
Colombia se enfrenta a la encrucijada histórica. A pesar de los esfuerzos para desarrollar la paz y la justicia, la estructura estatal sigue marcada por profundas grietas del agotado modelo económico y político. El neoliberalismo destinado desde 1990 fue erosionado por los derechos sociales, debilitó al público y amplió la brecha entre los privilegios de varios y la falta de la mayoría. El país necesita un nuevo pacto fundamental que abra la puerta a una transformación profunda, democrática y sostenible. Un proceso integral que restaura el contrato social y político de la nación.
Este proceso no debe reducirse a una llamada opcional simple para elegir algunos dignatarios a cargo de escribir un nuevo carro Maghe. Estamos muy afectados como un proyecto estatal para creer que varias personas que se reunirán con sus asesores a puerta cerrada, imponiendo a la mayoría, dejaremos la crisis de violencia, inseguridad y pérdida de la legitimidad del estado. De ahí la importancia de la preparación con seriedad y compromiso de liberar el proceso con tiempos cómodos, metodología novedosa y ampliamente participación de los ciudadanos.
El proceso político y pedagógico que comienza desde los territorios, con generosos esfuerzos de comunicación que habla con todos los sectores sociales, escucha y se conecta con sus realidades, dolor y esperanza. Este debe ser un proceso participativo que fortalezca la descentralización, el poder de la decisión de ciudadanía, el reconocimiento de la diversidad y la soberanía territorial. Un camino que permite la redefinición del país del país alrededor del agua, como un elemento vital y estructural de un nuevo modelo de desarrollo y cooperación.
No es una varita mágica que nos lleva automáticamente a un país milagroso. Ningún proceso constitutivo no es una solución instantánea. Pero puede abrir un nuevo contrato de escenario nacional para que la vida pueda hacer dignidad, justicia y seguridad para todos. El escenario en el que las decisiones básicas están dictadas por el bienestar colectivo, los derechos humanos y la sostenibilidad ambiental.
El nuevo componente, el proceso democrático y popular debe conducir a la Asamblea Nacional que puede crear un gran pacto pacífico que no se limita a la amortiguación del tabaquismo, pero se extiende a la transformación de las causas estructurales de la violencia. La justicia debe ocupar el lugar central en esta transformación. La paz y la coexistencia están garantizadas por el acceso a la justicia para las víctimas, la independencia judicial, la pena eficiente por el sistema corrupto y judicial al servicio del capital y la verdad.
La seguridad también debe ser revisada. No es como una doctrina del control social o la represión, sino como seguridad para la vida, basada en la protección de la comunidad, el respeto por los derechos humanos, la prevención de la violencia y la aparición de condiciones integradas y civiles en los territorios. La vida debe ser santa, no solo protegida por las leyes, sino garantizada en condiciones materiales que permiten vivir sin miedo, sin hambre y sin desviaciones.
Superar el modelo neoliberal es un estado inevitable. Debemos completar la comercialización del derecho, recuperar el público, el trabajo de revalorización y garantizar la economía al servicio de la vida y no obtener. Esto incluye la construcción de sistemas económicos mixtos y de apoyo, con la soberanía de los alimentos, la justicia fiscal, la distribución de la tierra y el fortalecimiento del estado social de la ley.
Del mismo modo, un proceso integral debe condenar explícitamente el tráfico de drogas y el lavado de dinero, como obligaciones vinculantes para desmantelar los engranajes financieros, políticos y militares que han convertido el crimen organizado en un actor del gobierno real en los territorios. La legalización y la regulación de las drogas deben ser parte del debate, de acuerdo con la evidencia internacional que muestra el fracaso de la guerra contra las drogas.
Es igualmente urgente comenzar de acuerdo con la economía posextractivista. La dependencia de los hidrocarburos y las minas grandes causó desplazamiento, desplazamiento, contaminación y destrucción no reembolsable del medio ambiente. En el contexto de la crisis climática global, Colombia debe apostar en la feria, una variedad de transición energética, basada en la energía limpia y la protección de los ecosistemas estratégicos.
Un proceso integral no es una aventura populista o salto de vacío. Es una necesidad histórica que debe surgir de las arcillas de las personas, organizaciones sociales, víctimas de guerra y ciudadanía cansadas de promesas incumplidas. ¿Te imaginas un proceso nacido de las asambleas municipales de los ingredientes principales, que recolecta un sentimiento local y hace que conduzca a escenarios regionales, para conducir a un gran escenario de consideración y consultas de consumo nacional?
Al publicar este proceso es apostar por la paz duradera, la verdadera democracia y otras Colombia. Ha llegado el momento de construir un nuevo horizonte de país, donde se encuentran la vida, la justicia, la seguridad y la dignidad en el centro del gobierno. No funciona eso sería continuar administrando un desastre. Ahora es el momento de avanzar.
Luis Emil Sanabria D.