Política

El conflicto en Ucrania amenaza con convertirse en una guerra eterna – En un click

El conflicto en Ucrania amenaza con convertirse en una guerra eterna

 – En un click

Europa se enfrenta a un abismo de indiferencia

Por: Editorial Política EJE 21

Barcelona, ​​9 de noviembre de 2025. Europa vive un momento de peligrosa quietud. Mientras los titulares internacionales se centran en otros conflictos y crisis internos, en la parte oriental del continente continúa desarrollándose una guerra que amenaza con convertirse en parte del panorama político europeo, un conflicto de desgaste que parece no tener fin a la vista. En la región de Donetsk, especialmente en la ciudad de Pokrovsk, se libra una de las batallas más feroces desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022. Allí, entre escombros, trincheras y polvo que cae, está en juego una parte crucial del futuro de Ucrania… y del propio equilibrio europeo.

Las fuerzas rusas están avanzando y consolidando posiciones lenta pero constantemente en Donbas, la región industrial que el Kremlin considera esencial para su proyecto geopolítico. Según los expertos militares, Moscú busca el control total de esta zona minera no sólo por su valor económico y militar, sino también como reclamo simbólico: el presidente Vladimir Putin ha hecho del control del Donbass una condición indispensable para cualquier conversación de paz. Cada metro ganado representa una victoria propagandística y más presión sobre Kiev y sus aliados.

La guerra que no parará

El Frente Oriental de Ucrania se ha convertido en un campo de pruebas para la guerra moderna. Drones de reconocimiento, misiles hipersónicos, artillería de largo alcance y ciberataques forman un escenario donde la tecnología se encuentra con la brutalidad. En Pokrovsk los bombardeos nocturnos son constantes; Los misiles recorren hasta 200 kilómetros antes de aterrizar y destruir zonas residenciales enteras. Las cifras son impactantes: entre 200 y 300 ataques por mes, miles de viviendas destruidas y ciudadanos comunes y corrientes que viven en una tensión insoportable.

Según Naciones Unidas, el conflicto ha dejado al menos 13.800 civiles muertos y 35.000 heridos, aunque fuentes locales y estadounidenses estiman que la cifra real podría duplicar estas cifras. En el frente militar, las estimaciones varían entre 500.000 y un millón de víctimas totales, una cifra que muestra el nivel de devastación humana que enfrenta la región. «La fachada está sembrada de cadáveres no identificados», admite un funcionario ucraniano bajo condición de anonimato.

El sistema ferroviario, vital para el transporte de suministros, también se ha visto afectado: más de mil trabajadores ferroviarios han muerto en ataques a trenes y estaciones. La devastación ha obligado al cierre de rutas clave hacia Donbass y ha cortado el frenesí del transporte que mantenía con vida a soldados y refugiados.

Crédito: Foto: Стас Козлюк | CC BY-SA 3.0 | Wikipedia común

Diplomacia fallida y liderazgo en crisis

Al mismo tiempo, la estrategia diplomática está estancada en el escenario político internacional. Los intentos del expresidente estadounidense Donald Trump de mediar entre Kiev y Moscú –primero en una reunión en Alaska y luego en una cumbre conflictiva en Budapest– terminaron en un éxito espectacular. Sus esfuerzos, caracterizados por la ambivalencia hacia Putin y la frialdad hacia Zelenskyi, efectivamente dieron a Rusia la iniciativa diplomática.

Esta acción, basada en una supuesta igualdad, ha resultado contraproducente: Washington ha perdido credibilidad ante sus aliados europeos y la Casa Blanca ha mostrado una política errática que combina mensajes de apoyo a Ucrania con decisiones contradictorias, como la negativa a entregar sistemas de misiles de largo alcance o las recientes autorizaciones de ensayos nucleares.

La decisión de eximir a Hungría de la prohibición europea a las importaciones de gas y petróleo rusos, debido a la afinidad ideológica de Donald Trump y Viktor Orbán, ha sido vista como una concesión estratégica a Moscú. Esta brecha interna debilita la cohesión del bloque occidental, fortalece la posición de Putin y deja a Europa en una posición incómoda: dependiente de la voluntad estadounidense pero vulnerable a su imprevisibilidad.

La sombra nuclear y el alarmismo

En este escenario, la historia nuclear ha regresado con fuerza. Tanto Washington como Moscú han reavivado el espectro de las pruebas nucleares, creando una atmósfera de ansiedad global. Putin está utilizando esta amenaza como arma psicológica para disuadir a Occidente de aumentar su apoyo militar a Kiev. No se trata de un discurso sencillo: cada mención del uso de armas nucleares reduce el margen de acción política de los aliados europeos, que temen provocar una escalada incontrolable.

El resultado es una peligrosa paradoja: la guerra sigue activa, pero la respuesta internacional se enfría. Europa parece resignarse a conflictos de «baja intensidad», que continúan indefinidamente, con picos de violencia y períodos de silencio mediático. El mayor peligro, advierten los expertos, es la normalización de la guerra: que los europeos asuman que el conflicto es inevitable, socavando sus principios básicos de paz y cooperación.

Crédito: Twitter @ZelenskyyUa.

Riesgo de guerra eterna

«Si el conflicto continúa, Europa habrá incumplido su promesa de no permitir nunca más una guerra en su territorio», afirma Marie Dubois, experta del Instituto Europeo de Estudios Estratégicos. En su opinión, la guerra en Ucrania no es sólo una tragedia nacional, sino una prueba existencial para la Unión Europea, que debe decidir si sigue siendo una entidad política relevante o un espectador indefenso de su propio declive geopolítico.

El peligro no es sólo militar. Una guerra prolongada amenaza con reestructurar la economía del continente, mantener altos los precios de la energía, alimentar las divisiones políticas internas y socavar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones. Cada mes de indiferencia plantea la posibilidad de que Ucrania se divida, que Rusia consolide su hegemonía en el Este y que Europa se acostumbre a vivir con la guerra en su propio vecindario.

Advertencia para despertar

El conflicto de Ucrania, lejos de extinguirse, está cambiando. A medida que se acerca el invierno y se renueva la ofensiva rusa, la resistencia de Kiev dependerá no sólo de las armas sino del compromiso moral y político de sus aliados. En palabras del propio Volodymyr Zelensky, «la guerra no es sólo por Ucrania, es por el futuro de Europa».

Si el continente colapsa, el coste no será sólo ucraniano sino europeo. El peligro no es una derrota militar, sino una derrota histórica, de una Europa que, por cansancio o conveniencia, permitió que la guerra interminable se convirtiera en parte de su nueva normalidad.

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