

Cuando el sol aún no ha surgido en Guajira alto, docenas de niños y niñas caminan Para senderos de arena hacia su escuela en Uribia.
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Alguno Lo hacen descalzo, otros con el estómago vacío. Todos presionados por un deseo de aprender que persiste a pesar de las dificultades.
Ellos alcanzanl Centro de etnoeducacional integral rural (CEIR) Jacobo Arends GouriyuUna escuela sin libros, sin computadoras y, en muchos días, sin energía eléctrica.
En la entrada, Digna González, una maestra que ha hecho la vocación su mayor herramienta pedagógica. En un aula multigrada, enseña a niños de diferentes edades, dividiendo su atención como aquellos que refinan una cuerda tensa.
Su trabajo va más allá de la lectura y las matemáticas: Enseñar ciudadanía. Habla de justicia, diversidad y legalidad en medio de condiciones que parecen negar esos mismos derechos para sus estudiantes.
La escuela carece de libros, internet e incluso electricidad en muchos días. Foto:Cortesía desinorta
Pero lo que sucede en ese salón de clases no es un evento aislado. Los datos revelados por el informe más reciente del Observatorio de educación de la Universidad del Norte Barranquilla muestra una tendencia alarmante: En 2024, el Caribe colombiano obtuvo uno de los peores desempeño del país en competencias ciudadanas, Con un promedio regional de 44.98 puntos en el Knak 11. La prueba de Uribia, en particular, registró el puntaje más bajo en el país: 35.94.
Estos resultados están lejos del promedio nacional (47.61) ya a más de 14 puntos de regiones como Centro East (50.2) o Bogotá (49,84). En el caso de Uribia, el drama va más allá del puntaje: refleja una exclusión estructural, un sistema educativo desprovisto de recursos y contextos de aprendizaje profundamente desiguales.
Las figuras detrás de la crisis
El 40.77 % de los estudiantes del Caribe que pertenecen al sector oficial estaban ubicados en el nivel 1 de la prueba, que evalúa habilidades como la resolución pacífica de los conflictos, la comprensión de las normas democráticas o el respeto por la diferencia. En el país, ese nivel agrupa el 30.76 % del total de estudiantes.
En contraste, solo el 20.17 % de los estudiantes del Caribe alcanzaron los niveles 3 y 4, que muestran un pensamiento crítico y argumentativo. En Bogotá, esta proporción es del 30.89 %.
Comparativo de los puntajes saben 11 en competencias ciudadanas. Foto:En
Según el análisis del observatorio, el puntaje en las competencias ciudadanas está directamente relacionada con las condiciones socioeconómicas del estudiante. Los municipios con el índice socioeconómico individual más alto (INSE), como Barranquilla (inSe 51.97), registran mejores puntajes (48.97), incluso por encima del promedio nacional. Uribia, con un 42.61 insep, evidencia cómo Las condiciones de pobreza limitan las posibilidades de una capacitación ciudadana efectiva.
«Las condiciones sociales y educativas del entorno rural afectan el aprendizaje. Muchos niños tienen hambre, sin materiales y sin conectividad para estudiar», explica Digna, desde su habitación improvisada con viejos escritorios y paredes sin ventilación. «Aun así, quieren aprender. No se rinden».
Cuando la gerencia hace la diferencia
Sin embargo, hay municipios que, a pesar de condiciones similares, han logrado revertir la tendencia. Montería, con un inserto 46.26, alcanzó el mejor puntaje del Caribe En competencias ciudadanas: 51,16. Un logro atribuido a las políticas locales centradas en la capacitación docente, el enfoque territorial y las estrategias pedagógicas adaptadas al contexto.
Los niños en Guajira alto son los más afectados por la mala calidad de la educación. Foto:Eliana mejía
Casos como Sahagún (Inse 45.75 – Puntuación 47.72) y Sincelejo (inse 48.31 – puntaje 48,46) También demuestran que, con una gestión adecuada, es posible mitigar los huecos. Lo que diferencia a estas ciudades no es solo el nivel de inversión, sino la forma en que la capacitación ciudadana se prioriza como un eje transversal del desarrollo educativo.
Más que resultados: un compromiso con la justicia educativa
La gran pregunta es cómo cerrar esa brecha. El informe del observatorio advierte que los ajustes curriculares no son suficientes. Superar la crisis requiere una apuesta estructural: inversión sostenida, Capacitación de maestros especializados, políticas públicas que responden a los contextos locales y una visión de la justicia educativa que reconoce la dignidad de cada estudiante.
“Estas pruebas miden algo más profundo que el conocimiento: miden valores, capacidades de Diálogo, ético. Pero si los entornos no ofrecen esas experiencias, el resultado es predecible ”, refleja digna, mientras escribe fórmulas en el tablero para su próxima clase.
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Mientras tanto, cientos de niños como sus alumnos continuarán viajando senderos y dibujar obstáculos con La esperanza de la capacitación como ciudadanos, Incluso cuando el sistema parece olvidarlos. Para ellos, cada clase es un acto de resistencia.
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