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Macron Horn, Francia enfrenta su mayor crisis política desde De Gaulle – En un click

Macron Horn, Francia enfrenta su mayor crisis política desde De Gaulle

 – En un click
Crédito: Emmanuel Macron

Por: Editor Político Eje 21 – París

París, 12 de octubre de 2025. Francia está atravesando una crisis política que no se había visto desde los días turbulentos de la Quinta República. La decisión del presidente Emmanuel Macron de retirar a Sébastien Lecorn como primer ministro, apenas cuatro días después de su dimisión, ha provocado una tormenta política que une tanto a la Comisión como a la sociedad francesa. Lo que se presenta como un intento de mantener la estabilidad de las instituciones, muchos lo interpretan como un gesto desesperado de líderes que ya no pueden contratar la arena política a la que él mismo contribuyó.

El regreso de Lecorna a Matignon, tras un control transitorio de apenas 14 horas, representa la soledad política de Macron. Su decisión, que se tomó a pesar de la oposición de su propio bando y de todos los partidos, se desveló por una congestión presidencial que requiere un gobierno sin alianzas ni concesiones, incluso en un país donde el equilibrio parlamentario se ha vuelto raro.

Cerró el círculo del macronismo

Macron, que en 2017 apareció como un defensor de la «nueva política» que prometía superar las divisiones tradicionales entre derecha e izquierda, se ha convertido en prisionero de su propio modelo presidencial. Hoy gobierna desde el Elíseo rodeado de desconfianza y aislamiento. La política de aferrarse a un pequeño círculo de colaboradores leales -con Lecorna al mando- ha acabado por vaciar su capital político.

Desde que se disolvió el parlamento en junio de 2024, el presidente no ha podido reconstruir el consenso mínimo necesario para controlar. Su negativa a aceptar la convivencia con la izquierda, vencedora en las elecciones legislativas, ha arrojado a Francia a un vacío institucional sin precedentes. En la serie de primeros ministros -cuatro en más de un año- está la característica más obvia de una maquinaria política que ha perdido cohesión y credibilidad.

En los pasillos del poder, algunos expertos ya hablan de un «macronismo inteligente», una receta política basada en la verticalidad y la fuerza del poder en la figura presidencial, que parece incapaz de adaptarse a la desintegración del país. Macron, que alguna vez estuvo representado por el realismo y la honestidad, se ha convertido en un símbolo del presidente autista.

(Francia) EFE/EPA/Teresa Suárez/Pool

Tierra sin mayoría y al borde de la inhibición

El nuevo proyecto de Lecorn parece casi imposible: formar un gobierno que pueda aprobar los presupuestos para el 31 de diciembre en el parlamento sin una mayoría constante. La situación es explosiva. Los republicanos, los únicos miembros clave de Macron, ya han anunciado que no participarán en la nueva Comisión. El Partido Socialista devuelve todo su apoyo para detener la impopular reforma de las pensiones, mientras que la derecha de derecha y la izquierda radical preparan nuevas propuestas de censura.

La imagen parlamentaria francesa parece una mina. Cada error podría conducir a una nueva incapacidad institucional o incluso a una resolución anticipada de la Asamblea Nacional, opción que algunos consejeros del Eliseo temen tanto como la posibilidad de una victoria electoral devastadora.

«Macron ya no controla; vive el día a día», afirmó esta semana el ex ministro de su primer mandato en declaraciones a le para. «Ha perdido la capacidad de poner visión y aferrarse al poder como quien intenta detener el tiempo».

De una crisis política a tormentas económicas

El trasfondo de esta parálisis es una perspectiva económica ansiosa. Francia registra el 5,8% del PIB público y una deuda superior al 114%, cifras que la sitúan entre los países más endeudados de la zona del euro, sólo por detrás de Grecia e Italia. La posibilidad de que el Parlamento no pueda aprobar los presupuestos en un momento preocupa a Bruselas y al mercado financiero, que temen la contracción de la segunda economía de Europa.

La acumulación fiscal va en paralelo con climas sociales raros. Las protestas contra las reformas de las pensiones siguen ocultas, los sindicatos anuncian una nueva central eléctrica y la inflación sigue reduciendo el poder adquisitivo de la clase media. En este contexto, la desconfianza hacia las elites políticas significa que el persistente avance del Reorganización Nacional Marine Le Pen (RN).

Crédito: Marine Le Pen

Riesgo Le Pen: la amenaza que Macron no puede contener

El mayor derechohabiente de esta crisis es sin duda el partido extremista. Marine Le Pen y su delfín político, Jordan Bardella, han sabido aprovechar el descontento con un discurso que mezcla soberanía económica y rechazo a la «política documental técnica» de Macron.

RN, que ya lidera el plan electoral, planea no sólo controlar la asamblea nacional, sino también cambiar las próximas elecciones presidenciales en un referéndum contra el propio sistema. Bardella, que lidera el grupo «Patriotas por Europa» en el Parlamento Europeo, es representante de una nueva cara de los platos radicales que ya no teme hablar de «resetear» la Unión Europea desde dentro.

La posibilidad de que Francia, energía nuclear y fundadora de la UE, que cae bajo el control de los partidos euroescépticos, se considere en Bruselas como un punto de inflexión. A diferencia de Hungría o Italia, Francia sería gobernada por Le Pen y sería el corazón del proyecto europeo. Sin París, la integración del continente perdería pilares históricos y simbólicos.

Europa en tensión

Por tanto, la crisis francesa tiene dimensiones continentales. Con la guerra en Ucrania aún abierta, la inestabilidad de Oriente Medio y el regreso de Donald Trump a la arena internacional, la Unión Europea necesita más que nunca cohesión. Pero la sensibilidad de Macron amenaza con paralizar el eje franco-alemán, el tradicional motor de las principales decisiones europeas.

Al mismo tiempo, el vacío político en París expulsa a sus popistas que, desde Roma o Budapest, saludan el clima de «la vieja estructura europea». Francia, el país que alguna vez fue sinónimo de estabilidad institucional y liderazgo intelectual, corre el riesgo de convertirse en un centro sísmico que debilite a toda Europa.

Presidente sin salida

Macron se enfrenta al presidente cansado del presidente cansado: si se rinde, pierde poder; Si se aprueba, la crisis se profundiza. Su exigencia de mantener un control total de la Comisión lo ha aislado incluso de sus antiguos aliados, mientras los ciudadanos perciben un gobierno que promulga leyes por directiva y un gobierno a espaldas de la calle.

El presidente que se presentó como un renovador de la política francesa acabó personalizando su cansancio. Y a pesar de que Lecorn apoya, contra toda probabilidad, la aceptación del presupuesto, el daño político parece irreversible.

Francia se encuentra una vez más en una coyuntura histórica. Lo que está en juego no es sólo sobrevivir al macronismo, sino también el futuro del sistema político francés y, por tanto, la estabilidad del proyecto europeo.

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