


En una esquina de la ciénga de Ayapel, Donde el tiempo se había vuelto grueso y el recuerdo de la tierra había enterrado bajo el lodo de la violencia, lo que los viejos dijeron que nunca sucedería: La tierra sacudió su manto de terror y regresó a su propietario originalal campesino que había trabajado con sus propias manos y la regó con su propio sudor.
The Sun, un álbum de cobre que se alzó perezoso sobre los pastizales infinitos, parecía dar fe de un milagro. En un acto que tenía más resurrección que la justicia, el equipo humano de la Agencia Nacional de Tierras aterrizó en los lugares de la Ciudad separada y nueva, No luchar contra una guerra, pero Cerrar la última batalla de un concurso que había estado en el alma del Córdoba durante casi veinte años.
Llegaron para entregar el Hacienda Isla SolaUn puñado de propiedades que agregaron 743 hectáreas, una amplia extensión donde el eco de un grito se perdió en la distancia.
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Mientras las víctimas están envejeciendo y muriendo sin reparación, estas propiedades fueron utilizadas y explotadas ilegalmente
Felipe Harman, director de la hormiga.
La tierra había sido entregada por
José Germán Sierra Pico, alias ‘Nico’
Tierra entregada por la hormiga Foto:HORMIGA
Durante diecisiete años, ese territorio, entregado por José Germán Sierra Pico, alias ‘Nico’, ex jefe del bloque central de Bolívar, en un gesto de reparación que nunca concretizado, había permanecido cautivo.
Un Finquero sin nombre o vergüenza había tomado posesión de él con quinientas cabezas de ganado, sin pagar un solo centavo, sin firmar un solo papel, como si el eco de la guerra fuera un pasaporte por impunidad.
«Mientras las víctimas están envejeciendo y muriendo sin reparación, estas propiedades fueron utilizadas y explotadas ilegalmente», dijo Felipe Harman, directora de la hormiga, con una voz que era una mezcla de furia y esperanza, dijo sin rodeos en medio de los pastos.
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Diseñe un esquema de transferencia y trama para que al menos cien familias campesinas en la región ahora puedan llamarlo su hogar
Felipe Harman, director de la hormiga.
La justicia llegó a Pueblo Nuevo
Felipe Harman, director de la hormiga durante el día de entrega de tierras a campesinos de Córdoba. Foto:HORMIGA
Horas después, la caravana de la hormiga, rodeada por una fuerza pública que ya no perseguía a los insurgentes pero escoltó la esperanza, entró en el corregimiento de la cintura, En Pueblo Nuevo. La misión era más que una operación simple; Fue el asalto final a la fuerza del olvido. Los estaban esperando 1.965 hectáreas de la Hacienda de La PalmiraUna propiedad que se extendió a la costa de la Ciénga de Ayapel, y que una vez Había pertenecido a Carlos Mario Jiménez, también conocido como ‘Macaco’Otro de esos espectros de violencia que atravesó estas tierras como si fueran suyas.
En este lugar, el robo había sido aún más desvergonzado: una compañía llamada PompoSo: ‘Ganadería de la costa limitada’ había mantenido la hacienda bajo su control ilegalmente, ignorando cualquier orden de restitución, con una Cinco mil cabezas de ganado esa hierba sin vergüenza en las propiedades de otras personas.
Harman, con su mirada atascada en el horizonte donde el cielo y el pantano hicieron uno, señaló que esta tierra gigantesca fue robada dos veces: «El primero por la violencia y el segundo por la impudencia».
La visita de la hormiga a estos territorios de Córdoba con la reforma agraria que busco llegar con justicia, y dar a cada uno lo que le pertenece.
La idea, dijo el funcionario, «es diseñar un esquema de transferencia y trama para que al menos cien familias campesinas en la región ahora puedan llamarlo su hogar».
Uno de los beneficiarios es Rosario Betancourt, quien había estado en una lucha sorda durante 20 años, una batalla contra el olvido y la burocracia, una odisea de documentos y promesas no competitivas.
Ella es la representante legal del Asociación de Ortofrutícola de Alto San Jorge, Quien había creído, tenía fe y esperaba con larga paciencia. Hoy, de pie en la granja del aparte, con el sol de la tarde lamiéndose la cara, las palabras la abandonaron. El torrente de la emoción que la invadió era tan inmensa que no podía nombrarla. Con la voz rota al llorar, solo podía pronunciar una frase que era un himno para la dignidad recuperada, un grito que vino de la parte inferior de una vida de privación: «Hoy puedo decir con orgullo ‘¡esta tierra es mía!'»
La delegación del gobierno nacional también llegó a la timana superior, a solo quince minutos de donde se firmó el acuerdo de Santa Fe de Ralito, ese pacto entre el poder y el crimen.
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Tierra Alta, Córdoba. Foto:Archivo/ tiempo
Allí se eleva la Hacienda la Macarena, una extensión de 900 hectáreas entregadas por el jefe paramilitar Salvatore Mancuso, pero que también había permanecido en manos de un invasor ilegal, con las cercas de los antecedentes para reparar a las víctimas como una burla sombría en el panorama.
La hormiga también llegó allí para recuperar esa tierra que, como un fantasma errante, había estado esperando justicia durante años.
Luego, en Buenavista, el Tesoro Cartaagenita, de 213 hectáreas, que también pertenecía a ‘Macaco’, fue entregada a veinte y ocho familias de las asociaciones agrícolas y de Camproco, que ahora tienen la certeza de que el destino de sus hijos ya no es el de un trabajador diario, sino el de un propietario.
En total, en Córdoba, según la Agencia Nacional de Tierras, ha recuperado más de 12,000 hectáreas de tierra que alguna vez fueron cuarenta de estructuras de narco paramilitares.
Estas propiedades, que fueron testigos de violencia y desplazamiento, hoy regresan a los campesinos que no buscan la guerra, sino el pan de todos los días.
En Córdoba, la hormiga entregó 3.851 hectáreas como esta:
2,708 hectáreas en los municipios La Apartada y Pueblo Nuevo; 930 hectáreas en hectáreas Tierralta y 213 en Buenavista.
La tierra, esa vieja madre que perdona todo y todo da, ahora recibirá la semilla de maíz, arroz, plátano, yuca y ñame. Y cada brote será una promesa cumplida, cada una cosecha una victoria sobre el olvido. Y los campesinos, con las manos bronceadas por el sol y el corazón lleno de la esperanza más pura, finalmente pueden sembrar dignidad y paz en sus propios territorios.
Además, lo invitamos a ver nuestro documental ‘Explotación sexual en Cartagena: Voces silenciadas’
Documario del periodista Jineth Bedoya. Foto:
Cartagena