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La tasa de basura se ha convertido en la gran patata caliente de la política española. En realidad, hay pocas cosas inesperadas. – En un click

La tasa de basura se ha convertido en la gran patata caliente de la política española. En realidad, hay pocas cosas inesperadas.

 – En un click

Le llaman el basura y, guste más o menos, lo que es innegable es que la palabra resume bien la sorpresa que se han encontrado miles de hogares españoles al revisar sus cuentas: de repente sus ayuntamientos han empezado a cobrarles sumas más que considerables para la recogida de basura o han disparado sus tarifas (en algunos casos subiendo de 67 a 126 euros), que incluso ya se siente en el IPC.

En realidad hay pocos imprevistos, si se tiene en cuenta que es algo que se ve venir (al menos) a partir de 2022. Lo que hay detrás es debate… y dudas.

¿Qué ha pasado? Que España ha visto cómo la basura se convertía en una enorme patata caliente política. Y con razón, si tenemos en cuenta que miles de hogares repartidos por todo el país se han encontrado con que el proyecto de ley que les aprueba su ayuntamiento para financiar la recogida de residuos ha sido desencadenado. En algunas ciudades un nueva tarifa.

La subida ha sido tan contundente que ya se refleja claramente en el IPC y en algunos municipios ha provocado acaloradas protestas. El mejor ejemplo quedó los lunes Cangas (Pontevedra), donde un millar de vecinos se concentraron frente al Ayuntamiento para protestar contra lo ya convocado (allí y en el resto del país) basura. El enfado vecinal llegó a tal punto en el municipio que a los concejales no les quedó más remedio que salir escoltado por la policía.

¿Pero por qué la tarifa es más cara? Por el BOE. Para entenderlo hay que volver a Ley 7/2022 . Entre otras cuestiones, la norma establece que los ayuntamientos de España deberán dotarse de «una prestación fiscal o patrimonial de carácter público no tributario, específica, diferenciada y no deficitaria que permita implantar un sistema de pago por generación y que refleje el coste real, directo o indirecto, de las operaciones de recogida, transporte y tratamiento».

La redacción es algo confusa, pero al menos deja claras dos ideas. En primer lugar, los municipios tienen que cobrar una factura específica centrada en la basura. En segundo lugar, debe prevalecer la máxima de ‘quien contamina paga’, con una tarifa que cubra «el coste real, directo e indirecto» del servicio de recogida.

No es un matiz menor si tenemos en cuenta que en muchos municipios el servicio era deficiente y fue compensado vía impuestos. La Mancomunidad de O Morrazo, por ejemplo (la que sufrió las protestas del lunes) maneja un informe que revela que su servicio sufrió un déficit de unos dos millones de euros.

¿Por qué es noticia ahora? porque el Ley 7/2022 incluía otra indicación: daba a los ayuntamientos un plazo máximo de tres años para cumplir con este requisito, plazo que finalizaba en principios de abril. Desde entonces, los municipios con más de 5.000 habitantes Están obligados a ajustarse a la norma. Algunos, como Barcelona, lo han sido durante años preparar el terreno para suavizar el golpe; pero otros han esperado hasta casi el final. De hecho, la mayoría de los ayuntamientos han optado por dar largas y algunos aún no se han adaptado, como es el caso de málaga cualquiera Baleares.

Donde se ha notado el cambio es en Madrid. Allí el impacto ha sido especialmente notable porque en 2015 la entonces alcaldesa (Ana Botella) decidió «eliminar» la tasa de basura en aras de «menor presión fiscal sobre el bolsillo de los ciudadanos». Después de años con el importe incluido dentro del IBILos residentes de la capital se han topado con una Tarifa de gestión de residuos que, según los cálculos publicado por el propio Consistorio en octubre, tendrá un coste medio de 141 euros para viviendas y 310 para inmuebles comerciales.

¿Afecta tanto a los bolsillos? La mejor manera de responder a esa pregunta es utilizar el INE. Sus últimos cálculos sobre el IPC, correspondientes al mes de septiembre, muestran una incremento interanual del 30,3% en recogida de basura, el mayor (con diferencia) de una serie histórica que se remonta a 2008.

El dato supera ampliamente al índice general (3%) y de hecho ha influido en su tendencia alcista. Es un matiz importante porque, si bien ya finalizó el plazo fijado en la ley de 2022, sus lineamientos no han sido aplicados en todas las ciudades del país. Cuando eso suceda, no es descabellado pensar que ese 30,3% será aún mayor.

¿Por qué tanta controversia? si el basura ha levantado tanto revuelo político, no es sólo por el coste que supone para residentes y empresas. El debate ha girado en torno a preguntas más formales pero igualmente importantes: ¿quién es en última instancia responsable de los aumentos? ¿Son los ayuntamientos con las fórmulas que aplican a la hora de calcularlo, es el Gobierno para impulsar la norma 2022 o es Bruselas, a través de las directivas comunitarias que cita la propia ley?

Algunos ayuntamientos, como Alcobendasya ha difundido comunicados para informar a sus vecinos que se aplican los nuevos recibos de basura «obligatorios».

Lo cierto es que meses antes de que expirara el plazo marcado por la ley, en octubre, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) ya exigido al Gobierno revisar una ley que, a su juicio, es «complicada de entender y aplicar» y desconoce la autonomía municipal. En concreto, pidieron al Gobierno de Sánchez «una regulación mucho más clara y concisa que evite la discrecionalidad de cada entidad local» y al mismo tiempo garantice los objetivos marcados por Bruselas.

¿Es eso importante? Sí. Y por varias razones. La primera porque uno de los temas que más debate está suscitando sobre la basura Son las diferencias entre ciudades y los riesgos que esto implica. «Se puede aplicar en función del domicilio, del número de personas que residen en la vivienda, del valor catastral… Hay muchas posibilidades y sin una guía podemos acabar con más de 8.000 tasas de basura diferentes, lo que seguramente generará recursos e incluso distintos criterios en los tribunales hasta que el Tribunal Supremo unifique doctrina», explicado ya el pasado diciembre abecedario la Asociación de Inspectores de Hacienda Locales.

Otra de las claves que deja fuera el comunicado de la FEMP son los objetivos marcados por Bruselas. O dicho de otro modo, ¿qué piden y hasta dónde llegan las directivas comunitarias en la materia? El PP ya ha recordado al Gobierno que las directrices europeas establecen «objetivos a cumplir para reducir la generación de residuos y aumentar la reutilización y el reciclaje», pero deja en manos de cada Ejecutivo «desarrollar sus propias leyes sobre cómo alcanzar estos objetivos».

Imágenes | Ayuntamiento de Madrid

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