

Salamina, Magdalena, vive con la ansiedad de ver cómo el río que limita con las limusas a desgarrar piezas de tierra y memoria. Allí, donde las casas han perdido tierras y las calles se han convertido en muros de saco, la amenaza tiene un nuevo gatillo: Los transbordadores que durante años se han conectado con este y otros municipios junto al río en Magdalena con el Atlántico.
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La Corporación Autónoma Regional de Magdalena (Corpamag) Emitió una resolución, que suspendió provisionalmente la operación de dos embarcaciones después de considerar que no tienen permisos ambientales para la ocupación del canal y, lo más grave, podrían acelerar la erosión ribereña.
La medida notificada al Procuraduría y la oficina del alcalde local, Aunque urgente y necesario, cayó como un cubo de agua fría en una comunidad que depende de ese medio de transporte para la movilidad del vehículo y el suministro de productos básicos.
Un ferry sin permisos y en zona prohibida
El 25 de julio, un equipo técnico de Corpamag avanzó una inspección ocular en el área de «La Carmelita», a solo 600 metros del asiento municipal. Allí descubrió que la operación del ferry implicaba trabajos sin autorización ambiental, solo en un área clasificada como crítica de la Instituto National Ways (invíaas) Desde agosto del año pasado.
El ferry no podrá continuar operando mientras establece su posible afectación a Salamina. Foto:Redes sociales
La corporación celebrada Transdier SAS y Flutecar Companies, que explotan el Servicio de Transporte del Río en el sector KM 03+500, a través del distrito de Guaimaro. «Es necesario consultar a la empresa operativa y a la oficina del alcalde municipal sobre su participación o conocimiento de estos hechos», dice la Ley Administrativa.
La resolución encargó al inspector de Policía de Salamina para garantizar la suspensión y advierte que las medidas fueron notificadas a la Oficina del Fiscal 13 Judicial II y la Oficina del Abogado Provincial de Barranquilla, que ya dan seguimiento al caso.
El silencio de la oficina del alcalde y la desobediencia
El alcalde de Salamina, Edwin Pabón, está en el ojo del huracán. En mayo pasado, en una mesa de trabajo con entidades de control y ambiental, acordó transferir el ferry a un área más estable. Sin embargo, semanas más tarde permitieron la operación de una segunda transferencia privada, a pesar de las advertencias.
«Así es como Edwin Pabón y sus acólitos no quieren aceptarlo, el riesgo que corre Salamina es grande», denuncia el periodista y líder social Genys Álvarez. De la familia de familiares, donde el río ya ha reclamado lo que anteriormente estaba en la calle, insiste en que el presidente desarticuló las alertas técnicas.
«¿Podría ser que tenemos que esperar a que reaccione una calamidad?» Pregunta con indignación. Para Álvarez, la decisión de mantener dos ferrys en funcionamiento en un punto crítico es «una afrenta directa» contra la comunidad e instituciones.
La comunidad, entre el miedo y la necesidad
El ferry es más que un bote: es el puente que se une a Salamina, El Piñón y otros municipios y corregientes del AtlánticoDepartamento en el que depende una buena parte del comercio local. Sin él, los vehículos deben tomar la ruta de la prosperidad, una alternativa más larga, costosa y deteriorada.
«Las personas a pie no se ven afectadas de inmediato, porque hay Johnson que transfieren pasajeros. Pero hay un impacto en los precios de los alimentos y los productos que provienen del Atlántico, porque el transporte es más costoso», explica otro líder comunitario.
En este municipio hay varias áreas afectadas por la erosión causada por el río Magdalena. Foto:Redes sociales
A pesar de esto, recuerde que la comunidad ya se ha enfrentado a cierres temporales de ferry, especialmente en la temporada de verano, cuando la sedimentación del río corre el bote. «Esto no es nuevo, Salamina ha sobrevivido con él, pero el problema es que ahora el riesgo es mayor: el terreno es más inestable y la erosión avanza sin control», insiste.
Una historia repetida
Los habitantes sienten que viven un déjà vu. Hace más de un año, Invenas advirtió que el punto en que operan los ferrys no era adecuado para la vulnerabilidad de la orilla del río. También la la unidad nacional de gestión de riesgos Había intervenido en el área con obras de protección. Pero las decisiones administrativas no se traducían en acciones sostenibles.
«La historia de Salamina es la historia de promesas no cumplidas, de sacos llenos de arena en lugar de paredes reales, de instituciones que llegan tarde. Ahora tenemos un ferry ilegal que empeora la situación», dice el líder comunal.
Que está en juego
La erosión ya ha devorado varias hectáreas de tierra y amenaza con tomar secciones completas de la carretera principal. Si el fenómeno progresa, advierten a los expertos, incluso podría afectar la estabilidad del centro de la ciudad.
«Salamina es hoy el municipio con el mayor riesgo de colapso de erosión en toda Magdalena», reconoció una fuente que ha trabajado en el campo con acciones de mitigación.
El futuro es incierto. La comunidad solicita soluciones sustantivas, mientras que el Oficina del Fiscal General y Corpamag Siguen observando la medida. Invías, Por su parte, la experiencia solicitada en mayo aún no se entrega para evaluar el daño.
En Salamina, legalidad y necesidad de colisionar al frente. Por un lado, una autoridad ambiental que aplica la norma para proteger el territorio. Por otro lado, una población que depende de un servicio que, aunque irregular, permita estar conectado con el Atlántico.
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Mientras tanto, el río continúa su curso implacable. Con ferry o sin él, se traga a Salamina lentamente. Y los habitantes, renunciados pero indignados, sienten que están solos frente a la corriente.
Roger Urieles, por el tiempo Santa Marta. En x @rogeruv