
A la hora de planificar unas vacaciones en el mar, la mayoría de los colombianos piensa en las grandes capitales del Caribe. Sin embargo, hay un municipio con un mar espectacular que, desde hace años, es más conocido por un fenómeno migratorio masivo que por su potencial turístico: Necoclí.
Este municipio del Urabá Antioquia fue el principal punto de partida de miles de inmigrantes que, en busca del ‘sueño americano’, Emprendieron el peligroso viaje hacia el norte del continente a través de la selva del Darién.
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Según autoridades migratorias de Colombia y Panamá, El flujo de personas que cruzaron la selva del Darién en 2024 llegó a 302.203 personas. De este total, el 68 por ciento (206.905) eran venezolanos, colombianos (17.300), ecuatorianos (16.255), chinos (12.345) y haitianos (11.909).
Este se convirtió en un lucrativo negocio para las estructuras criminales que, a través de viajes en barco, transportaban a miles de familias al otro lado del Golfo y que, según la ONG Human Rights Watch, generó un beneficio medio de 64 millones de dólares sólo para el ‘clan del Golfo’ en 2023.
Sin embargo, la situación cambió drásticamente con el inicio del segundo mandato presidencial de Donald Trump y sus medidas migratorias se centraron en la deportación exprés. Este cambio de política no sólo detuvo el flujo hacia el norte, sino que también provocó un nuevo fenómeno: la migración inversa.
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A principios de 2025, cuando el retorno estaba en auge, la ruta inversa obligó a los migrantes a pasar primero por Capurganá o Acandí, municipios fronterizos con Darién.
«Algunas personas llegan a pie, mientras que otras regresan por vía marítima. Panamá está trabajando para que no sean víctimas de naufragios en el mar», dijo un habitante de Necoclí.
María Clara Robayo, investigadora del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, explicó la complejidad: “Cada vez es más difícil regresar por la frontera con Panamá, incluso más caro. Los inmigrantes suelen ser trasladados por bandas de traficantes de personas, y hoy están generando más cargas o están saliendo más rutas por el Caribe, lo que está dejando víctimas mortales y represamientos en municipios que no tienen capacidad para absorber y gestionar estos flujos”.
Guillermo José Cardona, alcalde de Necoclí, confirmó la efectividad de estas acciones: «Este tema en este momento está completamente quieto. Ni allá ni aquí», en alusión al cese total del flujo migratorio que, a su vez, produjo un impacto económico devastador.
“Hubo una enorme crisis turística y económica. Las calles y playas estaban vivas. Montaron tiendas de campaña y no había dónde caminar. Muchos vendedores porque se juntaron negocios para venderles lo que necesitaran”, dice la secretaria de gobierno municipal, Yanet Macías Valencia.
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Hoy, la administración busca reactivar la economía formal. Con su combinación de mar y río, fauna y flora, playas y manglares, y la proyección con la próxima operación de Puerto Antioquia, Necoclí busca dejar atrás su identidad de cuello de botella migratorio y consolidarse como un destino turístico atractivo y seguro.
NICOLÁS TAMAYO
Corresponsal de EL TIEMPO
Medellín