
La confirmación de la decisión de corrupción contra el ex presidente por parte de la Corte Suprema no solo define su futuro judicial, sino que también reorganiza la junta política, generando un terremoto en el peronismo y planteando un nuevo desafío para el gobierno de Javier Milei.
La decisión del Corte Suprema de Argentina Para firmar la condena contra Cristina Fernández de Kirchner (CFK) Los años en prisión y la descalificación perpetua para ejercer posiciones públicas, es un hito histórico. Más allá del veredicto, sus consecuencias políticas ya se sienten y redefinen el poder en el país.
Aquí explicamos las cinco claves para comprender este nuevo escenario:
1. Un veredicto histórico que divide el país
La oración no tiene precedentes en la historia argentina moderna. Como señala el analista político Carl Moses, «es la primera vez que un ex presidente realmente enfrenta tal sentencia».
Sin embargo, su significado divide profundamente la sociedad. El politólogo Andrés Malamud lo resume de la siguiente manera: «Para una parte de los Argentinos, la oración manifiesta la igualdad ante la ley; Para la otra parte, encarna la persecución judicial ». Susanne Käss, de la Fundación Konrad Adenauer, agrega que el hecho de que el fallo no ocurriera durante el gobierno de Milei «le da a Cristina el argumento de una motivación política inmediata».
2. El dilema del peronismo: ¿quién hereda el trono?
Sin Cristina Kirchner como candidata viable, el peronismo ingresa a una fase de reconfiguración inevitable. Todos los ojos apuntan a Axel kicillofEl actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, como el heredero natural del kirchnerismo.
«No puede querer tomar ese legado», dice Moisés, quien lo describe como «más moderado en el tratamiento» y, de manera crucial, «no está asociado con la corrupción». La convicción, por lo tanto, acelera una transición de poder que ya estaba en marcha. El gran desafío para el peronismo será ver si figuras como Kicillof logran unificar un movimiento históricamente diverso y ahora huérfano de su líder más influyente.
3. Cristina: ¿El final de una era o una nueva forma de influencia?
Aunque la convicción la deja fuera de la carrera electoral, nadie termina su carrera política. CFK mantiene un núcleo de soporte duro que es alrededor del 25% del electoradoUna capital que actualmente no posee otro líder peronista.
El gran desconocido es cómo ejercerá esa influencia. «Desde la cárcel, puedes continuar influyendo, pero no podrás reunir todo el peronismo detrás de él», dice Moisés. Malamud cree que la oración «alimenta la polarización a corto plazo», pero podría desinflarla a mediano plazo por la pérdida de prominencia del ex presidente, que ahora desempeñará el papel de mártir para sus seguidores y figura de referencia desde el fondo.
4. El problema inesperado para Milei: sin el «villano perfecto»
Paradójicamente, la caída judicial de Cristina Kirchner puede no ser una buena noticia para Javier Milei. El presidente ha construido gran parte de su capital político en oposición directa al kirchnerismo. Como señala Susanne Käss, «Cristina es el villano perfecto»y su partida de la primera línea le quita al gobierno un enemigo que unificó el voto anti-K.
El gobierno ha reaccionado con cautela, destacando la independencia de la justicia. Sin embargo, como advierte Moisés, «Cristina era el enemigo ideal para Milei». Ahora, el peronismo podría reorganizarse bajo un liderazgo menos polarizador, presentando un adversario más complejo para el partido gobernante.
5. La polarización continúa, pero las reglas del juego cambian
El famoso «crack» argentino no desaparece, pero sus protagonistas podrían cambiar. La política ya no se reducirá al «Kirchnerism vs. Antikirchnerismo». Nuevos ejes de confrontación, como el que enfrenta Avances de La Libertad Con otras fuerzas de oposición, ganarán prominencia.
Se esperan movilizaciones de los sectores más leales a CFK, pero los analistas dudan de que sean masivos. El mayor riesgo para el gobierno de Milei será su reacción: una respuesta desproporcionada en las calles podría tener un alto costo político y revivir un conflicto que, con la condena a Cristina, ingresa a una fase completamente nueva e impredecible.
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