
Santa Marta amaneció el domingo 17 de agosto con corredores en todas partes: familias completas de Bogotá, Medellín Sports Clubs, delegaciones de Cali, Barranquilla y Cartagena. También llegaron atletas de países como el Reino Unido, Argentina, España, Brasil, Chile, Estados Unidos, Francia, México, Panamá y Venezuela.
Todos acordaron la ilusión de correr la media maratón que prometió una atractiva gira de La ciudad más antigua de Colombia.
Pero la ilusión se transformó en frustración y rabia la noche anterior, cuando el alcalde Carlos Pinedo Cuello anunció en las redes sociales que la raza no se llevaría a cabo. La razón: La ola de invierno que golpea el distrito y un aguacero torrencial que, según la administración, hizo que el evento fuera arriesgado.
La noticia cayó como una calva de agua fría entre los corredores que ya estaban instalados en hoteles, habían recolectado sus kits y tenían todo listo para competir. «Usted prepara meses, gastas dinero y cuando llegas te dicen que no hay carrera. Es una falta de respeto», dijo un corredor de Bogotá que había invertido en boletos de avión y tres noches de alojamiento.
Meses de preparación aliminaron a la basura
El golpe no fue solo económico. Para muchos, la frustración fue emocional y física. Durante meses se formaron al amanecer, contrataron entrenadores personalizados, dietas ajustadas y sacrificaron el tiempo personal para llegar al evento.
«Entrené seis meses con un plan específico para este medio maratón. Invertí en nutrición, ropa, en zapatos y todo por un día antes de cancelar. No juegas con la gente», se quejó un corredor de Cali.
Los corredores corrieron en medio de su incomodidad para no perder el día. Foto:Media maratón
Los corredores internacionales también expresaron su incomodidad. Desde Argentina, un grupo de tres amigos viajaron. Uno de ellos dijo: «Nos vendieron un evento internacional y encontramos un desorden. Gastamos una amplia cantidad de dinero en boletos y hoteles, y al final no hubo una carrera oficial».
La decisión de ejecutar sin apoyo
A pesar del anuncio de la oficina del alcalde, los organizadores del evento decidieron convocar a los corredores en la sede del club de Los Trupillos. Allí, cientos llegaron con la esperanza de que hubiera alguna alternativa. Finalmente, Se le permitió viajar por la ruta programada, pero sin cierres de carreteras o acompañamiento de las autoridades.
Lo que debería ser una competencia con los estándares internacionales terminó siendo una capacitación colectiva en condiciones inseguras. Algunos vehículos circulaban en las vías mientras los atletas corrían, no había hidratación oficial en los puntos clave y la señalización fue mínima.
Aunque muchos participaron para no quedar vacíos, el sentimiento era el mismo: decepción. “Esto no era un maratón, fue una improvisación. Corrimos solos, sin garantías y con el riesgo de un accidente ”, dijo un corredor de Medellín.
El choque con la oficina del alcalde
Mientras los atletas trataban con la frustración, la confrontación pública comenzó entre la oficina del alcalde y los organizadores. Los empresarios acusaron al alcalde de detener un evento que promovió deportes y turismo, afectando directamente a los corredores y visitantes que invirtieron tiempo y dinero por venir.
Por su parte, Pinedo defendió su decisión. Mostró documentos que demostraron que el permiso otorgado estaba condicionado: Si llovió el día anterior o el mismo día, la carrera debe cancelarse. Esa cláusula, según él, nunca se comunicó a los atletas. «El problema es que los organizadores ocultaron esa condición. La ciudadanía no sabía que el permiso estaba sujeto al clima», dijo.
Los más afectados: los corredores
Entre el cruce, los más golpeados fueron los atletas. Los corredores nacionales que viajaron con sus familias hablaron sobre pérdidas económicas que exceden un millón de pesos entre inscripciones, transporte, hoteles y alimentos. Para los internacionales, la cifra era mucho mayor.
A pesar de la cancelación, la asistencia fue masiva para el evento deportivo. Foto:Media maratón
Un corredor mexicano dijo que viajó con su esposa e hijos: «Nos costó más de 7 millones venir a Santa Marta. Queríamos disfrutar de la carrera y conocer a la ciudad. Al final nos quedamos con la sensación de que nos engañaron».
Otros, como un grupo de jóvenes de Venezuela, dijeron que hicieron rifas y colecciones para pagar el viaje: «Era nuestra primera vez en un maratón internacional. Estamos muy decepcionados».
El debate abierto
La suspensión del medio maratón dejó muchos desacuerdos. Mientras que la oficina del alcalde habla de responsabilidad y protección de la vida frente a la emergencia climática, lLos organizadores y corredores sienten que si había condiciones para llevar a cabo la carrera normalmente.
La verdad es que el medio maratón no cumplió con las expectativas y dejó una marca amarga en aquellos que vinieron con la ilusión de cruzar el objetivo. La mayoría regresó a sus ciudades con los zapatos usados, pero con la sensación de que fueron tomadas de ellos la competencia por la que habían sacrificado meses de esfuerzo y miles de pesos en gastos.
En medio de las explicaciones y los reproches, se mantiene una certeza: los corredores fueron los grandes perdedores de una media maratón que prometió ser un gran evento para Santa Marta y terminaron convirtiéndose en un caso de frustración colectiva.
Por Roger Urieles, por el tiempo Santa Marta. En x@rogeruv