
El Día Internacional del Armadillo se celebra cada 13 de agosto, un Ephemeris que busca proteger una de las especies más singulares del continente estadounidense. Con su cuerpo cubierto por placas óseas y su capacidad para cavar madrigueras complejas, el armadillo se considera un «fósil vivo» por su antigüedad evolutiva.
Su nombre científico, Dasypodidae, describe una familia de mamíferos con caparazón dorsal formado por escudos corneales. Estas estructuras les permiten defenderse de los depredadores y adaptarse a varios hábitats. Desde el Cámbrico temprano, hace más de 500 millones de años, su linaje ha evolucionado junto con otras especies de vertebrados.
Diversidad y comportamiento
Con 21 especies reconocidas, los armadillos tienen una amplia variedad de tamaños, colores y comportamientos. Algunos, como el armadillo de hadas rosa, son pequeños y delicados; Otros, como el armadillo gigante, imponen su tamaño y fuerza.
Son animales nocturnos, solitarios y omnívoros. Su visión es limitada, pero su olor está altamente desarrollado. Su dieta incluye insectos, raíces y pequeños vertebrados. Además, sus madrigueras mantienen una temperatura constante, lo que beneficia a otras especies que las usan como un refugio.
Ciencia y salud
El armadillo de nueve bandas ha sido clave en los estudios sobre lepra. Su hígado alberga el Mycobacterium leprae bacillus, que ha permitido el progreso en la medicina. Las investigaciones actuales exploran su capacidad de regeneración, con posibles aplicaciones en las terapias celulares.
Desde el aceite chaulmográfico hasta convocar la vacuna, Armadillo ha estado presente en la historia de la medicina. Su biología ofrece valiosas pistas para comprender las enfermedades y desarrollar tratamientos.
Una especie que debemos proteger
El Día Internacional del Armadillo es más que una celebración: es un llamado a la acción. La pérdida del hábitat y la caza ilegal amenazan su existencia. Protegerlos es preservar una pieza clave de equilibrio ecológico y una fuente de conocimiento científico.
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