
El festival Petronio Álvarez Pacific fue mucho más que una música, cocina y tradiciones: es una puerta abierta para que los turistas miren y estén fascinados por la riqueza cultural del Pacífico colombiano.
Es suficiente viajar sus pasillos para notar que no solo los Caleños, el Valle del Caucanos o los colombianos en general lo disfrutan; Los visitantes njeros también encontraron aquí un espacio donde la identidad se mezcla con alegría, y donde cada pabellón es una invitación para explorar.
En un pabellón de bebidas tradicionales, dos hermanas francesas monopolizaron sonrisas mientras llevaban una botella de viche como si fuera un tesoro. Llegaron a Cali por recomendación de algunos amigos en Francia que insistieron en que Petronio no podía perderse. El primer sorbo los sorprendió.
«Es genial pero muy fuerte» Dijeron con risas, pero también confesaron que estaban encantados con el sabor y la historia que mantiene esta bebida ancestral.
En otro rincón del festival, entre la música tradicional, Stan apareció, un holandés que pisó el territorio colombiano. Llegó acompañado por una joven Araucana que vive en Medellín y que ya había visitado Petronio el año anterior. Lo conoció bailando, y fue precisamente el baile lo que los reunió a Cali.
Stan, amante de la salsa y Bachata, también quería descubrir los sonidos del Pacífico y fue llevado por el ritmo y aseguró que Petronio es una gran experiencia: «Me encanta bailar otra música».
Y en medio de la multitud, dos alemanes llamaron la atención. Lena y Julia han estado viviendo en Cali durante un año y no habían asistido a Petronio.
Ambos son voluntarios y enseñan su idioma en las escuelas públicas de la ciudad, incluso ayudan a preparar a los jóvenes colombianos que sueñan con viajar a Alemania. Esta vez querían ser los que aprendieron.
«Estoy aquí para conocer la cultura del Pacífico y la comida muy rica»Dijo Lena. Por su parte, Julia destacó los sabores de arroz con camarones y dulces de coco. «Tienen que venir, ‘Paracha’ y conocer»exclamó.
Historias como las de estas hermanas francesas, los holandeses enamorados de la salsa o los jóvenes alemanes que comparten su idioma en Cali, muestran que Petronio Álvarez es mucho más que un festival musical. Es un puente cultural que conecta el Pacífico con el mundo, un escenario en el que cada visitante, independientemente de su origen, encuentra una razón para regresar.
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