



Después Dos días de desempleo armado impuesto por el Ejército de Liberación Nacional AutoDdenominado (ELN) en el Departamento de ChocóEl ‘Comandante de la Guerra Occidental Ogli Padilla Fabián’ de esa guerrilla anunció oficialmente el levantamiento de la restricción.
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«Agradecemos a las personas a cumplir con la huelga armada», dice una declaración dirigida a la población de Chocoana, ampliamente criticada por diferentes sectores. El mensaje agrega que «desde las 00:00 el 27 de julio, la movilidad se restaura en todo el departamento».
Frente a la imposición de desempleo, El gobierno de Chocó reiteró su rechazo de cualquier afectación contra los derechos y libertades de los ciudadanos, y condenó las amenazas e intimidaciones persistentes hacia alcaldes y servidores públicos, en el marco del ejercicio democrático, por grupos armados ilegales.
Elementos incautados en la segunda operación en Chocó. Foto:Cortesía
En relación con la huelga armada y la crisis de orden público que enfrenta el departamento, Time entrevistó al monseñor Mario de Jesús Álvarez Gómez, obispo de la diócesis de Istmina-Tadó. El líder eclesiástico dio su perspectiva sobre el camino a seguir por las autoridades para buscar la paz.
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¿Cómo es la situación en Chocó después de la huelga armada?
Esto ya se ha convertido en una costumbre. La ansiedad siempre permanece, y cuando un anuncio proviene de estos, debido a la costumbre, para lo repetitivo, el estado de ánimo no altera mucho. Ya estamos hechos a esta realidad, y naturalmente, eso afecta inmensamente toda su vida en el Departamento de Chocó, particularmente en el suroeste, en áreas como Istmina, toda la cuenca del río San Juan, el río Baud, la parte de Nóvita, del Certegui … Todo está paralizado.
El Ministro de Defensa, Pedro Sánchez, y el Gobernador de Chocó, Nubia Carolina Córdoba. Foto:Cortesía
Aquí hemos vivido como siempre: con gran quietud. Todo se ralentiza, comercio, movilidad … Y detrás de eso, por supuesto, el sufrimiento de los ancianos aumenta, la ausencia de niños y jóvenes en las escuelas, la salud sufre mucho. Es una de las cosas que vivimos de una manera más dolorosa. Es muy triste decirlo, pero esto ya es ordinario aquí. Por supuesto, empeora cada vez que hay una huelga como esta.
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¿Qué es para estar armado en Chocó? ¿Qué implica esta restricción del ELN en la región?
Sí, de hecho. Este 26 de julio celebramos la fiesta litúrgica de San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen María. Aquí en la Unión Panamericana, en la capital municipal de Las Ánimas, fue un gran partido espiritual. Normalmente el obispo y los sacerdotes están con la comunidad. No podría ir, aunque estoy a menos de media hora de Istmina. ¿Pero con qué derecho me voy a mover, sabiendo que todas las personas no pueden movilizarse? Entonces no pude acompañarlos. La gente entendió. Estoy aquí, como todos los demás, todavía en el lugar donde el desempleo nos sorprendió. No conozco las historias particulares, pero las imagino. Es una tragedia muy grande.
Mario de Jesús Álvarez, obispo de Istmina – Tadó, en Chocó. Foto:Conferencia Episcopal Colombiana
Solo hablando en términos económicos, es un inmenso golpe para el impulso del departamento. Todo se detiene: aquellos que deben ir a trabajar, moverse por los ríos, ir a Quibdó, Medellín o Pereira, todo se detiene. Y que sin contar la afectación emocional.
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¿Cuál es el reflejo de la iglesia en estos complicados momentos para sus feligreses?
Como iglesia, siempre queremos caminar junto a nuestra gente. En estos procesos de paz y en estas situaciones, buscamos ser facilitadores. Somos cuando el gobierno nacional, el ELN, el AGC u otros grupos depositan su confianza en nosotros. Queremos ser compañeros. Puede sonar vacío, pero nuestra voz es la del Evangelio: una búsqueda constante de diálogo. No es guerra, es sentarse, llegar a acuerdos y cumplirlos. Esa es la invitación que hacemos.
La Armada colombiana intensifica las operaciones contra las amenazas de ELN en Chocó. Foto:Cortesía
Siempre llamo a los sacerdotes en las áreas más difíciles. Me dicen: «Aquí estamos, Monseñor. Acompañando a las personas, aunque somos tragedias vivas». Tragedias para el confinamiento, para el desplazamiento, debido a la falta de medicamentos. Y los animo: «Estar con tu gente. No dejemos de hacer el llamado al perdón y la reconciliación». Puede sonar vacío, sí, pero es lo que corresponde a nosotros. No queremos perder la esperanza. Queremos continuar acompañando a nuestra gente, estar allí. Ese es nuestro propósito y luchamos por cumplirlo.
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Sin violencia. Sin agresividad. Tienes que reducir el tono a las palabras, a actitudes y comportamientos. Ese es el mensaje que llevamos como una iglesia católica, aquí en el Departamento de Chocó, en esta diócesis de Istmina – Tadó, en toda la región de San Juan y en el país en general.
¿Cuál es el llamado de la iglesia para las autoridades locales, de la región ya nacional?
La llamada es la misma que siempre. Para el ELN, quién elige el camino de la decisión de diálogo y firmemente. Eso respeta la ley internacional humanitaria, los derechos humanos y la coexistencia saludable. No pueden justificar sus acciones diciendo que otros violan. Si lo hacen, también están fallando.
Para la fuerza pública, no pedimos confrontación, no es una invitación a la guerra, pero su presencia se encuentra. La única presencia de ejército, policía y armado genera tranquilidad en las comunidades.
La inseguridad se une a las emergencias climáticas. Foto:Eliceo Conde Chami
Al gobierno nacional, para continuar el diálogo con el ELN, que Allane la forma de hablar con el AGC. Que el comisionado y el consejero principal de la paz estén presentes, que se noten su palabra y su acción en nuestro territorio. También agradezco al Defensor del Pueblo, siempre diligente. Y a los gobiernos departamentales y municipales, que todavía están presentes en sus comunidades. La llamada es que todos, incluidos estos grupos, entran en el camino del diálogo, dejan las ambiciones personales y piensan en el bien común.
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