El Centro de Convenciones del Hotel Estelar de Santa Marta Fue el escenario donde se encontraron la diplomacia y la cultura ancestral. Bajo estrictas medidas de seguridad y ante la mirada de más de 60 delegaciones internacionales, el Presidente Gustavo Petro inauguró oficialmente la IV Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE), reunión destinada a fortalecer la cooperación birregional.
Pero más allá de los discursos, un detalle captó la atención de todos: los jefes de Estado y altos representantes portaban mochilas arhuacas colgadas al hombro. Tejido con hilos de algodón y con símbolos sagrados de Sierra Nevada, Cada pieza era una obra de artesanía que llevaba siglos de historia y espiritualidad.
“Aquí convergen el pasado y el futuro del continente”, dijo Petro antes de iniciar la sesión plenaria, destacando que Santa Marta, la ciudad más antigua de Colombia, simboliza el punto de conexión entre América Latina, el Caribe y Europa. El presidente quería que el gesto hablara por sí solo: un puente entre la modernidad diplomática y las raíces del corazón del mundo.
Manos detrás del símbolo
Las mochilas que llegaron a manos de los líderes fueron confeccionadas por 60 mujeres indígenas arhuacas pertenecientes a la Asociación de Familias Productoras Indígenas Asoseynekun, con sede en el municipio de Pueblo Bello, Cesar. Desde allí, entre montañas y cafetales, las tejedoras trabajaron incansablemente durante siete días para cumplir con el pedido del Gobierno Nacional.
En Pueblo Bello, Cesar, las mujeres arhuacas tejieron incansablemente mochilas durante siete días. Foto:redes sociales
Clarivette Navarro Izquierdo, representante legal de la asociación, recuerda con orgullo cómo fue todo: “el Gobierno buscó una organización que tuviera sello de comercio justo y trabajara con productos como café y cacao. Nos recomendaron y fue una oportunidad inmensa. Las mujeres se sintieron felices porque estaban tejiendo algo que el mundo iba a ver”.
Las mochilas fueron hechas por mujeres de dos comunidades: Yeurua, que en lengua arhuaco significa templo del agua, y Cuánime, que significa nacimiento. Ambos están ubicados en el corazón del Cesar, donde tejer no es sólo una tradición, sino una forma de narrar la vida y la relación con la naturaleza.
Tejiendo sueños en tiempo récord
El pedido era exigente: 80 mochilas en siete días, con materiales autóctonos, diseños simbólicos y una calidad que representaba toda una cultura ante el mundo.
Más que un objeto hecho a mano, la mochila es un recuerdo vivo para el pueblo Arhuaco. Foto:Redes sociales
«Fue en un tiempo récord. Tuvimos que buscarlas en dos comunidades y trabajar día y noche. Cada mochila era revisada por el Gobierno antes de ser entregada. Queríamos que estuvieran perfectas», afirma Navarro Izquierdo.
Cada pieza fue pagada en 180 mil pesos, un valor modesto en comparación con su importancia cultural. Pero para los tejedores, el verdadero pago fue otra cosa: el orgullo de ver sus creaciones colgando sobre los hombros de presidentes, cancilleres y representantes internacionales.
“Cuando una mujer teje una mochila, teje los sueños y el futuro de nuestro pueblo. Es una forma de conectar con el corazón del mundo y con la tierra”, explica el líder indígena, mientras muestra fotografías de los artesanos hilando sus diseños bajo el sol de la Sierra.
El significado del hilo y el tiempo.
En la cosmovisión arhuaco cada línea, cada figura y cada color tiene un mensaje. La tela simboliza la conexión entre el pensamiento del hombre, la naturaleza y el espíritu. Por eso, cuando Petro decidió llevar estas mochilas a la cumbre, no solo entregó un souvenir hecho a mano: entregó una filosofía de vida.
«Cada diseño tiene un mensaje diferente, pero el fondo es el mismo: hablar del corazón del mundo. Es un detalle lleno de amor, esfuerzo y sacrificio, que lleva nuestras energías y nuestra paz», subraya. Claribeth Navarro.
Cada diseño, color y forma de una mochila Arhuaco contiene un mensaje espiritual. Foto:Redes sociales
Para estas mujeres, el gesto presidencial significó una ventana abierta al reconocimiento. Por primera vez, su arte ancestral se convirtió en lenguaje diplomático, y sus hilos, antes confinados en los caminos de la Sierra, traspasaron fronteras y recintos internacionales.
Del telar al escenario global
Asoseynekun agrupa a 350 familias indígenas que viven del café, el cacao y la artesanía. La mayoría de las tejedoras son madres que encuentran en el tejido una fuente de sustento y una herencia que transmiten a sus hijas. “Estas mochilas representan nuestras historias y nuestros sueños. Son una extensión de nosotros mismos.”, dice una de las mujeres de la comunidad Cuánime, mientras sostiene el hilo que dará forma a su próxima creación.
El momento en que los líderes europeos y latinoamericanos se pusieron las mochilas fue, para ellos, una confirmación de que su cultura tiene valor universal.
“Ahí van nuestros sueños. Nuestras energías se van. Y ahora, estos jefes de Estado también llevan un pedacito del corazón del mundo”, concluye Navarro.
Con ese hilo invisible que une Sierra Nevada con las mesas diplomáticas de Santa Marta, Colombia No sólo mostró su riqueza cultural, sino que tejió, con manos indígenas, una nueva forma de hacer diplomacia: desde el alma de su pueblo.
Por Roger Urieles, para EL TIEMPO, Santa Marta. En X @rogeruv