Bogotá y Cundinamarca deben actuar de manera coordinada y armónica, para responder adecuadamente a las necesidades de sus habitantes. Pero para lograrlo es necesario que tus acciones se caractericen por la lealtad y la transparencia. Entonces, cuando descubrí que Cundinamarca había activado un esquema diseñado para desviar recursos de la capital, levanté la voz.
Nada de esto ocurrió de la noche a la mañana: el «matriculazo» se instauró como una práctica silenciosa que opera desde hace años y que ya le ha traído a la ciudad una pérdida de 1.100 millones de pesos. Y sí, lo digo muy claro: Cundinamarca se está aprovechando de Bogotá, violando la ley y creando competencia desleal.
El mecanismo funciona con precisión quirúrgica. Primero, varios municipios ofrecen tarifas bajas para atraer las matrículas de los autos que en realidad circulan casi todo el tiempo en Bogotá. Luego, el gobierno otorga descuentos del 50% y 20% en el impuesto a los vehículos durante los dos primeros años. Todo ello a pesar de que el Consejo de Estado ya declaró en 2014 y 2022 que los descuentos en los impuestos sobre vehículos determinados por condados y departamentos son ilegales.
Pese a ello, el esquema continúa y produce un incentivo perverso: miles de propietarios registran sus vehículos y pagan impuestos fuera de la ciudad, a pesar de que circulan por la capital todos los días. En otras palabras, Bogotá proporciona las carreteras, Bogotá proporciona la congestión del tráfico, Bogotá proporciona el aire contaminado… y otros se quedan con el dinero.
Desde 2015, Bogotá ha dejado de matricular 241.000 vehículos. Cada uno de esos coches circula, contamina y consume nuestras carreteras cada día. Tres de cada diez vehículos que circulan por la capital están matriculados en otro territorio. El desequilibrio fiscal se está volviendo insostenible. Para que se den una idea, con esos mil 100 millones de pesos perdidos se podrían haber financiado seis centros de felicidad completos. Ese dinero no será devuelto.
Ante este escenario, reaccionaré. Presentaré demanda para la nulidad del Reglamento 002 de 2024 del Departamento de la Asamblea de Cundinamarca, que establece descuentos en impuestos vehiculares, porque viola abiertamente la Ley 488 de 1998 y la Constitución. Los departamentos no tienen facultad para otorgar devoluciones sobre impuestos que son propiedad de la Nación. La norma es clara, al igual que el precedente judicial.
Sin embargo, el beneficio sigue funcionando como si nada. Por esta razón, la acción legal que promoveré no busca un conflicto político, sino lograr un equilibrio y detener una práctica que perjudica e impide ilegalmente el cobro al que tiene derecho Bogotá.
El alcalde Galán, consciente de los retrasos tributarios, anunció como medidas para 2026 que los vehículos no registrados en Bogotá tendrán precios y placas pico dos sábados al mes y un aumento del 50 por ciento en las placas pico y solidarias. La ciudad ha decidido cerrar una puerta que lleva demasiado tiempo abierta.
Teniendo en cuenta estas medidas, y con el fin de nivelar las condiciones de ahora en adelante, propongo al gobierno distrital que los municipios de Cundinamarca que igualen la tarifa de matrícula con la de Bogotá, queden exentos de la medida máxima cada dos sábados del mes.
Además, propongo abrir un debate nacional sobre el domicilio fiscal del vehículo: no puede seguir siendo sólo el domicilio de la agencia de tránsito donde está matriculado, sino también el lugar donde efectivamente reside y transita el propietario o poseedor.
AdministradoJorge Emilio Rey«matriculazo» contra Bogotá es inaceptable. No se puede hablar de unidad y armonía entre territorios mientras no haya justicia y lealtad.
Bogotá es respetada. Quien crea la carga debe contribuir a pagar los costos. Y seguiré defendiendo esa premisa. Mi deber como concejal es actuar. Aquí no hay improvisación: hay justicia fiscal.
Juan David Quintero