Política

Petro habla a un país que no existe – En un click

Petro habla a un país que no existe

 – En un click

La última Asamblea Legislativa del Parlamento comenzó con el mismo acto estándar, pero con preocupaciones más profundas: la distancia entre el poder y la realidad. Aunque las nuevas directivas en el Senado y la Cámara sin mucha sorpresa fueron seleccionadas en el Salón Oval en la capital, el presidente Gustavo Petro subió a la fuga con certeza para tener una historia. Lo que vino más tarde fue un discurso largo e independiente y peligrosamente desconectado de los hechos. El Jefe de Estado no entregó historias: produjo un país imaginario, que no se reconoce en las figuras, en las áreas o en la calle.

Durante más de dos horas, el presidente estalló el equilibrio de su gobierno, lo que sería admirable si no estuviera mal. Por ejemplo, confirmó que bajo su mandato, los cultivos de coca no aumentaron. El último informe sobre sistemas integrados de vigilancia ilegal, del mismo estado colombiano, revela que solo se alcanzaron 253,000 hectáreas en 2023, que es un aumento del 10%. Al mismo tiempo, la ONU ha mantenido a Colombia para la producción internacional de cocaína. ¿Cómo puede hablar sobre los resultados cuando las organizaciones internacionales realizan una advertencia?

En economía, Petro intentó presentarse como arquitecto con estabilidad. Dijo que había recibido el país con una inflación del 13.8% y que había disminuido al 4.82%. Pero dejó eso cuando llegó al poder, en agosto de 2022, la inflación fue del 10,21%. La imagen mencionada es equivalente a diciembre cuando había estado en la casa de Nariño durante casi seis meses. Seguimiento de los méritos alienígenas y causando los números que son conveniencia no es responsable, es el tratamiento. La moderación de la inflación ha sido el resultado de las decisiones técnicas de los bancos de la República, no de la política económica organizada de la Comisión.

Tampoco dijo la verdad cuando se negó a subir el precio del diesel. En 2024, su propio gobierno aprobó un aumento progresivo para reducir el déficit a los precios del combustible. Los transportistas lo saben, los agricultores lo pagan y los colombianos lo sienten en los costos de los alimentos. Petro, por otro lado, niega con la calma de aquellos que no cargan paquetes o tratan los paletas. Estos trastornos no solo son injustos, son ofensivos.

Pero dado que la desconexión del presidente está más preocupada, hay seguridad. Dijo que «la mayor parte del país está en paz» y que los crímenes han disminuido. Nada más malo. Según cifras oficiales del Ministerio de Defensa, el secuestro aumentó un 53%, un 10% de terrorismo y un 3% de asesinato intencionalmente este año. La violencia doméstica también aumentó. El presidente parece hablar con un país que no ve o que no quiere ver. Un país donde la paz progresa sin acuerdos reales y donde los grupos armados ponen sus leyes en más de 200 municipios.

Lo más serio no es que Gustavo Petro exagerara. Es grave para el tergiverso. Porque cuando el presidente forja los datos en el entorno parlamentario, el poder legislativo no solo evoca: información incorrecta sobre la nación. En un momento en que la credibilidad de los administradores está lesionado, se necesita más transparencia, no más migres. La Asamblea, con sus nuevas directivas, es responsable de usar una supervisión seria, detener la ficción pública y exigir que la comisión, los resultados reales y el compromiso real con la verdad.

Este cuarto y último período legislativo no será fácil. La mayoría son frágiles, el programa está contaminado por intereses personales y se cuestiona la gestión. Pero los parlamentarios tienen una oportunidad histórica: dejar de ser una comparación de proyectos personales y comenzar a ser un contrapeso democrático. Porque si algo estaba claro en esta instalación, Petro no necesita más aplausos. Necesitas límites. Y el país, más que nunca, necesita la verdad.

Xg

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