
Querido Lyan, no sé si quieres leer estas palabras algún día, pero quiero usar el espacio para decirte que estábamos en Colombia, muchos que conocían tu caso, incluso te rogaban durante las últimas semanas.
Tal vez es mayor, es mejor que entiendas lo que sucedió en estos días, cuando solo tenías once y todo el país sabía tu nombre porque arrancaron a tu familia en Jamundí, Valle del Cauca.
Pero quiero que sepas algo: no fue un accidente o agudo. No era una simple coincidencia que violento pudiera ser secuestrado sin que nadie los preveniera. Fue una consecuencia directa de las decisiones políticas, las estrategias gubernamentales fallidas y que confundió la paz con la rendición de los delincuentes.
Gobierno actual, Gustavo petroDecidió cerrar los ojos frente al terrorismo con «esperanza» para que la violencia cesara solo. Estuvo de acuerdo con grupos que nunca conocieron su palabra. Los delincuentes ofrecieron el cese de fuego, mientras secuestraban a los niños (como usted), extorsionaban campesinos, reclutan a menores y matan. Y, como si no fuera suficiente, se creará la «zona de ubicación» para los miembros de los disidentes de FARC.
Pero para ti, Lyan, no te protegieron. Te convertiste en rehenes de su negligencia, con la cara más inocente de la política de «paz general» que en la práctica significa total impunidad.
Es cierto que el estado ha dejado su función más básica: proteger a sus ciudadanos y especialmente a menores. De hecho, sus padres tuvieron que negociar y pagar la liberación en silencio y la incapacidad de quienes nos administran hoy.
La paz no puede ser construida de silencio frente a un crimen. No puede hablar de la justicia social (lo que promete tanto a la izquierda) si los más vulnerables siguen siendo las principales víctimas del conflicto. Y tú, Lyan, eres la evidencia más sincera de eso.
Quiero creer que después de regresar a casa estarás bien. Aunque sé que nada devolverá el tiempo que perdiste, el miedo que sintiste, la herida que dejará esto en tu familia y en todo un país que no puede continuar normalizando indiscutiblemente. También conocimos el asesinato de su primo, que seguramente lastimará, independientemente, varias versiones de los hechos que salieron a la luz.
Lo siento, Lyan. Colombia te debe mucho más que una carta. Debes el futuro en el que ningún niño tiene que vivir a lo que vas. Y aquellos que manejan hoy, Petrismo, necesitamos cumplir con su deber: no más discurso cargado por la ideología, sino con acciones sólidas contra delincuentes y delincuentes que situaron el terrorismo.
Andrés Barrios Bernal