
El crimen genera miles de millones de dólares en pérdidas globales, impactando el crecimiento económico y el aumento de la desigualdad, con el crimen financiero como su principal motor.
Los tentáculos del crimen organizado se extienden por el planeta, alimentado por conflictos de guerra, crisis y presión sobre las democracias. En la actualidad, casi el 83% de la población mundial vive en naciones con altos niveles de violencia, según la iniciativa global contra el crimen organizado transnacional (GI -OC). Los traficantes de personas, falsificadores, narcotraficantes y ciberdelincuentes operan como nuevos actores económicos, configurando economías ilegales que usan crecimiento, detienen la inversión y exacerban la desigualdad.
Las consecuencias son tangibles: el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revelado que un aumento del 10% en los homicidios reduce la actividad económica local en un 4%. Además, un aumento del 10% en las noticias sobre la producción industrial de contratos de delitos en un 2,5%, lo que demuestra que la percepción del miedo también tiene un precio.
Cuantificar la economía ilícita es un desafío, pero los enfoques son abrumadores. Las Naciones Unidas estimaron que los costos anuales de la corrupción ascendieron a 3.600 millones de dólares en 2018, y el dinero blanqueado excede los dos mil millones de dólares anuales, una cifra que excedió el 2.7% del PIB mundial en 2021. El Instituto de Economía y Paz (IEP) Eurozone y China, y igual al 13.5% de la Warst Global Wealth.
Los mercados criminales más lucrativos
El crimen financiero se ha convertido en el principal mercado criminal, impulsado por la tecnología y el uso de activos virtuales como las criptomonedas, que ofrecen una capa adicional de impunidad e incluso el terrorismo financiero. Este tipo de delito, que incluye evasión fiscal, malversación de fraude y fraude, ha afectado al 70% de los países de la ONU. Otros mercados en expansión son el tráfico de personas, comercio de cannabis y tráfico de armas.
El crimen organizado está preparado especialmente con países vulnerables y con estados de ley menos desarrollados, donde la conexión entre el poder criminal y político es más estrecha. Sin embargo, su alcance es global; El Europol indica que solo las autoridades recuperan un 2% muy pequeño de los activos ilícitos. En la Unión Europea, alrededor del 70% de las redes criminales usan el lavado de capital y el 60% depende de la corrupción.
Casos emblemáticos en el mundo
En América LatinaLa región más violenta del mundo, el impacto de las redes ilícitas alcanza el 3.4% del PIB. México Sufre los estragos de la violencia y la extorsión, con un costo equivalente al 18% de su PIB, mientras que el crimen organizado sofoca a los negocios y distorsiona los precios. En ItaliaLas mafias como el ‘Ndrangheta y la cosa Nostra funcionan como una economía paralela, superior a 40,000 millones de euros por año, lo que representa el 2% del PIB italiano y los posiciona como la cuarta «industria» más poderosa en el país.
Rusia Se enfrenta a la corrupción sistémica y el contrabando legalizado para evadir las sanciones, con un impacto económico subestimado. En AsiaLa sofisticación de Cybetheafas ha convertido al continente en el epicentro global del delito cibernético, con pérdidas millonarias para los consumidores y miles de personas retenidas y explotadas en centros de fraude. Finalmente, en ÁfricaLa debilidad y los conflictos institucionales impulsan el tráfico ilícito, que cuesta aproximadamente el 10% del PIB a países como Sudáfrica y el desarrollo de frenado en toda la región.
La combinación de este fenómeno global requiere no solo marcos regulatorios sólidos, sino también la participación activa de las instituciones, la interconexión entre ellos, las alianzas públicas-privadas y una mayor inversión en prevención y educación ciudadana.
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