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Bolivia rompe con el ciclo de Evo Morales y revisa su curso político – En un click

Bolivia rompe con el ciclo de Evo Morales y revisa su curso político

 – En un click
El archivo del ex presidente de fotografía y los líderes del movimiento social (MAS), Evo Morales. Efe/Jorge solo

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La Paz, 19 de agosto de 2025. La elección presidencial, celebrada el 17 de agosto en Bolivia, marcó logros históricos: por primera vez en dos décadas, el movimiento hacia el socialismo (MAS) fue llevado a las elecciones. Lo que comenzó en 2006 con Evo Morales como un intento de transformación política, con la ampliación del estado, puso fin a la distribución de la riqueza y a los personas indígenas prominentes desconocidas, en un colapso que revela más que un simple cambio a corto plazo. Es el cierre de los ciclos hegemónicos y el comienzo de un nuevo nivel donde el derecho y el centro asumen la conductividad del país.

No es posible interpretar la caída de MAS como ropa natural después de 20 años de poder. El colapso obedece una combinación de fracturas internas, errores estratégicos y liderazgo que se volvió venenoso. Morales, que trató de regresar a la oficina presidencial a pesar de ser discapacitados, instó a los votos nulos que terminaron al comer a su propio partido. La lucha entre los «evistras» y los «arcistas» rompió la estructura, mientras que la falta de renovación de generación se dio cuenta de que la residencia que estaba montada en un pasado elegante que ya no está relacionado con los nuevos requisitos sociales. Andronone Rodríguez, el ex presidente del ex presidente, apenas alcanzó el 8% de la votación y confirmó que el partido ya no tenía cifras con la resistencia nacional.

El vacío de poder se preocupó rápidamente con dos caras conocidas: Rodrigo Paz y Jorge «Tuto» Quiroga. Paz, con un discurso central, realista y moderno, logró conectarse con votantes urbanos e insatisfactos, incluso en cuadrados históricamente leales con lo más similar. Quiroga, por otro lado, representa el plato más conservador, con mensajes radicales con estadísticas y promesas de unificación completa de Bolivia en los mercados internacionales. La segunda ronda del duelo entre no solo representa el final del ciclo morenista, sino también la integración de un escenario político donde la política progresiva pierde peso y el centro de la derecha define el proyecto nacional.

Crédito: Tuto Quiroga

Los antecedentes económicos son inevitables. Bolivia hoy enfrenta una tormenta perfecta: dos reservas internacionales de inflación en el nivel más bajo en décadas y una falta de moneda que ha paralizado una industria de alto rendimiento. Modelo económico MAS, basado en subsidios, control de gestión y adicción al gas, se agotó. Durante muchos años, estas políticas aseguraron popularidad y estabilidad social; Hoy, sin embargo, son considerados como un obstáculo para superar la crisis. La ciudadanía votó menos con la ideología de lo necesario: el mensaje es claro, buscando soluciones realistas para problemas urgentes.

La Bolivia Bend está impresa en un desarrollo regional más amplio. La ola progresiva que gobernó los estados de América Latina a principios del siglo XXI está en el ritmo. Argentina, Ecuador y ahora Bolivia muestran una transferencia al liderazgo conservador o liberal, aunque con una singularidad en cada país. El denominador común es el mismo: proyectos progresivos que, después de muchos años de superpotencia, perdieron la legalidad, se llevaron a la lucha interna e incentivos sociales desconectados. Fall Mas no es una excepción, sino una pieza de reestructuración política en el continente.

El desafío para la izquierda de Bolivia es existencial. Lo mejor fue durante años un vehículo político históricamente excluido a la mayoría, especialmente los pueblos indígenas y los agricultores. Pero su autoimagen quedó atrapada en Caudillismo Evo Morales y hoy se convirtió en un obstáculo mayor que una referencia. Para reconstruir, debe pasar por una autoffertilización profunda: acepte que la fuerza del poder en Morales debilitó la variedad interna, redefinir los trabajos del programa y ofrecer nuevos liderazgo. De lo contrario, existe el riesgo de convertirse en un recuerdo y no puede dar forma a la incomodidad social que aún persiste en grandes tiras en el país.

Bolivia luego enfrenta una nueva incertidumbre del ciclo político. Gire al medio y a la derecha responde al llanto por la estabilidad y las soluciones económicas, pero se deja revelar si estas promesas pueden realizarse en el contexto de la sensibilidad fiscal y la presión social. Lo que parece claro es que el tiempo se ha dejado: dos décadas que transformaron el país, pero terminó en fracturas, desgaste y derrota. El futuro adicional ya no se escribirá en el Código Morenista, sino en el pulso entre los centros que prometen la modernización y los platos que ofrecen erosión. La pregunta es si este cambio representará un proyecto nacional real o solo los tipos de cambio de élite en un país que todavía está buscando un horizonte estable.

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