La semana pasada fueron los Premios 2025. Stella Li, vicepresidenta global de BYD, ganó la Leyenda. El Galaxy S25 Ultra arrasó en la gama súper alta. Freepik fue coronada como la mejor empresa tecnológica española.
Fue una noche de nombres propios, copas y conversaciones con lectores. Pero Hay un premio que, para los que pasamos mucho tiempo en como trabajadores o como lectores, tiene un peso especial. No por su glamour, sino por lo que representa.
El Premio de la Comunidad no lo decide ningún jurado. No hay debates internos. Vosotros, los lectores, decidéis con vuestros votos. Es el dispositivo que más te gustó, sin filtros. De hecho, es el único que no es entregado por ningún empleado de la casa, sino por miembros de la comunidad que la representan en el escenario. En la imagen que encabeza este artículo, tres de ellos con Cristina Isidoro, PR Manager de Huawei en España, quien recogió el premio.
Porque este año ganó el Huawei Watch GT 6 Pro. Y cuando vi el resultado, sonreí levemente: era más que un simple premio por un reloj inteligente bien hecho. Era puro simbolismo..
Mire la lista histórica de ganadores de este premio:
Casi todos, dispositivos chinos o con alma china que comparten un patrón: centrarse en la relación calidad-precio, la innovación práctica y, en algunos casos, llegar con ganas de romper moldes.
Pero entre todos ellos, Huawei es el único que no llegó ayer prometiendo mucho por poco. Es el único que ya estaba en la élite mundial, disputándole el trono a Samsung y de hecho a punto de arrebatármeloantes de que Estados Unidos decidiera utilizarlo como peón en su guerra comercial.
Porque Huawei no ha conquistado la percepción de calidad premium ofreciendo más gigas por menos euros. Lo conquistó siendo, durante años, simplemente una gran opción.
- El P20 Pro fue el primer teléfono con triple cámara que realmente funcionó.
- El Mate 20 Pro era una bestia técnica sin complejos en comparación con los grandes de la gama alta.
- Sus portátiles MateBook han sido dignos rivales de Surface.
- Y sus relojes GT ya destacaban por unas baterías que duraban semanas cuando Apple pedía un cargador cada noche.
No eran baratos. fueron buenos. Y esa diferencia, en el mercado tecnológico, es abismal.
Entonces llegó el 2019. Lista de entidades. veto americano. Adiós Google, adiós Qualcomm, adiós TSMC. Las ventas fuera de China se desplomaron y la narrativa occidental fue unánime: Huawei estaba muerta. Sin el ecosistema de Google, sin acceso a la cadena de suministro, era imposible sobrevivir en este negocio.
Pero nadie les explicó que era imposible.
En lugar de darse por vencidos, construyeron su propio universo.
- HarmonyOS en más de mil millones de dispositivos.
- Posee chips Kirin y luego Asciende para IA.
- Nube de Huawei creciente en Asia, África y América Latina.
No rogaron volver a Google Play como quizás esperábamos que lo hicieran. Simplemente construyeron otro ecosistema completo. Sin una palabra más alta que otra.
A principios de mes estuve en China y pude probar varios de sus dispositivos, incluidos algunos que acababan de salir de allí. La sensación premium es real. Y algo que sí tenemos aquí, el GT 6 Pro, no es un artilugio 150 euros que promete demasiado y se queda a medias. Es un reloj en el rango de los 400 euros que cumple muy bien. y la comunidad de ha dictado sentencia con su premio.
eso no sucede por casualidad. Xiaomi brilla en relación calidad-precio. Realme y Oppo juegan allí. Nada tiene su estetica independiente. Pero Huawei es la única marca china que, cuando la mencionas, el consumidor europeo automáticamente piensa en «calidad seria», sin los asteriscos que tienen otras. Y lo hizo justo después de que intentaron destruirla.
El Huawei Watch GT 6 Pro es un gran reloj. Pero ganar el Premio de la Comunidad 2025 significa algo más: Es el reconocimiento de la única marca china que ha salido de la percepción bajo costo sin renunciar a su origen. Es el premio que, en cierto modo, China había estado persiguiendo durante décadas. Respeto sin condiciones. Y lo ha ganado una empresa a la que intentaron aniquilar.
A veces los vetos no matan. Forjan legados.
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