

En el aniversario 105 de su natalicio, la ciudad recuerda a una de las artistas más influyentes del siglo XX y símbolo de la sensibilidad femenina en el arte colombiano.
Pereira, 11 de octubre de 2025. Esta semana, el Museo Lucy Tejada se convirtió en un espacio de llamado, reflexión y agradecimiento. A 105 años del natalicio de la artista pereirana, su legado fue recordado con un homenaje que reunió voces, apariencias y emociones en torno a una figura que superó los límites del arte para convertirse en un símbolo de libertad y expresión femenina en Colombia.
El evento no sólo celebró su trayectoria como imagen, sino que también intentó releer su obra desde una perspectiva contemporánea y explorar cómo Lucy Tejada, con sus colores, figuras y silencios, contaba un país convulso pero profundo. Participaron la gestora cultural Marcela Velázquez y la crítica de arte Patricia Zorro, quienes abordaron la vigencia del universo simbólico de la artista, mientras que la cantante Viviana Trujillo aportó un matiz poético con su interpretación musical.
Una vida dedicada a la sensibilidad y la resistencia
Lucy Tejada, quien nació en Pereira en 1919, hizo de su obra una búsqueda constante de la belleza y la sensibilidad frente a un entorno caracterizado por la violencia y el desencanto social. Su obra, en la que las mujeres, los niños y la naturaleza toman un lugar central, es una crónica visual del alma colombiana, una metáfora del país que soñaba.
Tejada perteneció a una generación de creadores que se atrevieron a romper las estructuras tradicionales del arte nacional. Su pincel fue un gesto político en sí mismo: una confirmación de la voz femenina en un campo dominado por los hombres. Desde su participación en el grupo «Leave» hasta su posterior independencia creativa, su propuesta artística osciló entre la letra y la condena, sin renunciar a la suavidad que caracterizaba su estilo.
El museo como guardián de la memoria
El Museo Lucy Tejada, ubicado en el corazón de Pereira, se dio a la tarea de preservar y difundir el legado de la artista, no sólo como un espacio expositivo, sino también como un centro de diálogo entre las nuevas generaciones y la historia cultural de la región.
Durante el homenaje se revocó la importancia del museo como punto de encuentro entre memoria artística y ciudadanía, lugar donde la obra de Tejada sigue inspirando debates sobre identidad, género, territorio y sensibilidad estética.
El evento también confirmó el papel del arte como vehículo de cohesión social y construcción de memoria colectiva, en un momento en que la cultura enfrenta desafíos de sostenibilidad y apreciación pública.
Un patrimonio que desafía el presente
El homenaje a Lucy Tejada no fue sólo un acto de conmemoración, sino también una oportunidad para pensar sobre el lugar del arte en la vida política y emocional del país. En un contexto donde la cultura muchas veces se desvía ante las emergencias económicas, recordar a un creador como Tejada también es una forma de resistencia simbólica.
Su legado nos invita a reflexionar sobre el papel de la mujer en la historia del arte colombiano, sobre la necesidad de mantener viva la sensibilidad frente a la violencia y el valor de las expresiones locales como parte del patrimonio nacional.
Lucy Tejada fue más que una artista una cronista del alma colectiva. Su obra aún habla del lienzo, y recuerda que la belleza también puede ser una forma de justicia y que el arte, cuando nace del territorio y del dolor, se convierte en una forma de memoria que no desaparece.