París, 7 nov (EFE).– América Latina incrementó significativamente su acción climática hasta 2021, pero desde entonces se ha desacelerado, advierte la OCDE en su informe anual sobre acción climática, publicado el jueves al inicio de la COP30 en Belém (Brasil).
El documento 2025, que analiza la situación en América Latina en particular, confirma que, a nivel mundial, los esfuerzos para frenar el calentamiento global son «insuficientes para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París» del que ha transcurrido una década.
En ese sentido, los desastres relacionados con el cambio climático causaron alrededor de 16.000 muertes en 2024 y pérdidas económicas totales de más de 328 mil millones de dólares, superando la cifra estimada en 2023 de 303 mil millones.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) advierte que el indicador que mide la ‘acción climática global’ creció sólo un 1% en 2024, «confirmando una desaceleración en el progreso observado desde 2021».
«Esta pérdida de impulso – añaden los autores – ya no puede atribuirse sólo a la pandemia (2020-2021) o a las crisis económicas, sino a barreras estructurales».
La organización multilateral con sede en París explica también que esta desaceleración se produce en un momento en el que «las emisiones globales de gases de efecto invernadero han alcanzado un récord de 55 Gt de CO2 en 2023».
En los 38 países de la OCDE y sus socios, la generación de electricidad y calor (33%) y el transporte (15%) representan las porciones más grandes de las emisiones totales, lo que refleja «una dependencia continua de los combustibles fósiles».
‘The Climate Action Monitor 2025’ (título original del informe) advierte en particular del «atraso del sector del transporte, a pesar de los avances en los vehículos eléctricos y las prohibiciones de los motores de combustión interna». Este último sólo entrará en vigor «a partir de 2035 o más tarde», recuerda la organización y hace referencia a los planes de la Comisión Europea (CE).
Junto a esto, los riesgos climáticos también han empeorado. Según la OCDE, el año 2024 fue «el más cálido jamás registrado y el primero en superar el objetivo de 1,5 grados Celsius del Acuerdo de París».
«Las proyecciones sugieren que las temperaturas medias globales aumentarán significativamente en todos los escenarios climáticos», dice el informe, que pide que se utilicen datos armonizados para ayudar a los gobiernos a diseñar estrategias efectivas para cumplir con el Acuerdo de París.
Más noches calurosas en Brasil y España
La OCDE proporciona ejemplos concretos en América Latina. En Brasil, sede de la COP de este año, el estado de Mato Grosso registró, en promedio y entre 2020 y 2024, 33 días adicionales de calor extremo (más de 35 grados centígrados) y noches tropicales (al menos 20 grados), en comparación con el período 1981-2010, cuando se consideraba que había un clima normal.
Otras zonas latinoamericanas se vieron afectadas por estos notables aumentos: Córdoba (Colombia), Madre de Dios (Perú) y Formosa (Argentina).
En Europa, los autores del informe señalan a la región española de Castilla La Mancha como donde las proyecciones son más pesimistas.
Se espera que sufra 10 días más de calor extremo y noches tropicales que el promedio nacional de España, lo que amerita «medidas de adaptación localizadas» por parte de la OCDE.
En América Latina, la OCDE elogia «la creación de estructuras institucionales, leyes marco y el establecimiento de objetivos de reducción de emisiones», pero advierte contra una desaceleración de estos avances a partir de 2021.
Chile, Costa Rica y México son los tres países que «lideran el camino» en la lucha contra el calentamiento climático en la región.
‘El Monitor de Acción Climática 2025’ confirma que uno de los frenos en América Latina es que hay ‘poco uso’ de instrumentos de mercado para desalentar el uso de fuentes contaminantes, como los impuestos al carbono o los subsidios a los vehículos eléctricos.
Además, la OCDE advierte que América Latina es una de las zonas que muestra «disminuciones significativas en la humedad del suelo, lo que indica un aumento del riesgo de sequías y sus consecuencias para la agricultura y la disponibilidad de recursos hídricos». EFE