


La seguridad energética de una parte de Colombia pende de un hilo en el Departamento desértico de La Guajira.
Lo que comenzó como una protesta local el 3 de noviembre se ha convertido hoy en una crisis nacional: la Complejo Ballena, corazón del procesamiento de gas en el Caribe, está bajo asedio.
Ecopetrol y su filial Hocol han emitido una alerta urgente sobre el riesgo inminente de una escasez de gas que afectaría tanto a la costa norte como al centro del país.
La situación es crítica. La comunidad de Carrapiñapule mantiene bloqueado el acceso a esta vital infraestructura ubicada en el municipio de Manaure. Tras más de 20 días de tensión, las consecuencias ya trascienden lo operativo y tocan lo humanitario: 26 trabajadores permanecen atrapados dentro de las instalaciones, sin posibilidad de socorro y con suministros de alimentos y suministros esenciales agotándose rápidamente.
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Corazón de gas en riesgo de paro cardíaco
Complejo Ballenero Hocol. Foto:ecopetrol
Para entender la magnitud de la alerta es necesario dimensionar qué es el Complejo Ballena. Se trata del Nodo neurálgico que recibe, procesa, comprime y deshidrata el gas de los campos marinos de Chuchupa y Ballena para enviarlo al Sistema Nacional de Transporte.
Según cifras oficiales reveladas por Ecopetrol, Este campo produce hasta 70 millones de pies cúbicos de gas por día. Esta monumental cifra es la que permite que hogares, industrias y vehículos del norte e interior de Colombia tengan energía continua.
La operación es compartida: Ecopetrol posee el 53% del contrato de asociación, mientras que Hocol, su filial, posee el 47% restante. Ambas entidades han señalado que los bloqueos impiden no sólo la entrada y salida de personal, sino también trabajos de mantenimiento y obras civiles críticas para la seguridad de los pozos.
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‘Nos obligarían a cerrar los pozos’
La voz oficial de las petroleras ha cambiado de tono en las últimas horas, pasando de la preocupación a la alerta máxima. Hocol advirtió tajantemente que, de continuar el bloqueo impuesto por miembros de la comunidad de Carrapiñapule, el operativo se volvería técnicamente insostenible.
«La permanencia de los bloqueos podría llevar al cierre de los pozos productores, lo que obligaría a suspender el suministro de energía en el norte y centro del país», afirmó la empresa a través de sus canales oficiales.
Esta afirmación confirma el peor escenario: cerrar el grifo del gas en La Guajira significa cortar una arteria vital para el sistema energético nacional, en momentos en que el país ya enfrenta desafíos por el déficit proyectado de este recurso.
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Crisis humanitaria dentro de la planta
Más allá de los tubos y válvulas, la crisis tiene rostro humano. Los 26 trabajadores que permanecen en el interior del complejo enfrentan una situación de confinamiento forzoso. La imposibilidad de llevar alimentos y agua potable ha obligado a la empresa a activar «protocolos de emergencia para proteger la vida y la salud de las personas».
La empresa ha sido enfática en que la situación «compromete la seguridad de los trabajadores», que se encuentran en medio de un conflicto territorial y social que les impide regresar con sus familias o recibir el alivio necesario para operar una infraestructura de alto riesgo.
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una llamada urgente
Conforme pasan las horas, la presión en el Complejo Ballena aumenta. Las autoridades locales y el Gobierno Nacional enfrentan la desafío de mediar con la comunidad de Carrapiñapule para levantar las vías antes de que sea necesario abrir la válvula de cierre.
Si se cierran los pozos, la reactivación no es inmediata y el impacto económico y social del racionamiento de gas en el centro y norte de Colombia podría ser incalculable. Por ahora Ballena sigue operando en niveles mínimos, pero sus reservas operativas y humanas están al límite.
Además, te invitamos a ver nuestro documental:
Documental de la periodista Jineth Bedoya. Foto:
Editorial Nación