Economía

Más allá de la app: inteligencia artificial, datos y corresponsabilidad ciudadana en la movilidad urbana – En un click

Más allá de la app: inteligencia artificial, datos y corresponsabilidad ciudadana en la movilidad urbana

 – En un click

Cada mañana, millones de colombianos abren una aplicación de movilidad con la esperanza de encontrar la ruta más rápida a su destino. Sin embargo, no es raro que la herramienta falle: rutas cerradas por obras, accidentes inexistentes o desvíos mal registrados forman parte del paisaje digital de las ciudades. Estos fracasos, más allá de las anécdotas, presentan un profundo dilema: ¿qué pasa cuando permitimos que una aplicación «piense» en nuestra movilidad? ¿Y hasta qué punto puede una ciudad volverse verdaderamente inteligente si su base de información es incompleta o poco fiable?

Vale recordar que estas plataformas no son inteligencias autónomas. Funcionan gracias a los modelos. aprendizaje automático que procesan grandes cantidades de datos para reconocer patrones de tráfico y predecir comportamientos. Sin embargo, su eficacia depende directamente de la calidad de la información que reciben. Cuando los datos son incorrectos, ya sea debido a informes falsos o a una falta de integración entre entidades públicas y sistemas privados, inteligencia se distorsiona y los resultados pierden valor.

En las ciudades latinoamericanas, donde la infraestructura vial es frágil y la planificación enfrenta retrasos históricos, los desafíos son aún mayores. La falta de sincronización entre obras, sistemas de transporte y plataformas digitales genera un ruido de información que ni siquiera el mejor algoritmo puede corregir. Él crowdsourcingSi bien democratiza la información, también abre la puerta a la desinformación: sólo se necesitan unos pocos informes falsos para cambiar los patrones de tráfico y crear «embotellamientos digitales» que no existen.

El problema, por tanto, no es sólo tecnológico: es cultural. La aplicación no sustituye a la planificación urbanística, el mantenimiento de carreteras ni la educación ciudadana. Pero puede aumentar su impacto si se alimenta de datos verificados y transparentes generados dentro de un fideicomiso colectivo. La movilidad inteligente depende no sólo de la inteligencia artificial, sino también del compromiso de quienes viven en la ciudad de brindar información veraz y un comportamiento responsable.

En este sentido, Los datos se han convertido en la moneda invisible del siglo XXI: un recurso que puede cambiar la forma en que vivimos, planificamos y pensamos sobre nuestras ciudades. La movilidad del futuro no se medirá sólo por la velocidad o la eficiencia, sino también por la capacidad de combinar tecnología, ética y corresponsabilidad de los ciudadanos. En esa ecuación, la inteligencia artificial no reemplaza al ciudadano: lo necesita para funcionar.

Por: Heidy Melissa Bautista, Profesora de Ingeniería Industrial en universidad de america

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