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Cuando empezamos a consumir drogas – En un click

Cuando empezamos a consumir drogas

 – En un click

Si apretamos el hilo, podemos tener una idea de en qué medida nuestros antepasados fueron a trancas de drogas. Sabíamos, por ejemplo, que los bárbaros eran tan ciegos que podríamos explicar gran parte de las guerras de la antigüedad. Incluso dos momias nos han dicho en qué medida la cocaína se estableció en siglos últimos.

Ahora, algunos dientes apuntan a ofrecernos el «comienzo» de este consumo histórico.

El hallazgo. Un equipo de investigadores tailandeses ha logrado identificar restos químicos de consumo de betel En la placa dental de una mujer entre 25 y 35 años enterrada Hace unos 4.000 años En Nong Ratchawat, en el centro de Tailandia. El hallazgo representa evidencia directa más viejo jamás descubierto Del uso de Betel, una práctica psicoactiva que, a pesar de ser poco conocida en Occidente, sigue siendo una de las más populares del mundo, solo superada por el tabaco, el café y el alcohol.

Él estudiarque se basó en técnicas avanzadas de cromatografía líquida junto con la espectrometría de masas (LC-MS), analizó 36 muestras de placas dentales mineralizadas de varios entierros de la edad de bronce, y tres de ellas ofrecieron resultados positivos inequívocos que coinciden con los perfiles químicos de la betel preparada según los métodos tradicionales.

Hacer lo imposible visible. La clave de este avance no reside únicamente en la identificación de restos de plantas, sino en el Metodología aplicada. La muestra positiva contenía trazas de arecaidina (de la tuerca de Areca), hidroxicavicol (de la hoja de betel) y nicotina, probablemente debido al uso ocasional del tabaco como parte de la mezcla.

Para Validar sus resultadosEl equipo dirigido por Piyawit Moonkham respondió forma experimental El proceso de masticación ancestral, utilizando tuerca de areca seca, hojas de betel, pasta de lima rosa, corteza de Senegalia Catechutabaco y saliva humana, con el objetivo de generar una referencia precisa con la cual comparar las muestras antiguas.

Usos perdidos. Este enfoque inusualmente detallado permitido detectar moléculas que no dejan traza visual y que hubiera sido imposible identificar a través de técnicas arqueológicas tradicionales.

Según el Co -Autor Del estudio, Shannon Tushingham, esta estrategia no solo revela usos perdidos del pasado, sino que abre una nueva forma de reconstruir las prácticas culturales a través de residuos biomoleculares, incluso cuando no hay indicación visible de ellas.

Sitio arqueológico en Nong Rattawat donde se originaron las muestras de los dientes

Una tradición viviente. Él betelo más específicamente la morena de Betel, es el nombre que recibe la preparación compuesta por la nogal Areca envuelta en la hoja de betel y generalmente acompañada de lima. Esta combinación se lanza ArecolinaUna sustancia alcaloide que produce efectos estimulantes leves, como una sensación de alerta, calidez y bien. A pesar de su invisibilidad en el historial oficial de drogas, Betel tiene un papel social y ceremonial profundamente arraigado en muchas culturas asiáticas y oceánicas.

Durante milenios, ha sido utilizado en rituales Por cierto, eventos festivos, e incluso como un elemento de cohesión comunitaria. El hallazgo en Tailandia demuestra que esta práctica ya se consolidó en el sudeste asiático mil años antes de lo que se pensaba, desafiando las narraciones lineales del desarrollo cultural y ofreciendo una nueva ventana al pasado intangible.

Legado con consecuencias. El descubrimiento no está exento de Implicaciones médicas y sociales. Hoy, Betel es un hábito extendido en países como Papua Nueva Guinea, donde el 50% de la población mastican regularmente, y donde se ha documentado la tasa de cáncer oral más alta en el planeta. El consumo crónico también se ha vistoInculado a enfermedades Síndrome hepático, metabólico, cirrosis y daño renal.

Sin embargo, también betel Tiene propiedades Antioxidantes, antiparasitarios, antiinflamatorios y antisépticos, lo que complica su clasificación como un mero «fármaco dañino». Esta ambivalencia ha alimentado su permanencia cultural y ha aumentado respuestas dispares en los diferentes países.

Consumir betel. En TaiwánPor ejemplo, el consumo ha disminuido significativamente entre los jóvenes Urbanitas Gracias a las campañas de salud pública, pero Betel todavía está vinculado a una estética muy particular: la de El bīnláng xīshī o «Bellezas del Betel», mujeres jóvenes vestidas con trajes provocativos que venden el producto en las ventanas de las tiendas de carreteras.

Este fenómeno, ya en declive, ha dado paso a una versión más conservadora, con los principales proveedores en posiciones cerradas o mercados nocturnos, pero sigue siendo una expresión viva de identidad cultural y memoria histórica.

Conocimiento frente al estigma. Uno de los hachas del estudio Consistía en enfatizar que prácticas como el consumo de Betel Ellos no deberían ser reducido a la categoría de «medicamentos» bajo los estándares occidentales contemporáneos. Lejos de eso, representan el conocimiento médico, espiritual y comunitario transmitidos por generaciones, a menudo ignorados por la arqueología clásica.

Al identificar estos desechos químicos, el análisis de cálculo dental no solo reescribe la historia de la betel, sino que también ofrece un marco para reevaluar muchas otras plantas psicoactivas cuyo uso ha sido invisible o reprimido. Como Estados de MoonkhamComprender el contexto cultural del uso de las plantas tradicionales es esencial para reconocer su verdadero valor antropológico y generar un diálogo más matizado sobre el consumo de sustancias.

Fascinante, desde el cálculo dental ha devuelto la imagen de una mujer anónima que, hace 4.000 años, compartió con su comunidad una práctica que aún sobrevive. Una evidencia silenciosa de que el deseo humano de alterar la conciencia, compartir experiencias y ritualizar el cuerpo tiene raíces tan profundas como Historia misma.

Imagen | FFGGSS/Wikimedia Commons, Piyawit Moonkham

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