
Papa Leo XIV realizó un llamado significativo, instando a que se «deje de producir destrucción y muerte», a la vez que abogó por «revitalizar la diplomacia multilateral» y las instituciones internacionales diseñadas para resolver conflictos que surgen dentro de la comunidad internacional. Esta declaración fue hecha durante una audiencia con un grupo de diplomáticos acreditados ante la Santa Sede, donde enfatizó la importancia de trabajar en conjunto para promover la paz.
En sus observaciones, el Pontífice expresó que es imperativo revitalizar la diplomacia multilateral y aquellas instituciones que fueron creadas con el objetivo de abordar y, en última instancia, eliminar los conflictos potenciales que podrían surgir en el ámbito internacional. Destacó que, sin lugar a dudas, se requiere una voluntad firme para poner fin a la producción de destrucción y a los instrumentos de muerte que exacerban las tensiones globales, un punto crítico en el camino hacia un mundo más pacífico.
En este contexto, citó las palabras del Papa Francisco, que advierten que «la paz no es posible sin los requisitos de desarme correctos», y que cada nación debe asumir su propia responsabilidad en la defensa, entendiendo que no puede haber una carrera armamentista en un mundo que anhela la paz. Esta reflexión plantea cuestiones fundamentales sobre el equilibrio entre seguridad nacional y los esfuerzos de desarme global, un dilema que muchos líderes enfrentan en la actualidad.
El Papa también hizo un llamado a los diplomáticos presentes para que se comprometan con la construcción de «justicia». Enfatizó que la paz no es simplemente «la ausencia de guerra», sino que requiere un enfoque que vaya más allá de las meras palabras o la mera acumulación de armamento. Destacó que la paz auténtica se obtiene a través del esfuerzo y el diálogo, así como un compromiso genuino por la justicia social.
Además, el Pontífice subrayó el papel «fundamental» que juega la libertad religiosa y el diálogo interreligioso en la creación de un ambiente propicio para la paz. Este pensamiento es crucial, ya que nos lleva a considerar que el entendimiento mutuo y el respeto entre diferentes creencias son esenciales en la lucha por un mundo más armonioso.
Familia en la familia
Por otra parte, Papa Leo XIV hizo un llamado a los líderes para que «inviertan en la familia», destacando que una comunidad estable entre hombres y mujeres es fundamental para la cohesión social. Subrayó la importancia de proteger «la dignidad de cada persona», especialmente aquellos en situaciones vulnerables como los desempleados o inmigrantes, resaltando que la dignidad humana es intrínseca y no depende del estatus o las circunstancias de cada individuo.
Al abordar la búsqueda de condiciones necesarias para mantener la paz y la justicia, el Papa también se refirió a las desigualdades globales que generan «profundos ritmos de refutación e iniquidad» entre los continentes, los países e incluso dentro de las propias sociedades. Estas reflexiones son oportunas, dado el contexto actual en el que muchas naciones luchan contra desigualdades crecientes y divisiones sociales.
«Estamos viviendo un cambio de época», indicó Leon XIV, subrayando que la voz de la comunidad religiosa no puede ser silenciada frente a las injusticias y desequilibrios que conducen a conflictos, recordando la encíclica «Rerum Novarum» de León XIII, que establece una base para el compromiso social de la Iglesia.
El Papa también compartió una reflexión personal sobre su identidad como hijo de inmigrantes. «Cada uno de nosotros, en algún momento de nuestra vida, puede encontrarse en diversas situaciones, ya sea gozado de buena salud o enfermo, ocupado o desempleado, ya sea en su tierra natal o en un país extranjero. Sin embargo, la dignidad de cada persona permanece inalterada, ya que todos somos criaturas amadas por Dios», enfatizó.
Asimismo, destacó la necesidad de una comunicación auténtica para establecer relaciones pacíficas, argumentando que la Iglesia debe manifestar «la verdad», incluso si en ocasiones esta verdad es incomprendida. «Cuando las palabras se cargan de ambigüedad y ambivalencia», continuó, «y el mundo virtual presenta una percepción distorsionada de la realidad, se hace difícil forjar relaciones auténticas. Es fundamental que la Iglesia mantenga su compromiso de decir la verdad sobre la humanidad y el mundo, utilizando un lenguaje honesto y claro».
Finalmente, recordó que su ministerio comenzó en el contexto del Jubileo de la Esperanza, renovando su compromiso con la construcción de un mundo donde todos puedan vivir con dignidad y paz, especialmente aquellos que más sufren, como los ciudadanos de Ucrania y la Tierra Santa.
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