
La gerencia de Carlos Fernanda Galán, la preocupación por la preocupación en la política social del Bogotá. Aunque el discurso oficial habla de modernización y expansión de la cobertura, que en la práctica se registra mediante la eliminación sistemática de los servicios sociales integrados caracterizados por la ciudad de derechos. Las escoltas psicosociales, pedagógicas y de alimentos se reemplazan por simples transferencias de dinero, pierdo la integridad de la política social y debilito la intervención estatal en territorios y poblaciones históricamente excluidas.
En las últimas dos décadas, Bogotá construyó un modelo de política social que excedió la pobreza monetaria y se basa en el enfoque. Los alcaldes como Lucho Garzón y Samuel Moreno fortalecieron programas como el comedor y están dejando varios presupuestos para la educación y la salud, lo que aseguró la atención alimentaria y psicosocial para los niños y adolescentes. Gustavo Petro, con Bogotá humano, servicios juveniles consolidados, habitantes de la comunidad y callejón LGBTIQ + y lanza una estrategia de la primera infancia con los «1000 días para cambiar el mundo». Claudia López, mientras tanto, promovió la consolidación del sistema de atención, una prioridad para una atención integral para personas mayores, cuidadores y niños y niñas.
Estos programas no solo son recursos suministrados: también fortalecieron la capacidad, generaron redes de comunidades y, principalmente una persona digna. Hoy, bajo la administración de Galán, el desmantelamiento de estos logros, a favor de un modelo de salud que reduce la política social con transferencias de efectivo simples a través del ingreso mínimo garantizado (IMG).
7938 Proyecto de inversión, que canaliza alrededor de 2 mil millones de pesos en transferencias de efectivo se han convertido en una política social en el mecanismo de distribución de recursos sin el deber de integralidad. El 78% de las personas que reciben entre enero y el 20 de abril solo recibieron transferencias, mientras que se transfirieron programas psicosociales e inclusivos productivos. Esta figura revela cuidado y naturaleza fragmentada del modelo Galán, que ignora las causas estructurales de la pobreza y aumenta la adicción.
Sisbén IV, que se utiliza como el único criterio de enfoque, excluye a miles de personas que enfrentan pobreza multidimensional en la ciudad. Los datos muestran esto: según Dane, la pobreza multidimensional en Bogotá aumentó 1.8 puntos porcentuales entre 2023 y 2024. Años. ¿Cómo piensa esta administración que se transmite no solo que no solo mitigan el hambre temporal, sino que también crean condiciones reales y sostenibles para superar la pobreza?
En servicios básicos, como la atención a las personas con discapacidades y las personas mayores, la administración de Galán debilitó programas que proporcionaron un acompañamiento integral. Estos sectores, que requieren más que la curva monetaria, están atrapados en la lógica de transmisión no acompañada, que profundiza la exclusión y niega el carácter transformador de la política social.
Además, no se puede ignorar que aquellos que se benefician de este modelo no son necesariamente los hogares más pobres, sino también el sector financiero, que cobra tasas para cada giro a través de billeteras digitales, como Daviplat, Nequi, Bancolombia, y proporcionan gancolombia. Mientras tanto, el Ministerio de Integración Social, con décadas de experiencia en la construcción de políticas de inclusión social, se reducen a un papel operativo secundario y solo.
La política social debe ser mucho más que la política de transmisión de recursos. Debe ser una herramienta para una transformación estructural que garantice los derechos, alienta y fortalezca las habilidades de las personas. Bogotá ya ha demostrado que otro modelo es posible. La ciudad de los derechos construidas con programas como Lucho Garzón, la consolidación del Jardín de Samuel Moreno, el sistema de atención de Claudia López y una estrategia integral es una prueba de que la inversión social puede ser integral, humana y transformadora.
Por lo tanto, hoy es más que nunca, es necesario solicitar que esta administración recupere institucional y humano acumulado de la ciudad. No lo descarte, pero lo ponga en el servicio de la política social que combina transferencias monetarias con servicios de calidad, acompañamiento psicosocial y territorialización real. Solo entonces podemos tener un bogot que no solo distribuya recursos, sino que distribuya oportunidades y dignidad.
Quena ribadeneira