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9,000,000 de dólares que impidieron una catástrofe importante en la Gran Recesión

9,000,000 de dólares que impidieron una catástrofe importante en la Gran Recesión

El 28 de octubre de 1929, el índice Down Jones sufrió un colapso de casi el 13%. Este evento se recordará como uno de los días más devastadores en la historia de Wall Street, conocido comúnmente como ‘Black Monday’, que marcó el inicio de la Gran Depresión de 1930. Las repercusiones a nivel global fueron devastadoras, y lo inquietante es que un ciclo similar se repitió en 2008, lo que presentó una nueva amenaza hace solo un mes. La crisis financiera de 2008 se considera uno de los choques económicos más significativos de la historia reciente, y en ella se tejió una narrativa tan intrincada como la de Chanante, un representante paradigmático de las operaciones de los bancos.

El cheque de 9,000 millones de dólares.

Colapsar. La raíz de la recesión se encontraba en Estados Unidos. Durante varios años, los bancos habían estado emitiendo hipotecas de alto riesgo (es decir, créditos a personas que, en realidad, no podrían pagarles) y empaquetando estas operaciones en productos que resultaron ser opacos y mal calificados por las agencias de valoración; en realidad, eran mucho más arriesgados de lo que se indicaba. Estos productos son conocidos como «Activos tóxicos» y habían sido adquiridos por bancos y fondos de inversión de todo el globo.

Este fenómeno propició una especulación desmedida y el nacimiento de una burbuja inmobiliaria artificial. Estos factores culminaron en el colapso de varias instituciones financieras de renombre, entre las cuales se destacaba Hermanos Lehman. Como resultado, los bancos cesaron la concesión de préstamos, impacto que se sintió no solo en las entidades bancarias, sino también en el mundo empresarial. La escasez de capital llevó a una caída drástica del mercado de valores, lo que obligó a los gobiernos a inyectar miles de millones de dólares con el fin de evitar un colapso total del sistema financiero.

¡Ayuda! Entre las entidades afectadas estaba Morgan Stanley, uno de los bancos de inversión más grandes del mundo, que se encontraba en una situación crítica y necesitaba un rescate, al igual que el resto de las grandes instituciones. En un esfuerzo por asegurar su futuro, buscaban desesperadamente cómo obtener miles de millones para continuar operando. La situación de Morgan Stanley fue fundamental, especialmente según algunos análisis.

Después de considerar diversas alianzas con bancos, incluso algunos controlados por el estado chino, pusieron su esperanza en Mitsubishi UFJ, que es uno de los bancos más grandes de Japón. Tras negociaciones intensas, lograron llegar a un acuerdo para inyectar una suma monumental en la entidad.

9,000 millones. Aunque parece una cantidad fácil de pronunciar, este dinero significaría la obtención del 21% de Morgan Stanley, además de un dividendo anual del 10%. Con esta inyección, podrían asegurarse una considerable participación en el sector bancario estadounidense, permitiendo al banco seguir operando, aunque había un inconveniente: no había garantía de que el dinero llegara a tiempo para evitar un colapso inmediato.

De hecho, todo indicaba que si ese capital no llegaba a tiempo, la existencia de Morgan Stanley podría estar en peligro. El tiempo corría en contra de la entidad, que, en apenas unos días, vio cómo el valor de sus acciones se desplomaba de 60 dólares a menos de $10.

Transferencias y vacaciones. Era el año 2008 y los mecanismos eran prácticamente los mismos que hoy en día (lo que no dice mucho a favor de la banca tradicional). La negociación entre los bancos se llevó a cabo de forma urgente durante un fin de semana. Si alguna vez has hecho transferencias, sabes bien lo que eso significa: las entidades bancarias no procesan dichas operaciones los fines de semana o durante días festivos.

Debido al día de Colón, también se encontraban cerrados hasta el martes, y una transferencia podría tardar entre dos y tres días en hacerse efectiva. Para esas fechas, Morgan Stanley podía ya no existir. Adicionalmente, la entidad debía anunciar la fusión rápidamente, para así aliviar un poco el peso de la incertidumbre y mostrar a los inversores que había esperanza. La solución fue tan antigua como efectiva: papel y bolígrafo.

De broma. En el transcurso de las negociaciones, uno de los miembros del equipo de Morgan Stanley comentó de manera jocosa que «Qué lástima que no pueda simplemente extender un cheque». A pesar de la risa general, pronto surgió una idea: ¿y si efectivamente funcionara? Si Mitsubishi podía extender un cheque de 9,000 millones de dólares, ello permitiría a Morgan depositar el dinero en su cuenta antes de la apertura del mercado el martes.

De este modo, estarían en posición de anunciar la fusión, tendrían los fondos disponibles y los inversores podrían respirar tranquilos, mitificando el final de esta tensa historia.

Redondo. Los negociadores japoneses contactaron a su Central y comprobaron que tenían la capacidad de extender ese cheque. El resultado fue el siguiente:

Un cheque que garantizó que Morgan Stanley obtuviera los 9,000 millones de dólares. Esta operación dio como resultado un incremento en el valor de las acciones que subieron de $9.68 a $17.92 cuando los mercados abrieron el martes. La operación resultó exitosa para ambas partes y hoy en día, Morgan Stanley tiene una capitalización de 190,000 millones, mientras que la inversión de Mitsubishi hoy supera los 40,000 millones.

Un acuerdo benéfico que, además de su relevancia histórica, plantea interrogantes sobre cómo un simple trozo de papel (¿el más costoso de la historia?) pudo sobrepasar las limitaciones del sistema informático de los bancos. De hecho, en un documental que la empresa produjo hace unos años, se reconoció lo esencial de este asunto: tuvieron suerte.

Imágenes | Morgan Stanley

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