Economía

Autoritarismo democrático: el estado como arma para el poder apropiado

Autoritarismo democrático: el estado como arma para el poder apropiado

El segundo mandato de Trump no debe ser considerado simplemente como una amenaza hipotética para la democracia estadounidense, como advierten los académicos Levitsky y Way. Más bien, se trata del desmantelamiento de las instituciones democráticas desde adentro. A diferencia de su primer mandato, Trump no se presenta como un extraño que carece de una estructura clara o de un grupo de apoyo; él ya cuenta con el respaldo total y absoluto del Partido Republicano. Este dominio le ha permitido purgar las críticas internas y proyectarse en un camino hacia un autoritarismo que ya no se esconde detrás de pretextos volátiles. Entre sus tácticas se encuentran el procesamiento de sus oponentes, la represalia contra los medios de comunicación y el uso del Ejército para sofocar protestas. Todo esto tiene lugar bajo el paraguas de una inmunidad presidencial casi total, impulsada por decisiones del Tribunal Supremo que están en el aire (S. Levistky, L. Way, *Road to American Autoritarism*, Polis, 2025).

Sin embargo, lo que resulta aún más alarmante para Levitsky y Way no es solamente que el orden constitucional mantenga su fachada mediante elecciones, sino que existe una percepción equívoca de que la competencia electoral es justa mientras que en realidad es sistemáticamente desigual.

Este patrón ya ha sido observado en países como Venezuela, Nicaragua, Hungría, Rusia, India y El Salvador, donde los gobiernos han logrado mantener las formas superficiales de la democracia a la vez que han socavado su esencia. Para llevar a cabo este engaño, resulta fundamental una herramienta central: el Estado. En este caso, el Estado no actúa como garante de derechos, sino como un aparato de intimidación, coacción y manipulación.

Asimismo, Levitsky y Way identifican nueve maneras concretas en las que el Estado puede convertirse en un instrumento al servicio del poder:

  1. Justicia como medio de intimidación
    El primer paso consiste en utilizar el sistema judicial para perseguir selectivamente a quienes critican al régimen. No es necesario crear crímenes ficticios; simplemente se pueden utilizar cargos existentes como evasión de impuestos o violaciones menores. La justicia se convierte en un mecanismo de hostigamiento en lugar de un sistema de sanciones. No se trata de lograr condenas, sino de desgastar a la oposición.
  2. Burocracia profesional convertida en botín
    En democracias saludables, los funcionarios de carrera sirven al interés del Estado, no al del presidente. Sin embargo, el plan del relanzamiento «Anexo F» de Trump permite que miles de empleados sean reemplazados por personas sin experiencia. Este movimiento está disfrazado de limpieza. Lo que antes eran estándares, ahora se lleva a cabo en un ambiente de desorden.
  3. Recompensas y sanciones de la condición regulatoria
    La regulación otorgada por organizaciones como la OMS, que controla licencias y contratos, puede ser una herramienta política poderosa. Puede perjudicar a empresas opositoras, asfixiar medios independientes o premiar a quienes se alinean con el régimen. El mensaje queda claro: «Si no estás conmigo, enfrentarás problemas».
  4. Universidades bajo amenaza
    Las universidades, como centros de pensamiento crítico, se convierten en objetivos. Según el concepto de autoritarismo competitivo, ellas están sujetas a auditorías, amenazas a sus fondos y un proceso de acreditación politizado. La intención no es cerrarlas, sino someterlas a un régimen de disciplina.
  5. Ataque legal a la prensa libre
    Los requisitos de demanda se convierten en una forma sutil de censura. No importa que los medios de comunicación salgan victoriosos en los tribunales; lo fundamental es imponer miedo, afectar su estabilidad económica y dañar su autoestima. Los medios terminan adaptándose, moderándose o desapareciendo.
  6. IRS como herramienta política
    Considerando que en Estados Unidos, las donaciones a campañas públicas se supervisan de cerca, un IRS politizado permite seleccionar a quién auditar. La simple mención de una auditoría puede ser suficiente para desincentivar la oposición. Aquí, la política se convierte en un riesgo financiero significativo.
  7. Impunidad para la violencia
    Las fuerzas estatales no solo persiguen a los opositores, sino que también protegen a sus aliados. La inacción deliberada del Ministerio de Justicia frente a actos de violencia política, como los ocurridos el 6 de enero, envía una fuerte señal: aquellos que atacan a la oposición no solo no serán reprimidos, sino que recibirán protección.
  8. Aumento del miedo y autocensura
    No es necesario eliminar todas las voces críticas. Simplemente hay que incrementar el costo de ser oposición. El temor a represalias fiscales, legales o comerciales lleva a muchos a retirarse. Así, periodistas evitan investigar. Rectores prefieren el silencio. Empresarios dejan de contribuir. Eventualmente, el ecosistema de oposición se marchita sin necesidad de las balas.
  9. La capitulación preventiva
    Por último, las armas estatales también pueden incitar a la rendición. La regulación y los contratos pueden ser utilizados para comprar obediencia. Las grandes compañías de tecnología y medios de comunicación han empezado a colaborar, no solo para evitar condenas, sino también para adaptarse. Esto también afecta a académicos, donantes y líderes sociales. A menudo, esta rendición temprana se justifica como «realismo».

Levitsky y Way no delinean una dictadura clásica para Estados Unidos. No asistiremos al cierre del Congreso ni a una eliminación completa de la oposición. Sin embargo, pueden establecerse regímenes en los que la oposición existe, sí, pero compitiendo en condiciones desiguales. Cuando la ley se aplica de forma conservadora y los miedos reemplazan las discusiones abiertas, la democracia se encuentra en grave peligro.

Lo más perturbador es que este fenómeno no es exclusivo de Trump. Ha sido evidente en otros contextos como Venezuela, Hungría, Turquía, Rusia, India, Nicaragua, e incluso en países como Perú y Brasil, donde las instituciones políticas, económicas y sociales son notablemente más débiles que en Estados Unidos. Los aparatos estatales pueden convertirse en herramientas de opresión y coacción, y todo esto depende del verdadero compromiso democrático en la gobernanza y la valentía para resistir.

Más allá de las inclinaciones políticas individuales, este análisis es fundamental para reflexionar sobre la salud de la democracia en Colombia. No habrá un cierre institucional repentino, sino que el ambiente puede transitar hacia tensiones y presiones. Esto nunca debe depender de la simpatía personal, sino del compromiso colectivo hacia el cumplimiento de las normas democráticas establecidas.

Referencias

J. Arango, *Estrategia inocente*, Colores confidenciales, 2025.
S. Levistky, L. Way, *Road to American Autoritarism*, Polis, 2025.
S. Levistky, L. Way, *Elecciones sin democracia: un aumento en el autoritarismo competitivo*, Magazine for Democracy, 2002.

Rafael Fonseca Zarate

Redacción
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