
en el auditorio Mario Santo Domingo de Aduanacultura e instituciones se dieron la mano en un acto cargado de simbolismo. Sharon Hurtado Esquiaqui, Reina del Carnaval del 44, entregó la máxima distinción de esta festividad, el “Carnaval Joselito”, a Edwin Masleider Urrego Pedrazacomandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla (Mebar), ya Juan Carlos Correa Escobarcoordinador de la Policía Cívica del Adulto Mayor.
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El evento se realizó en el marco de la conmemoración de los 134 años de la Policía Nacional, destacando el compromiso de la institución con la seguridad y la preservación de las tradiciones durante las festividades. La ceremonia incluyó elección de la Reina del Carnaval de la Policíauna actividad que, más allá del protocolo, reflejó la alegría y el espíritu festivo que caracteriza a los uniformados cuando se suman a la cultura popular.
La reina del 44 carnaval destacó el trabajo de las autoridades. Foto:Cortesía
¿Por qué “Carnaval Joselito”?
La entrega del “Carnaval Joselito” a la Policía Nacional No es sólo un acto protocolarya que es también el reconocimiento a una labor que permite vivir la fiesta sin miedo. En palabras de los organizadores, es “exaltar el liderazgo y el apoyo institucional brindado a las tradiciones culturales del 44 Carnaval, así como su labor por la seguridad y protección. convivencia ciudadana”.
El reconocimiento no es un simple trofeo, precisamente por eso lleva el nombre del personaje más emblemático del Carnaval de Barranquilla. Joselito Carnaval simboliza la esencia de la fiesta: la vida como celebración y despedida de la juerga. Según la tradición, Joselito “muere” el martes de Carnaval, exhausto tras días de baile y licor, para resucitar cada año con la misma euforia. Su entierro, acompañado de viudas llorosas y procesiones humorísticas, marca el cierre de la fiesta y representa el dualidad entre alegría y nostalgia.
La Policía Nacional ha encontrado en la cultura un puente para acercarse a la comunidad Foto:Cortesía
Convertido en leyenda, Joselito es hoy un ícono cultural que trasciende generaciones. Que su nombre se utilice para una distinción significa honrar la autenticidad del carnaval y reconocer a quienes contribuyen a que la celebración se viva en paz.
El Carnaval del 44: la resistencia del bordillo
El Carnaval del 44, también conocido como “Frenar el Carnaval”nació hace más de dos décadas como respuesta a la creciente comercialización del Carnaval oficial. Su esencia es clara: rescatar a los espontaneidad y tradición. Cada año, la emblemática Carrera 44 se convierte escena del desfiledanzas patrimoniales y trajes que evocan la historia popular. Con menos vallas y publicidad, el pueblo baila junto a las comparsas, reafirmando que el carnaval es, ante todo, una fiesta para todos.
Este espacio ha permitido a los realizadores mantener expresiones animadas como el Doodle, el danza del congo y las letanías, elementos que son patrimonio cultural y que encuentran su refugio frente a la modernidad.
La tradición se vive uno al lado del otro en la Carrera 44. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
Sharon Hurtado Esquiaqui representa la nueva generación del bordillo. Estudiante de Comunicación Social y Periodismo, amante de la danza y la cultura, la soberana asumió el desafío de visibilizar a los hacedores y promover mensajes de sustentabilidad. Bajo el lema “La magia de la acera, donde cabemos todos”Sharon ha llevado el Carnaval del 44 a escenarios internacionales y ha insistido en que esta fiesta es un espacio de inclusión y salvaguarda cultural.
Más allá del despliegue operativo que cada año garantiza la seguridad en más de 250 eventos oficiales, la Policía Nacional ha encontrado en la cultura un puente para acercarse a la comunidad. Desde la creación de la Orquesta Internacional de la Policía, ganadora del Congo de Oro en el Festival de Orquestas, hasta iniciativas como “Policía del ritmo”la institución ha optado por estrategias que integran arte y prevención.
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Durante el Carnaval de 2025, por ejemplo, hubo una Reducción del 67% en homicidios en Barranquilla, gracias a un dispositivo que incluía drones, cámaras analíticas y policías encubiertos caracterizados como carnavaleros. Estas cifras acaban siendo la demostración de que la seguridad también puede bailar al ritmo de la tradición.
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