
En la zona rural del municipio de Sucre, al sur de Cauca, la reconocida maestra, líderes sociales y la madre comunitaria Laura Guzmán Macías fue asesinada, un hecho que ha generado consternación entre las comunidades y un profundo rechazo de diferentes sectores sociales e institucionales.
El crimen ocurrió este miércoles 10 de septiembre, cuando la mujer se movilizó con su esposo hacia su casa en la aldea de Quito. Según versiones preliminares, fueron interceptados por hombres armados que abrieron fuego contra el maestro. Aunque la comunidad inmediatamente reaccionó y la transfirió al Hospital de la Universidad de San José de Popayán, Guzmán Macías murió debido a la gravedad de las heridas.
Laura Enid Guzmán Macías, maestra y líder social asesinada. Foto:Particular
Las primeras hipótesis señalan que el ataque habría sido perpetrado por miembros del Ejército Nacional de Liberación (ELN), que mantiene la presencia en el área junto con la estructura de Andrés Patiño de los disidentes de FARC. Las autoridades aún no entregan un informe oficial sobre los responsables, pero el hecho se suma a la larga lista de delitos que afectan a los líderes sociales en el departamento.
Un legado en defensa de la infancia y la comunidad
Laura Enid Guzmán fue reconocida por su trabajo como maestra comunitaria y madre vinculada al Instituto de Bienestar Familiar Colombiano (ICBF). Durante años, dedicó su vida a la atención y la capacitación de la primera infancia en un jardín comunitario en el municipio de Sucre, un trabajo que ganó el respeto y el afecto de las familias de la región.
«El aura enid Guzmán Macías fue consagrado con la determinación, con devoción, para cuidar y proteger a los niños de su comunidad. Su vocación, entrega y compromiso con la infancia son un ejemplo de servicio que no puede ser extinguido por la violencia», dijeron las directivas de ICBF en un comunicado en el que el asesinato fue profundamente.
Existe preocupación por la seguridad de los líderes sociales en el Departamento de Cauca. Foto:Mario Caicedo / Efe
El Instituto también enfatizó que su memoria permanecerá viva en los corazones de docenas de niñas y niños que encontraron en él un ejemplo de amor y dedicación. «Las madres comunitarias son guardianes de niños y constructores de paz en los territorios. Su vida debe ser respetada, defendida y protegida, porque en cada comunidad madre el futuro de miles de niños de Colombia», agregaron.
Alarma por el resurgimiento de la violencia
El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) denunció que con el asesinato de Guzmán Macías ya hay 30 líderes sociales asesinados en Cauca y 115 en todo el país desde 2025.
Leonardo González, coordinador de Indepaz, dijo que la víctima «era un líder social y docente comprometido con la defensa de los derechos humanos y el liderazgo comunitario en el sur de Cauca».
El defensor del pueblo recordó que ya había emitido alertas tempranas sobre los riesgos que enfrentan los líderes y los defensores de los derechos humanos en Sucre y otros municipios en el departamento, debido a la fuerte presencia de grupos armados ilegales que disputan el control territorial.
Las autoridades aumentaron su presencia en el área, después del reciente acto de violencia. Foto:Fuerzas militares de Colombia
Consternación en la comunidad
La noticia ha causado dolor en las comunidades de Sucre, que hoy lloran la pérdida de una mujer que trabajaba diariamente para la educación, la vida y la esperanza. Los vecinos, familiares y colegas han destacado su vocación de servicio, recordándola como una mujer dada a la enseñanza y la protección de la infancia en medio de un contexto marcado por la violencia.
El asesinato de Laura Enid Guzmán Macías no solo representa una tragedia para su familia y comunidad, sino que también evita la situación de riesgo grave que enfrenta líderes sociales en Colombia, particularmente en el Departamento de Cauca, una de las regiones más derrotadas por el conflicto armado.
Si bien las autoridades avanzan en las investigaciones para aclarar a los responsables, el clamor generalizado es que no hay impunidad y que las medidas de protección se fortalecen para aquellos que defienden los derechos humanos y trabajan para el pozo de las comunidades más vulnerables.
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