





«Seguimos, seguimos, hermano». Un hombre de la compañía ‘Carlos Mecheche’ del frente ‘Guerra Occidental’ del ELN habla, mientras avanza por una de las calles del sector La Colonia, en el barrio Bajo Calima del distrito de Buenaventura.
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El vídeo
En cuestión de segundos y menos de un minuto se escuchan disparos y explosiones. Al final de la calle se pueden ver más guerrilleros, vestidos con uniformes de camuflaje, rifles y botas. se enfrentan las disidencias de las FARC de ‘Iván Mordisco’, del frente ‘Jaime Martínez’.
Disidentes y el ELN, enfrentados en plena calle del Bajo Calima. Foto:video
La población de esta zona rural, unas 500 familias, fue protegida mientras duró el enfrentamiento. entre integrantes de la disidencia ‘Jaime Martínez’ que está en esta zona y que mantiene alianzas con la banda ‘Espartanos’, contra el ELN, que está aliado con ‘Shottas’, la otra banda del casco urbano de Buenaventura.
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El enfrentamiento fue grabado y transmitido en redes sociales. Ocurrió la semana pasada y, desde entonces, el miedo en la zona ha aumentado.
El Ejército ya se encuentra en el lugar, mientras la Armada Nacional avanza con los operativos este fin de semana.
Sin embargo, El representante de Buenaventura, Carlos Yeferson Potes, teme un nuevo desplazamiento de la comunidad del Bajo Calima. Sería el tercero en un año.
“Es una situación que ha sido dada a conocer reiteradamente por el Ministerio Público. Es un tema sistemático y permanente de los conflictos que se vienen presentando en el Bajo Calima, específicamente, en el sector La Colonia”, dijo el representante de Buenaventura.
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«Podemos ver dos situaciones; uno, por un lado, la cuestión del reclutamiento de menores y otro, sobre el tema de los enfrentamientos contra un grupo disidente de las FARC y el otro grupo, el ELN», dijo el funcionario.
Disidentes y el ELN, enfrentados en plena calle del Bajo Calima. Foto:video
Algunos defensores de derechos humanos cuestionados cómo grupos armados caminan por las calles de La Colonia del Bajo Calima, mientras disparan, como ocurrió la semana pasada. El caso se conoció el 9 de octubre entre las autoridades.
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Zonas disputadas por grupos armados
Disidentes y el ELN, enfrentados en plena calle del Bajo Calima. Foto:video
Para la Defensoría del Pueblo, Buenaventura se encuentra en una encrucijada.
Por un lado, por lo que está pasando entre ‘Shottas’ y ‘Espartanos’ con el brazo de sicarios llamados ‘los Chiquillos’, que se pelean por las 12 comunas del casco urbano de Buenaventura. Ambos grupos, fuertemente armados, están en todas las comunas.
El segundo conflicto se da en la zona del Bajo Calima. Está el Eln, donde también hay presencia de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (‘AGC’-‘clan del Golfo’) y las disidencias del frente ‘Jaime Martínez’, al mando de ‘Iván Mordisco’.
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La tercera situación se da en la zona de los consejos comunitarios de Anchicayá, Raposo, Cajambre, Mayorquín y Río Yurumanguí por enfrentamientos entre la guerrilla del Eln, el frente ‘Jaime Martínez’ y la ‘Segunda Marquetalia’, también disidentes.
‘Shottas’ y ‘Espartanos’
La historia de las facciones ‘Shottas’ y ‘Espartanos’ se remonta inicialmente a la banda ‘La Empresa’ del clan Bustamante, con Éver Bustamante, padre de ‘Diego Optra’, como uno de sus líderes, enfrentando en el casco urbano de Buenaventura al ‘clan del Golfo’ o ‘clan Usuga’ que también se autodenominaban ‘los Urabeños’, disputándose las 12 comunas del casco urbano de la ciudad portuaria.
Las comunas más codiciadas de Buenaventura han sido históricamente la 3, 4, 10 y 12 por su acceso al mar para transportar cargamentos de cocaína a Centroamérica, Sudamérica y Estados Unidos.
En la primera década de los 2000, ‘la Compañía’ y el ‘clan del Golfo’ se declararon la guerra por las drogas y las armas, sin dejar de lado amenazas, homicidios, desapariciones y extorsiones contra la sociedad civil, provocando desplazamientos entre barrios de Buenaventura. Mientras tanto, la zona rural era disputada por el ELN, las entonces FARC y el ‘clan del Golfo’.
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Posteriormente, con el paso de los años, se produjo un pacto de no agresión entre ‘la Compañía’ y el ‘clan del Golfo’, este último con vínculos con la banda ‘La Local’, emergente en el hampa. Luego, ‘la Compañía’ se integró a ‘el Local’ y los Bustamantes ascendieron en la cadena criminal.
Continuaron las extorsiones, por ejemplo a comerciantes en el mercado, controlando el ingreso de productos, pero con pagos de ‘vacunas’.
En ese momento, Colombia se horrorizó al enterarse de la existencia de las ‘casas de pique’, una práctica de tortura y asesinato de personas desaparecidas con desmembramiento de cadáveres. Corría el año 2014 hasta que Éver y su hermano Édgar ‘Yuca’ Bustamante fueron capturados en un operativo conjunto con la DEA de Estados Unidos. Cayeron en Panamá y Lugo Bustamante quedó al frente de ‘el Local’.
En Buenaventura, el número de homicidios siguió aumentando en 2017 con 73 muertes más. En 2018 subieron a 96 y en 2019 bajaron a 90. El 27 de abril de ese año, las autoridades capturaron a Lugo y su sobrino e hijo de Éver, Diego Fernando Bustamante Segura o ‘Diego Optra’, se convirtió en líder supremo de ‘la Local’.
Pero comenzaron a surgir tensiones al interior de la pandilla ‘La Local’, que fue la hegemónica en el casco urbano de Buenaventura, entre 2019 y 2020, aunque en ese último año los homicidios bajaron a 81.
La división entre ‘Shottas’ y ‘Espartanos’ continuó hasta que ‘la Local’ se convirtió en las dos facciones conocidas: ‘Shottas’, con ‘Diego Optra’ a la cabeza hasta hoy, y ‘Espartanos’ con ‘Mapaya’, su actual líder.
En Buenaventura se declaró la guerra, al punto que en 2021, el derramamiento de sangre en la ciudad dejó 191 asesinatos. Estas acciones de las pandillas fueron agitadas durante ese año de paro nacional y estallido social en todo el país, especialmente en el Valle del Cauca y Cali.
Si bien desde el 1 de octubre de 2022 con un partido de fútbol las pandillas anunciaron un cese al fuego en Buenaventura con un acuerdo y el 7 de diciembre de esa vez, ante el presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez, se abrió la mesa de diálogo, pero sin un marco legal hasta el 2025 con negociaciones tambaleantes, los homicidios han continuado por parte de estas bandas, sin detener el narcotráfico y ni siquiera las extorsiones.
CAROLINA BOHÓRQUEZ
Corresponsal de EL TIEMPO
Cali
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