
En el último día, se llevó a cabo un importante debate en el consejo de Bogotá, convocado por el histórico Consejo del Pacto José Cuesta, que aborda temas críticos relacionados con la Alianza Pública-Privada (Aplicación) destinada a la construcción y renovación del emblemático Estadio Nemesio Camacho El Campín. Este debate ha generado un gran interés y preocupación entre los ciudadanos y organizaciones civiles que ven en este proyecto tanto oportunidades como riesgos significativos.
Un concejal expresó su seria preocupación sobre el Acuerdo de la aplicación IDRD-Everscency CTO-2772-2024, que concede al consorcio privado el control del estadio durante un período de 29 años, además de una inversión sustancial de 2.4 mil millones de pesos. Este concejal criticó fuertemente el hecho de que el distrito sólo obtendría un escaso 1% de las ganancias generadas por el proyecto, una cifra que considera escandalosa dado el tamaño de la inversión requerida. Según su opinión, esta situación refleja una entrega irresponsable de un recurso vital y no equitativo para la comunidad.
Además, el concejal enfatizó los posibles impactos negativos que la remodelación podría tener en los espacios públicos y la infraestructura urbana circundante. La aplicación, según el concejal, podría resultar en la «destrucción» del estadio El Campín y de otros espacios deportivos históricos que han sido fundamentales para la comunidad. En su lugar, el proyecto parece favorecer la creación de espacios comerciales que beneficiarían a empresas privadas, tales como restaurantes y áreas dedicadas a deportes electrónicos, en detrimento de la oferta cultural y deportiva que históricamente ha existido en la zona.
El concejal también lamentó la exclusión de los proveedores tradicionales que operan en el estadio, destacando que cientos de familias se verían afectadas. Criticó la decisión de excluir a más de 200 trabajadores, muchos de ellos mujeres y personas mayores, argumentando que esto no solo amenaza sus derechos laborales, sino que también representa una pérdida cultural y social significativa. En su análisis, la privatización del espacio infringiría los derechos básicos de los ciudadanos, permitiendo que intereses privados prevalezcan sobre el bienestar común.
Por otro lado, la concejala del Centro Democrático, Sandra Forero, defendió firmemente la idea de que el espacio público es un recurso que pertenece a todos y que los espacios privados deben cumplir una función social y ambiental que garantice el acceso a todos los ciudadanos. Según su opinión, la propuesta de transformación debe asegurar que los beneficios sean compartidos equitativamente, y que no se excluya a ciertas partes de la comunidad de este acceso.
Nota recomendada: Problemas serios en la política de viviendas sociales por el creciente stock de viviendas
Forero argumentó que el proyecto tiene el potencial de transformar de manera positiva la zona del estadio y generar ingresos significativos, al mismo tiempo que posiciona a Bogotá en los estándares de las grandes capitales del mundo. Sin embargo, también insistió en que es crucial que el Instituto de Protección y Educación Social (IPES) considere a los proveedores informales que actualmente operan en el área, enfatizando la necesidad de formalizarlos y proteger sus derechos para asegurar un equilibrio adecuado.
La concejala Qenena Ribadeneira también se expresó sobre el tema, manifestando que, aunque no desea interferir con el proyecto, considera que es fundamental incluir a los vendedores informales en las discusiones para que sus voces sean escuchadas y se les brinde una oportunidad justa.
El lobby histórico solicita a instituciones como IDRD e IPS que participen en mesas de diálogo con la aplicación, buscando soluciones que integren a estos vendedores en el diseño del proyecto. «La intención no es solamente permitirles vender, sino también conectarlos con el modelo de renovación que se está planeando», declaró Ribadeneira, subrayando que es evidente que estos vendedores no tendrán acceso a los nuevos espacios del estadio El Campín.
En octubre de 2024, la administración de Bogotá, a través del Instituto Distrital de Recreación y Deportes (IRD) y Sacia (IDD), un consorcio público-privado, llevará a cabo una inversión de 2.400 millones de pesos destinados a la transformación de los ecosistemas deportivos, con un enfoque particular en la construcción de un nuevo estadio, que se espera cumpla con las expectativas de los ciudadanos y mejore la infraestructura deportiva de la ciudad.