
La crisis en el Ministerio de Asuntos Exteriores del Colombiano ya no es una cuenta de gestión simple: es una característica preocupada del gobierno que mejora las decisiones, suspende las decisiones y finales al pagar su propia negligencia con el desgaste del estado. Passport Chaos es el mejor ejemplo. Millones de colombianos esperan demoras, incertidumbre y procedimientos colapsados, mientras que el Ministerio de Asuntos Exteriores juega la prueba y el error con los servicios necesarios para la ciudadanía y para la imagen internacional de Colombia.
El cambio en el modelo de producción de pasaporte, que informó bombas y platos que progresan hacia la «soberanía técnica», ha terminado convirtiéndose en un contrato complejo, reservas diplomáticas y argumentos increíbles. El acuerdo con Portugal para que su menta produce los documentos nunca fue respaldado en exámenes técnicos claros o horarios verificables. Hoy, ni los prototipos están listos ni garantías de calidad, pero el Ministerio de Asuntos Exteriores se dedica a la información confidencial para evitar la responsabilidad.
El resultado de esto involuntario es Grotsk: dada la incapacidad de comenzar el nuevo modelo, el gobierno tuvo que declarar obviamente urgente entregar casi avergonzado del mismo negocio normal, Thomas Greg & Sons, que prolonga un contrato que decía que le gustaría cerrar. En julio de 2025, la demanda de pasaportes alcanzó cifras históricas, con más de 273,000 comandos solicitados, prueba del colapso del sistema y la angustia de aquellos que necesitan el documento para viajar, estudiar o trabajar.
Pero True Gravity no está sola en una serie mostrada: está en la credibilidad del estado. ¿Qué confianza puede ganar un gobierno que ni siquiera puede garantizar la producción de documentos básicos? El Ministerio de Asuntos Exteriores, que debería ser una cara grave y confiable de Colombia, hoy es un espejo de trastorno interno: los ministros como el mes pasado, decisiones sin investigación técnica y gestión que se diluyen entre ideología e inestable.
El informe enviado por el canciller a Rosa Villavicencio a la comisión del segundo departamento lo confirma sin rodeos: no hay objetivos técnicos, no hay obligaciones legales fijas, no hay garantías de entrega. En otras palabras, el acuerdo internacional fue firmado ciegamente. En algún país serio, este sería un gran escándalo político; En Colombia, aparte de un gobierno que confunde el debate en la planificación, como otro factor, parece ser.
El próximo debate de control político en el Senado no puede permanecer en formalidades. Es hora de exigir una explicación real: ¿Quién responde al retraso? ¿Cuánto le costará este giro el bolsillo de los colombianos y la reputación del país? ¿Por qué la seguridad documental y el riesgo civil confían en un intento mal propuesto?
Lo que es un riesgo va mucho más allá del pasaporte: es la capacidad del estado para cumplir con su error básico, para servir con gravedad y predicción. Hoy, el Ministerio de Asuntos Exteriores es un ministerio bajo control y si el gobierno de Petro no corrige el curso, los costos políticos y diplomáticos inevitablemente se convertirán en costos políticos y diplomáticos.