Martillo es un pequeño pueblo del municipio de Ponederaen el departamento del Atlántico, que se prepara para llenarse de humo, risas y aromas que evocan el recuerdo de la cocina caribeña.
Allí, donde se preservan las tradiciones entre el canto de los pájaros, todo está listo para recibir a los visitantes que arribarán este domingo a la cuarta versión del Fiesta del Sancochouna fecha que exalta el sabor, el ingenio y la herencia culinaria del Atlántico.
En el corazón del pueblo, uns 90 matronas afilan sus cucharones y alimentan las estufas de leña. Bajo improvisadas carpas y entre enormes calderos, preparan los ingredientes que darán vida a veinte variedades de sancocho, además de otras sopas y platos típicos que reflejan La identidad del Caribe. En Martillo cada olla tiene una historia, y cada receta, una voz que viene de las abuelas.
Un pueblo que cocina su identidad
Martillo no suele aparecer en los mapas turísticos, pero cada año se convierte en epicentro de sabores y encuentros. En su plaza principal, donde se desarrollará el festival, Se espera la llegada de más de 7.500 visitantes.
El lugar se transforma en un “rincón del sabor”, como lo llaman sus habitantesdonde se mezclan música tradicional, historias de cocina y el bullicio de los comensales.
El “mudo martillero” y el sancocho “La Conquista” son los platos estrella de la cita gastronómica. Foto:Gobernación del Atlántico
Los asistentes podrán degustar sancochos callos, costilla, gandul, pollo, cerdo, cola, trifásico, apodo, pato ahumado, pusandao e incluso guisantes, entre muchos otros. Pero el plato estrella será “martillo mudo”, al lado del sancocho “La Conquista”, dos preparaciones que resumen el ingenio y la memoria culinaria del pueblo.
Eliécer Arrieta, fundador del festival, Dice que la idea nació en el año 2022, cuando los visitantes a las fiestas patronales no podían dejar de elogiar el sabor del sancocho local. “Dijeron: ‘¡qué sancocho más chido, que hagamos fiesta!’ y aquí estamos, con nuestra cuarta versión y los fogones encendidos”, recuerda. “El domingo no cocinas en casa, almuerzas en Martillo”.
De la leña al orgullo local
El festival no es sólo un escaparate de sabores, sino también un motor de la economía local. Celia Pérez, gestora social de Ponedera, explica que se ha potenciado el uso de productos cultivados por los propios agricultores. “Esto fortalece la cadena productiva y nos permite mostrar una cocina auténtica, donde el campo se sirve en cada plato”, afirma.
El sancocho es el plato estrella del evento gastronómico. Foto:Gobernación
Entre las parteras se respira emoción en el aire. Carmen Rúa, una de las cocineras con más trayectoria, defiende el uso de la estufa de leña como símbolo de resistencia. «Sancocho sin leña no es sancocho. Ese humo es el alma del sabor costeño. En cada caldero se moldea el Atlántico con nuestras manos y el fuego vivo de la tradición», dice mientras remueve una olla que humea al amanecer.
A un costado de la plaza, las familias organizan sus puestos con platillos desde los 15.000 pesos. Cada uno lleva su toque secreto, un gesto, una especie de firma que los distingue. “Aquí la gente prueba un bocado y recuerda su infancia”, afirma Arrieta, convencido de que la memoria también se nutre.
Música, cultura y tradición a fuego lento
Lázaro Cotes, asesor de Patrimonio de la Secretaría de Cultura del Atlántico, asegura que el festival es un ejemplo vivo de la identidad del departamento. «Estas manifestaciones populares preservan el patrimonio inmaterial y reflejan quiénes somos. Por eso el Gobierno las apoya como expresión de orgullo colectivo», afirmó.
Ubicación del pueblo de Martillo en el centro del Atlántico. Foto:Captura de pantalla
El evento contará con apoyo de la Fuerza Pública y un plan de contingencia para garantizar una jornada tranquila. Desde el mediodía, La Fundación Fantasía de la Candelaria abrirá la agenda cultural con música de viento, comparsas y el tradicional baile del Son de Pajaritoun baile ribereño de la Magdalena reconocido por su elegancia y ritmo melodioso.
El cierre se realizará por la Súper Banda de Colombo, junto a las actuaciones de vallenato de Manuel Villate y Samuel Morales, hijo del recordado Kaleth Morales. Así, entre música, humo y risas, Martillo se reafirma como el pueblo donde el Caribe se cocina con amor y se sirve con historia.