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En 2011 Japón cerró la central nuclear más grande del planeta. Ahora ha decidido reabrirlo en pleno debate energético – En un click

En 2011 Japón cerró la central nuclear más grande del planeta. Ahora ha decidido reabrirlo en pleno debate energético

 – En un click

El debate nuclear, que Japón creía cerrado, vuelve a escena. La autorización del gobernador de Niigata para reactivar Kashiwazaki-Kariwa, la mayor planta atómica del mundo, ha hecho saltar las alarmas: emergen la desconfianza ciudadana, la sombra de Fukushima y las dudas sobre si TEPCO es la empresa adecuada para liderar la nueva etapa energética del país.

¿Un nuevo resurgimiento nuclear? La central Kashiwazaki-Kariwa, gestionada por Tokyo Electric Power Company (TEPCO), no ha producido ni un solo kilovatio desde 2012. El cierre fue consecuencia directa del tsunami de 2011 y de los tres crisis de Fukushima Daiichi, un golpe que dejó bajo sospecha a reactores con diseños similares. Aquella coincidencia técnica fue suficiente para mantener sus siete reactores parados durante más de diez años, pese a que la planta era esencial para el suministro eléctrico del noreste de Japón.

Según el diario japonésHideyo Hanazumi ha autorizado una reactivación paso a paso que comenzará con el reactor 6 –uno de los más recientes y potentes– y que, posteriormente, incluirá también al reactor 7. En total, el complejo supera los 8.000 MW de capacidad, una cifra que no sólo impone: la mantiene como la instalación nuclear más grande del planeta.

Un cambio significativo para el país japonés. Kashiwazaki-Kariwa ha pasado de un proyecto técnico a un movimiento estratégico. Según informó el Financial TimesTokio confía en que su reactivación contribuya a abaratar la factura eléctrica y asegurar fuentes de energía con menos emisiones, en un momento complicado por la invasión rusa de Ucrania y la caída del yen, que encarece las importaciones de combustibles fósiles.

Japón, que antes de Fukushima generaba casi el 30% de su electricidad con plantas atómicas, cayó prácticamente a cero tras el desastre. Desde entonces 14 reactores han reabierto y otros esperan aprobaciones locales o regulatorias. El gobierno aspira a que la energía nuclear vuelva a representar el 20% del mix en 2040. Además, TEPCO mejoraría sus cuentas anuales en alrededor de 100 mil millones de yenes gracias al reinicio. según Japón Forwarden un momento en el que sigue afrontando enormes costes por el desmantelamiento de Fukushima Daiichi.

El proceso de reactivación. El reinicio comenzará con la unidad 6, que ya cuenta con combustible cargado y comenzará operaciones comerciales antes de marzo del próximo año. Para avanzar, TEPCO debe responder a las demandas del Gobierno, que incluyen actualizar todos los sistemas de seguridad y mejorar los planes de evacuación de emergencia.

El proceso no ha sido fácil. Según lo detallado por Japan Timesla planta pasó revisiones de seguridad en 2017, pero luego sufrió un veto de la Autoridad Reguladora Nuclear por deficiencias en las medidas antiterroristas, levantado en 2023. Además, TEPCO tuvo que incorporar controles biométricos y corregir fallos de seguridad tras nuevos incidentes internos.

¿Hay controversia? Sí, y mucho. Según una encuesta citada por la BBCEl 50% de los residentes de Niigata apoya la reactivación, mientras que el 47% se opone. Sin embargo, casi el 70% expresa su preocupación porque la persona que opera la planta es la misma empresa que provocó el accidente.

Desde Japón Times Agrega que el rechazo se intensifica en algunas de las localidades ubicadas a menos de 30 kilómetros de la planta, donde la mayoría teme un nuevo desastre o desconfía de la empresa. Otro motivo de malestar, también señalado por este medio, es que la electricidad generada no se utiliza en Niigata, sino en la región de Tokio.

La dimensión política es igualmente tensa. Hanazumi, consciente de lo delicado de su decisión, ha anunciado que someterá su continuidad como gobernador al voto de la asamblea de la prefectura, único órgano que puede destituirlo.

Pero hay algo más en juego. La reapertura de Kashiwazaki-Kariwa se considera un pilar para garantizar la seguridad energética del país y evitar posibles cortes de energía en Tokio. También permitiría reducir las tarifas eléctricas que han aumentado en particular desde 2011. Al mismo tiempo, Japón no sólo está reactivando reactores: también está planeando la construcción de nuevas plantas con reactores de cuarta generación, lo que marcaría un nuevo capítulo en la política energética del país.

Más que un regreso al átomo. El país que un día prometió no volver a depender de la energía atómica ha acabado volviendo a ella, impulsado por la necesidad, la geopolítica y la urgencia de descarbonizarse. Queda por ver si esta decisión encenderá también la confianza de una ciudadanía que aún lleva el recuerdo de Fukushima o si, por el contrario, el regreso al átomo profundizará una división abierta desde hace más de una década.

Aunque la aprobación del gobernador es el paso decisivo, aún quedan trámites: la asamblea de la prefectura debe debatir y votar la decisión en diciembre, y el regulador nuclear japonés debe completar los procedimientos formales de reactivación.

Imagen | Banco de imágenes del OIEA

| En 2011, Japón se prometió no volver a apostar por la energía nuclear. Hasta que conoció la realidad

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