
La mañana del jueves, desde la penitenciaría y el complejo de la prisión de Bogotá, La Picota, se conocía la firma del acuerdo entre las estructuras penales. Pepes y Costeños, organizaciones penales responsables de crímenes, extorsión, tráfico de drogas y armas que sacuden a Barranquilla y su área metropolitana.
Los líderes Jorge Eliécer Díaz Collazos, también conocido como ‘Castor’ y Digno de Palomino Suscribieron una declaración en la que expresan su disposición a unirse a la llamada de Paz urbana promovido por el gobierno del presidente Gustavo Petro. La tregua se extenderá, en principio, hasta el 20 de enero de 2026.
«Es la concreción de un escenario inicial orientado hacia la salvaguardia de la vida y la no instrumentalización de niños y jóvenes por la violencia», dijo David Luquetta, director del Instituto de Paz y Democracia de la Universidad Autónoma del Caribe (IPD-UAC).
El contenido del acuerdo
En el documento, los líderes de ambas estructuras se comprometen a Suspender homicidios, robos y extorsión, y para separar las partes del «Picós» del control territorial criminal, reconocerlos como espacios de coexistencia cultural. Además, llaman a otras organizaciones atlánticas para unirse al proceso de paz urbano.
Worthy Palomino, líder de los Pepes, envió una carta al presidente Gustavo Petro e Isabel Zuleta. Foto:Archivo privado
La declaración, firmada con acompañamiento de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, indica que el acuerdo está motivado en el deseo de «contribuir a la recuperación de Coexistencia del Pacífico en Barranquilla « y para garantizar que los niños y los jóvenes de los vecindarios populares tengan otra oportunidad de vida.
El fondo es la confrontación sangrienta que han protagonizado durante años Ambas bandas, dejando cientos de muertos En Barranquilla y su área metropolitana, principalmente debido al tráfico de drogas, el microtrafficking y la disputa de extorsión.
La voz de la academia y la sociedad civil
Para el Instituto de Paz y Democracia de la Universidad Autónoma del Caribe, la declaración representa un paso inicial pero no definitivo. «Este compromiso no reemplaza las responsabilidades del estado, pero abre un escenario en el que el testamento expresado debe ir acompañado de verificación ciudadana, presencia institucional local y construcción de confianza», dijo el IPD-UAC en un comunicado.
Jorge Eliécer Díaz Collazos, líder máximo y fundador de ‘Los Costaños’. Foto:Tiempo de archivo
El director David Luquetta Insistió en que la paz urbana requiere un amplio apoyo: «La invitación es a las instituciones nacionales, distritales y departamentales para proporcionar refugio y legitimidad legal al proceso, y también a la sociedad civil, la academia y otros actores para acompañar esta iniciativa».
El instituto también llamó a la comunidad internacional y al sector privado para apoyar el esfuerzo, entendiendo que la transformación de las realidades en los territorios afectados por la violencia es la tarea colectiva.
Desafíos y escepticismo
El anuncio ocurre en medio de la desconfianza de algunos sectores sociales y políticos, que recuerdan que Coastal y Peps han protagonizado múltiples masacres, ataques y extorsión en la región. La tregua, para cumplir, sSe aliviaría en la capital del Atlántico, donde los comerciantes y transportadores han sido víctimas constantes de amenazas selectivas y homicidios.
Sin embargo, las organizaciones de defensa de los derechos humanos advierten que el desafío será garantizar mecanismos de verificación efectivos, evitar que las estructuras usen la tregua como una estrategia de reposicionamiento y proteger a las comunidades más impactas por disputas armadas.
David Luquetta. Director del Instituto de Paz y Democracia de la UAC. Foto:Cortesía de UAC
En ese contexto, la declaración IPD-UAC adquiere un valor particular: DLa academia ofrece acompañamiento metodológico y social para la paz metropolitana No te quedes en el papel, pero traduzca en transformaciones reales en la vida de los vecindarios populares.
El acuerdo, firmado en la prisión de La Picota, proyecta Barranquilla y el Atlántico como un nuevo escenario de negociación en el marco de la Política Nacional de Paz del Gobierno Nacional. La sociedad civil y las instituciones ahora tienen el desafío de convertir esa voluntad en hechos tangibles, Bajo la lupa de un territorio que sabe muy bien las promesas no cumplidas.
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