Economía

Papa paraliza el mundo

Papa paraliza el mundo

Finalmente, después de solo menos de un mes en la sede vacía, la iglesia y su fiel, Roma y su gente disfrutan del Santo Padre, buen pastor. Este acontecimiento ha sido el motivo de gran celebración en la ciudad, marcando un nuevo capítulo en la historia de la iglesia católica y brindando esperanza a todos los creyentes.

¡Qué gran alegría pensé que lo conocía! Cientos de romanos y peregrinos se congregaron en la Plaza de San Pedro, donde la emoción se palpaba en el aire. A través de nuestros televisores, el primer humo blanco hizo que todos los corazones latieran al unísono; las buenas noticias que tanto esperábamos para la iglesia y el mundo quedaron selladas en un grito de Habemus Papam. La noticia corrió veloz por las redes sociales, inmediatamente compartida a través de un mensaje de texto, en Tweet X, en Instagram Post… Todo sucedió en cuestión de segundos, y la sorpresa se sintió en cada rincón.

Después de una hora esperando, la ansiedad y los nervios se apoderaban de todos los presentes. Las conjeturas y las oraciones se entrelazaban en un momento tan significativo para la comunidad. Durante ese tiempo, la madre era como aquellos padres ansiosos que esperan el nacimiento de su bebé, listos para recibirlo y cuidarlo, con esa atención exclusiva llena de amor. Esto se alinea perfectamente con lo que se espera de la iglesia; es una familia que se cuida mutuamente, comprometida de manera incondicional. Al final, el mundo se prepararía para recibir a su nuevo Papa, y los corazones de Roma, así como aquellos que lo seguían desde casa, estallaron de alegría, sin importar si su apariencia o estilo era parecido a alguno de los anteriores o, si por el contrario, traía consigo innovaciones.

La iglesia tendrá sus fuerzas, pero sigue siendo católica en su esencia, atenta a lo que acontece. Es un llamado a orar por el Papa, por su salud y su fortaleza, ya que los retos son grandes. Durante el cónclave, la expectativa aumentaba, y todos esperábamos con fervor ese instante en que él saldría al balcón, ofreciendo su primer saludo al mundo. Sabemos que la alegría que conlleva este papel es también un peso considerable de responsabilidad, y nunca debemos dejar de rezar por él. Si alguno no siente simpatía por el nuevo Papa, por diversas razones, aún así, se le debería ofrecer oraciones, pues sabemos que el acto más grande de amor es orar incluso por quienes no nos agradan, los que no entienden nuestros corazones.

Todo el mundo estaba a la espera de un balcón, y la espera por un enemigo parecía inminente. Pero el mal no descansa, y como suele decir nuestro nuevo amigo, Leo XIV: «el mal no vencerá, estamos en manos de Dios». Las palabras resuenan como un eco de esperanza en estos tiempos inciertos.

El mundo espera

Los comentaristas, aquellos expertos que se convierten en observadores del Vaticano, esperan que se vislumbre un Papa social y reformista que pueda llevar a cabo cambios importantes dentro de la Iglesia Católica. Uno que finalmente se ajuste a los tiempos modernos, confirmando la necesidad de abordar las aberraciones morales que enfrenta la sociedad actual. Las preguntas sobre cuestiones delicadas como el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual, la propiedad privada, la apertura de fronteras y los derechos de los inmigrantes volverán a emerger. No obstante, es fundamental recordar que la iglesia no cambia con cada nuevo Papa; su esencia permanece inalterable, siempre aferrada a los principios fundamentales.

Quizás un periodista se atreva a preguntar sobre las implicaciones morales de la inteligencia artificial y los dilemas éticos que esta tecnología presenta, como la esclavitud moderna y la rápida satisfacción de deseos breve, que amenazan con desdibujar la dignidad del trabajo en un mundo cada vez más desempleado y manipulado.

Serán varios quienes, con una mirada más crítica, cuestionen sobre la importancia de volver a la tradición, y esto será visible en su vestimenta, en la cruz que adorna su pecho con los símbolos de los santos, aquellos hombres que supieron vivir con gracia y fe.

Quizás al concluir, el mundo reconozca que el Papa no está necesariamente equivocado, ni mucho menos, que él siempre será un faro de verdad, independientemente de las circunstancias que lo rodeen. Esa verdad es algo que se requiere buscar, abrazar y seguir con humildad, hasta que se convierta en un tratado de amor. Leo XIV ha sido elegido como el pastor que guiará a la iglesia por este camino. ¡Sigamos orando por él y viviendo bajo la guía de un Papa!

Almudena González

Redacción
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