




La victoria de Margarita Guerra, con el 56,05% de los votos frente al 36,87% de Rafael Noya, no sólo marca el ascenso de un nuevo gobernador. RRepresenta la consolidación de un proyecto político que, a pesar de la polarización, ha logrado mantener el control del Magdalena durante casi una década.
Con 186.595 votos, Guerra se convierte en la figura que encabeza la segunda etapa del caicedismo en el Gobierno. Detrás queda un amplio margen de más de 63 mil votos sobre Noya, y un mensaje claro a la oposición: el movimiento fundado por Carlos Caicedo sigue siendo la fuerza dominante en el departamento.
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Este resultado da al caicedismo un enorme margen de maniobra: podrán construir el relevo para dentro de cuatro años y consolidar un bloque que podría completar más años seguidos en el poder.
María Fernanda Restrepo, politóloga
Un mandato que nace con fuerza territorial
Margarita Guerra, gobernadora electa del Magdalena, y su familia Foto:archivo privado
Para el politólogo Diego Orozco, profesor universitario y analista regional, la victoria refleja algo más profundo que una maquinaria bien engrasada: «El caicedismo no sólo ganó la elección: demostró que tiene una estructura territorial sólida en municipios donde la oposición no logra penetrar. Sus trabajos en el Magdalena y las alianzas con dirigentes volvieron a ser decisivos, y eso es una muestra de que el movimiento no depende sólo de la capital».
Orozco enfatiza que el El liderazgo local y las nuevas alianzas fueron decisivos para movilizar a los votantes en un escenario de participación moderada.
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El caicedismo no sólo ganó las elecciones: demostró que tiene una sólida estructura territorial en municipios donde la oposición no puede penetrar. Sus trabajos en el Magdalena y las alianzas con dirigentes volvieron a ser decisivos, y eso es una muestra de que el movimiento no depende sólo del capital.
La renuncia que se convirtió
en un movimiento estratégico
Margarita Guerra, electa Gobernadora del Magdalena Foto:archivo privado
Margarita Guerra, hasta hace poco diputada departamental, renunció para asumir la candidatura. Una maniobra que muchos vieron arriesgada, pero que hoy parece perfectamente calculada.
La socióloga política María Fernanda Restrepo señala: «su renuncia no fue un salto al vacío; fue una jugada estratégica para poner a una mujer con perfil técnico y confianza interna para liderar el proyecto. Guerra no es una figura improvisada: conoce el andamiaje de Caicedo y representa una continuidad sin interrupciones y sobre todo leal a Carlos Caicedo».
Para Restrepo, la elección de Guerra apunta a un modelo de “transferencia de poder” dentro de un mismo ecosistema político, garantizando cohesión y permanencia.
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Derrota de la oposición o
¿Fracaso de su lectura política?
Jornada electoral en Magdalena Foto:archivo privado
El segundo lugar de Rafael Noya, que se proyectaba fuerte en Santa Marta, reveló un problema estructural de las fuerzas opositoras al caicedismo: su debilidad fuera de la capital.
El consultor electoral Hernán Torres interpreta la derrota así: «la oposición se llenó de confianza en Santa Marta, pero perdió de vista el Magdalena profundo. Ese error se repite desde hace años: creen que el voto urbano puede compensar la ausencia de tejido político en los municipios. No funciona así».
Torres agrega que, mientras el caicedismo lleva más de una década formando cuadros locales, la oposición cambia de candidato en cada elección.
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Lo que le espera a Magdalena bajo la Guerra
La victoria de Margarita Guerra implica continuidad en proyectos emblemáticos: programas sociales, infraestructura educativa, políticas de salud comunitaria, promoción de hospitales públicos y una narrativa gubernamental enfocada en temas sociales.
Sin embargo, los especialistas coinciden en que el desafío será enorme.
El economista regional Luis Bárcenas lo resume así: “Magdalena tiene grandes desafíos: infraestructura vial atrasada, brechas de pobreza, presión al sistema hospitalario y débil coordinación con el Gobierno Nacional. “La guerra hereda responsabilidades que no permiten pasos en falso”.
Bárcenas aclara que la administración debe demostrar que el modelo caicedista no sólo es exitoso electoralmente, sino también sostenible y eficiente en la gestión pública.
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¿Qué significa esta victoria para
los próximos dos períodos?
El triunfo de Guerra no sólo define los próximos cuatro años. Según los expertos, también fija, a partir de ahora, el escenario para el próximo período.
El politólogo Restrepo advierte: “Este resultado le da al caicedismo un enorme margen de maniobra: podrán construir el reemplazo para dentro de cuatro años y consolidar un bloque que podría completar más años seguidos en el poder”.
La oposición, debilitada y fragmentada, se ve obligada a reorganizarse desde cero.
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El mensaje final de las encuestas
Las elecciones dejaron claro que, a pesar del ruido, las críticas y la polarización, El caicedismo conserva un apoyo abrumador en Magdalena. A apoyo que no sólo se expresa en votos, sino en lealtad territorial y estructuras locales difíciles de confrontar.
Margarita Guerra inicia su mandato con fuerte legitimidad y una expectativa gigantesca: demostrar que puede gobernar con la misma capacidad electoral que hoy la convierte en la mujer más votada del departamento.
Los expertos coinciden en que el poder no cambió de manos. Simplemente cambió su rostro.
Además, te invitamos a ver nuestro documental:
Documental de la periodista Jineth Bedoya. Foto:
Roger Urieles
Especial para EL TIEMPO
Santa Marta