
A partir de este domingo, los colombianos comenzaron a pagar un impuesto que ni siquiera corresponde al año en curso. El gobierno de Gustavo Petro decidió por la Directiva que las empresas deberían predecir el impuesto sobre la renta que deberían pagar en 2026. En otras palabras, el estado hoy cobra lo que las empresas aún no han funcionado. Esta medida, disfrazada de «ajuste técnico», es, de hecho, una clara señal de que el país está experimentando una grave crisis fiscal.
El nombramiento nombra la relación de preservación para la fuente, especialmente la industria de la extracción. Al mismo tiempo, otras industrias como universidades, servicios culturales o actividades también serán niños. Lo que hace el gobierno es simple: se necesita dinero de donde puede, independientemente del impacto económico, para llenar un agujero que él mismo se ha expandido. Petro usa una empresa como una caja menor de su distorsión.
El problema de fondo no se resuelve con esta obra. El gobierno planea recaudar alrededor de 13 mil millones de pesos, un número que no cubre la mitad del déficit actual, que ya es de más de 27 mil millones. Colombia hoy tiene una política fiscal que se acerca peligrosamente al 8 % del PIB. Y si eso continúa, la deuda pública alcanzará un nivel histórico, incluso más alto que la pandemia. Esta no es una medida organizacional: hay un curito en el sangrado.
Desde un punto de vista legal, el comando es el abuso. El gobierno toma el poder correspondiente al Parlamento. Enmendar las reglas del juego de impuestos por directiva es liberar la constitución e ignorar el principio de legitimidad en asuntos fiscales. No es una medida técnica, es una reforma fiscal disfrazada que, además de ser un fraude, es profundamente irresponsable.
Esta no es la primera vez que el gobierno hace lo mismo. En 2023, trató de promover el impuesto sobre la renta y terminó admitiendo que había errores. ¿Y qué hace ahora? Él comete el mismo error, pero esta vez con más insatisfacción. Lo que se muestra es que no hay una política económica grave, sino girar peligrosos para tener tiempo y evitar la responsabilidad del hombro.
Los efectos de la economía son crueles. Las empresas perderán liquidez, muchos proyectos se detendrán y algunas industrias, como la agricultura, seguirán siendo niños. Existe el riesgo de que los pequeños fabricantes abandonen una economía formal y esto afectará el empleo, la inversión y los precios. En lugar de crear confianza, el gobierno crea miedo e incertidumbre.
Los más serios son los mensajes políticos. Dado que no se pudieron cumplir nuevas reformas fiscales en el Congreso, Petro decide controlar con el nombramiento. Si no puede apoyar, pon. Si no hay dinero lo aprieta. Este documental es una democracia peligrosa. Dejar de lado la autoridad legislativa, trabajando con los números y controles en la parte superior de las órdenes muestra que el gobierno pierde el curso y el control.
Colombia no merece un gobierno que controla el látigo, que consume sin gestión y resuelve sus errores al exprimir contribuyentes. Esta medida es un reflejo claro de la política fiscal de Petro. En lugar de ordenar la casa, decidió traer fuego para el futuro. Y lo peor: quiere que todos lo paguen por adelantado.