria D

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