
En medio de una creciente crisis humanitaria que mantiene a miles de personas confinadas y bajo amenazas constantes en el sur de Cauca, la gobernación departamental propuso la creación de una zona de distensión durante seis meses en el cañón de Micay. El objetivo: detener la violencia, proteger a la población civil y abrir un camino para diálogo con actores armados ilegales que disputan el control de esta región estratégica.
La iniciativa fue lanzada por Antonio Useche, asesor de paz del Gobierno de Cauca, quien explicó que es una tregua temporal que busca detener los enfrentamientos y, sobre todo, reclamar los derechos fundamentales de los habitantes de municipios como Algeria, El Tambo y López de Micay.
Existe preocupación por la intensificación del conflicto en Cauca. Foto:@Fuerzasmilcol
«Porque no proponen una tregua al gobierno y allí hablamos de todo lo que está sucediendo. Es lo más sensato. La población civil debe ser excluida del conflicto y creo que esta propuesta es el verdadero reclamo de los derechos de la gente del Micay Canyon», dijo Useche.
Un territorio bajo fuego
La propuesta surge en un contexto dramático. En el Corregimiento de El Silver, en el municipio de Argelia, unas 5,000 familias se limitan como resultado de las acciones violentas del frente de ‘Carlos Patiño’, una disidencia de la FARC dirigida por la mordedura de alias Iván. En total, más de 10,000 personas permanecen en condiciones de aislamiento, sin libertad de movimiento, con comercio cerrado, clases suspendidas y transporte paralizado.
A la presión del ‘Carlos Patiño’ se agregan las acciones del ELN, así como los disidentes de la Segunda Marquetalia y el grupo conocido como ‘Los Pochinos’. Todos disputan el control del cañón Micay en sangre y fuego, utilizando a la población como un escudo humano y como un instrumento de presión para lograr sus objetivos territoriales.
Los soldados caminan por las calles de El Silver Corregimiento, en Argelia, Cauca, zona de conflicto. Foto:Cortesía del ejército.
«La gente está confinada, con miedo, lejos de la realidad del resto del territorio colombiano», dijo Useche, quien ha visitado el área varias veces y ha escuchado el clamor de las comunidades campesinas atrapadas en el conflicto.
Intimidación y represión
Los testimonios del territorio son alarmantes. Los líderes sociales han sido amenazados con la muerte por disidentes, que los acusan de colaborar con grupos enemigos. Al mismo tiempo, el ELN ha declarado como un objetivo militar a los líderes campesinos que consideran aliados de los ‘Carlos Patiño’, profundizando así la ansiedad y el miedo.
“Todos los días nos amenazan, porque estamos defendiendo nuestro territorio. Estamos en medio de este conflicto de al menos cuatro grupos armados ilegales y, por supuesto, el ejército, que se une a la guerra.«Dijo un líder de la comunidad que solicitó el anonimato de seguridad.
Recientemente hubo un ataque con un Motobomb en el área, que elevó la tensión aún más. Aunque hasta ahora no se ha informado un desplazamiento forzado masivo, el riesgo es latente y la situación se monitorea constantemente.
El gobierno mantiene su posición
Ante las llamadas de los grupos ilegales para que la fuerza pública se retire del territorio, la respuesta del gobierno nacional ha sido contundente: los uniformados exhibidos en el cañón de Micay no se retirarán.
El Secretario de Gobierno de Cauca, Maribel Perafán, reafirmó esta posición y explicó que las operaciones militares continuarán mientras protegen a la población civil y garantizan el control estatal del territorio.
Las autoridades repararon el puente Micay Canyon, que había sido destruido por disidentes. Foto:Particular
«La población teme. Hoy sufre una situación bastante compleja debido a amenazas constantes que buscan obligar a la comunidad a presionar la salida de la fuerza pública. Sin embargo, el gobierno ha insistido en que la fuerza pública no se retirará», enfatizó Perafán.
Una salida en medio del conflicto
A pesar de este panorama adverso, el gobierno insiste en que la zona de distensión no implica una retirada del estado, sino un compromiso para reducir la violencia y facilitar los espacios para el diálogo. El modelo propuesto tomaría experiencias previas en el país como referencia, aunque con una lógica territorial y temporal.
Mientras tanto, las comunidades del Micay Canyon continúan esperando una respuesta que exceda la lógica de la guerra. Sus voces gritan por la vida, la dignidad y el desarrollo en un territorio históricamente olvidado, donde la paz sigue siendo una deuda y deseo urgente.
Otra información que puede interesarle
Hay un resurgimiento de la violencia en el suroeste. Foto: